Cuando eres pequeño deseas que sea Navidad para jugar, ver a tus primos favoritos, reirte de las tonterías del año... Disfrutar de ella y de todos.
Cuando eres un niño eres feliz, solo te enfadas por alguna tonteria como que tu hermana te ha quitado tu muñeco, alguna bronca pero nada que no se pase enseguida.
Eramos felices sin saberlo.
Con toda la ilusión que cabe en un niño, ibas con la familia a cenar, ayudabas a preparar la mesa o jugabas con tu familia antes de sentarte en la mesa. Una vez sentado, mirabas a tu alrededor y sonreias maldita sea, y cuando veias una silla vacía ibas a buscar a tu hermano o primo que se habia quedado en el salón jugando.
Ahora, ya no te quedas con los buenos momentos del año. Te centras en que falta alguien en la mesa, en esa silla. Una presencia importante, un ser querido que se ha ido. Y ya no disfrutas como antes... Ya no vives, ya no disfrutas y parte de tu familia tampoco lo hace.
La navidad es bonita, es mágica pero cuando estamos todos....si falta alguien la cena se convierte en echar cosas en cara, en recordar navidades pasadas cuando estábamos todos completos.
La navidad son recuerdos, es felicidad, es disfrutar en familia en compañía de tus seres queridos. Y si, siempre faltará alguien en la mesa y lo recordaremos siempre, pero cariño hay que seguir viviendo.
Hay que crear nuevos recuerdos para los más jóvenes. Debes disfrutar por ti, porque si, porque te lo mereces más que nadie.
Porque la Navidad es una época importante, porque ya basta de odiar una época que en su día te hizo feliz. No seamos el grinch de la Navidad, seamos nosotros mismos con nuestros humores, personalidades y rarezas.
Disfrutemos ahora más que nunca.