Secretos entre sombras

Cap15: Desayuno Interrumpido

El sol matutino se colaba tímidamente por las ventanas de la cafetería universitaria. Sam movía su cuchara dentro de un tazón de cereal con más leche que azúcar, mientras Aneth tomaba distraída un sorbo de jugo (esta vez suyo, no de Sam).

¿Estás segura de que Gael no respondió aún? —preguntó Sam, aún medio dormido.

Segurísima. Le escribí a las 6, a las 7, y a las 8... nada. —Aneth entrecerró los ojos— Ese infeliz debe estar muerto, inconsciente o con resaca. Y si es la tercera... lo mato yo misma.

Sam bajó la vista, algo incómodo.
¿Crees que esté bien?

Aneth le revolvió el cabello sin permiso (otra vez).
Gael es como un gato: desaparece, hace cosas turbias, y luego vuelve actuando como si nada hubiera pasado.

¿Como tú? —preguntó Sam con una leve sonrisa.

Exacto. —Aneth rió— Aunque yo soy más divertida...

Y justo entonces, como si el universo esperara ese momento exacto, la puerta de la cafetería se abrió con un estruendo innecesario.

Los Lobos entraron.

Primero Zane, alto, de rostro afilado y mirada arrogante. Detrás, Drako, imponente como siempre, con los puños dentro de su chaqueta. Luego un par más: Jared y Milo, los más callados, pero no menos peligrosos. Ninguno sonreía.

La cafetería se silenció. Algunos estudiantes se movieron de sus mesas. Otros bajaron la vista.

Zane fue directo al grano.

Vaya, vaya... —dijo, caminando hacia Aneth y Sam— Miren a quién tenemos aquí. La princesita bromista.

Aneth dejó su vaso con un leve golpe.

¿Se te perdió algo, cara de reptil?

Zane sonrió, pero sin humor.

¿Crees que fue gracioso dejar un montón de espuma en nuestras chaquetas de cuero? ¿O llenar los casilleros del club con brillantina rosada?

Sam abrió los ojos como platos, girando hacia ella.

¿Hiciste qué?

No importa. —respondió Aneth, sin dejar de mirar a los Lobos— ¿Qué, no aguantan una broma?

Drako se acercó a Sam, lo observó con una sonrisa ladeada.

Y este cachorrito... —se inclinó hacia él— ¿Qué dices, te animas a una pequeña novatada, por estar con esta loca?

Aneth se puso de pie al instante.

Tócalo y te saco los dientes con una bandeja.

Zane cruzó los brazos.

No estamos aquí para pelear. Solo vinimos a advertirte...

¿Advertirme? —Aneth entrecerró los ojos.

Sí. Hoy fueron bromas. Mañana, quién sabe. —Zane se inclinó un poco— Pero si sigues jodiendo con nosotros, no responderemos igual. Somos Lobos, no perritos de peluche.

La tensión se volvió espesa.

Todos esperaban una respuesta... pero entonces, una voz familiar interrumpió desde la puerta:

¿Qué demonios están haciendo?

Gael.

Pelo algo despeinado, ojeras disimuladas... y una mirada que lo decía todo: sabía perfectamente lo que esos idiotas podían llegar a hacer.

Zane se giró con falsa amabilidad.

Solo saludando a viejos amigos.

Gael no sonrió. Ni una pizca.
Se acercó directo, se puso entre Sam y los Lobos.

Te lo digo claro, Zane. No te metas con ellos.

¿"Ellos"? ¿Ahora tú también eres su niñera? —Drako se rió.

No me hagan repetirlo.

Zane lo miró fijamente por unos segundos... luego retrocedió un paso.

Ya hablaremos, Gael. A solas.

Los Lobos se giraron y se fueron como habían llegado, dejando un silencio tenso en el aire.

Sam temblaba ligeramente. Aneth lo sujetó del brazo con suavidad, como para asegurarse de que estaba bien.

Gael soltó un suspiro y bajó la mirada.

Lo siento. Debí estar aquí antes.

Aneth no dijo nada... pero su mirada lo dijo todo.

Gael estaba de nuevo cerca... pero también más lejos que nunca.

🥊: "Golpes sinceros y bien dados"

El silencio en la cafetería aún pesaba como un velo invisible. Varios estudiantes retomaban tímidamente sus desayunos mientras murmuraban entre sí, mirando de reojo hacia donde estaban Sam, Aneth, y Gael.

Gael, con la cabeza algo agachada, parecía arrepentido. Tenía los hombros tensos, y aunque se mantenía firme, sus ojos decían otra cosa: sabía que había fallado.

Aneth lo observaba.
Primero con una ceja levantada.
Luego con una sonrisa.
Una sonrisa muy suya. Muy... amable.

Sam se giró hacia ella, notando la curva peligrosa en su labio.

Aneth... —susurró, en modo de advertencia— ¿qué estás planeando?

Nada, nada... solo una tierna bienvenida.

Se acercó a Gael con las manos a la espalda, caminando lentamente como si estuviera por darle un abrazo. Sam observó nervioso. Gael la miró, ladeando la cabeza.

¿Qué pasa? —preguntó él.

Estoy feliz de verte. —respondió Aneth con voz melosa— De verdad. Después de desaparecer como basura arrastrada por el viento y no dar señales de vida, apareces en el momento más tenso...

Gael asintió, ligeramente confundido.

Lo sé. Me lo merezco. Fue una idiotez desaparecer...

Sí. Lo fue.

Y sin decir nada más, Aneth se inclinó hacia adelante y le dio un golpe certero con la rodilla... directo en el estómago bajo.

¡AGH! —soltó Gael, encogiéndose de inmediato mientras soltaba un quejido de dolor.

Sam se atragantó con el jugo.




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