Secretos Inmortales

Prólogo.

Había una vez, hacia muchísimo tiempo en un pueblo popular entre el folclore y los mitos tenebrosos de nuestra actualidad, donde vivía una familia amplia cuyas raíces de mantenían atadas a ese sitio

Había una vez, hacia muchísimo tiempo en un pueblo popular entre el folclore y los mitos tenebrosos de nuestra actualidad, donde vivía una familia numerosa, cuyas raíces de mantenían atadas a ese sitio.

Sus antepasados nacieron allí y aportaron a la evolución de aquella civilización.

Actualmente, los turistas osados se atreven a pisar los amplios castillos que entretejieron la historia de lo que allí ocurrió, oculta entre mitos e historia de emperadores sanguinarios, donde ningún historiador humano sabe lo que realmente sucedió entre esas murallas.

Comenzaré a narrar la vida de un chico, una vida que marcó la tragedia y del porqué se dice que el amor puede ser una fuerza hermosa, pero, también puede ser el arma más devastadora.

Un chico, nacido en la gran ciudad rumana por allí de 1614, con las raíces vivas, reflejadas en aquel color tan característico de cabello, su inmenso atractivo y un secreto resguardado entre los cromosomas que contenían su ADN.

El chico, joven y buen mozo a sus veinticuatro años, con una carrera creciente basada en la medicina de 1638, caminaba rumbo al castillo temido de los Stoian. Los criados le abrieron los portones y se reunió una vez más con su mejor amigo. Ambos compartiendo anécdotas y pasaron el rato disfrutando del ajedrez de cerámica que poseía la familia noble. Hasta que pasó el suceso que más ansiaba en el día, una doncella se posicionó en la entrada del salón, hizo una leve reverencia con su vestido y se encamino al lado de su hermano. Tan hermosa, de largos cabellos rojizos, amplios ojos celestes soñadores que lo hacían suspirar. Siempre mantuvo un enamoramiento con ella, con su rostro de deidad y sus vestimentas de seda costosa.

Se veía como una mujer inalcanzable, una mujer onírica; sus sentidos se alertaban cuando lo volteaba a ver y sonreía con coquetería. Su hermano no lo notaba, pero allí había una chispa de conexión, química y atracción, un secreto que ambos guardaban bajo llave cuando, a escondidas, salían a dar caminatas por las áreas floridas de los Cárpados, rondeaban en el pueblo y compartían mucho tiempo juntos. En ocasiones, la chica, que respondía al nombre de Mihaela, lo visitaba en el consultorio que habían montado su padre y él.

Pero a su padre no le agradaba la relación oculta que mantenía su hijo con aquella muchacha tan misteriosa, mucho menos a su madre, que siempre susurraba palabras de origen céltico con tal de que no entendiera el mal augurio que le propiciaba. Mas el solo veía una chica profundamente hermosa, de sonrisa tierna y mirada coqueta, sentía que su personalidad amable era lo que más le gustaba—además del sabor de sus labios.

En la familia del muchacho imperaba una maldición que no conocía fronteras, atravesaba cada generación que compartiera el mínimo gen que había sido maldecido, arrancándoles el alma y dejándolos tan vacíos como cuencos, era peor que sentir la muerte tirando de la carne. El joven estaba al tanto de esa situación, a la espera de que le llegase su turno, mas se había convencido con las palabras que le recitaba su madre siempre que el tema salía a colación:

Ha pasado ya mucho tiempo, algunos ni siquiera pasan los diéciseis años y mírate a ti, hijo mío, tienes veinticuatro y el alma más bondadosa que he visto. Tienes un futuro muy grande por delante, la maldición ya no te va a alcanzar, recuerda que yo sé cosas, soy una druida, mi niño, puedo decírte con certeza que en tu alma no se alberga esa oscuridad que la maldición potencia. Ten fe y sigue con esa sonrisa brillante en el rostro.

Mihaela, por el contrario, en comparación con él, no resultaba tan pura debido a que ella era una criatura de la noche, es decir, una vampiresa. Él solo era un humano, amable, cuidadoso, alegre y solidario.

El amor del joven sobrepasó los límites y lo orilló a confesarle sus sentimientos al hermano de la pelirroja, quien se alegró en gran manera y promovía el desarrollo de la relación con el pasar del tiempo.
Mihaela, su hermano y su novio eran inseparables; el par de humanos al lado de una vampiresa que mostraba compasión y humanidad ante las diversas situaciones que se daban en el pueblo.

Mas todo resultaba una farsa de mal gusto, la familia del joven que solía llevarla de la mano había sido acusada de prácticas vampíricas luego de que sus antepasados, quienes habían construido el famoso Castillo de Bran—donde actualmente la familia habitaba—, fuesen expuestos con miles de cádaveres pálidos, cuyas venas se denotaban en cada porción de piel en tonos amoratados debido a su falta de sangre, algunos con la cavidad ocular vacía a orillas de la morada. Castillo donde habitó su antepasado tirano que mataba a diestra y siniestra empleando prácticas de dudosa procedencia además de la empalación. En el pueblo, a pesar de los siglos en que tal encrucijada había acontecido, seguían apuntado a la familia del chico, el pobre consultorio sufría vandalismos y dedos señaladores los acompañaban de vez en cuando cuando paseaban por el pueblo.

La pelirroja, egoísta, maquiávelica y deshumanizada, no soportaba siquiera sopesar la idea de que alguien separara de su lado a su novio y a su hermano que la defendía ante su padre y el mundo entero, por ende, tomó cartas en el asunto, cartas que afectaton la vida de entes que ni siquiera estaban involucrados, generando así un efecto de macrodestrucción.

Mihaela, con su increíble poder de seducción y convencimiento, solía manipular a muchos hombres para obtener diversos favores y beneficios. Fue allí cuando corrío a los brazos de un joven vándalo que estaba embobado con ella desde siempre, la pelirroja se aventajó de eso simplemente para llevar a cabo su plan, para manipularlo e injertarle la idea de que estaba siendo obligada a mantener una relación con el descendiente del Chupacabras, porque su padre así lo quería. Y el vándalo, en uno de sus tantos intentos por hacerle la vida miserable al pobre chico, ajeno a la realidad del monstruo con el que compartía besos y muestras de afecto, trató de apuñalarlo mientras cerraba la puerta del pequeño consultorio, su padre no se encontraba, solo Mihaela que lo esperaba para cenar juntos, ya que recién descendía el sol.




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