Secretos Peligrosos: ¿sobrevivirás a la verdad?

3

Transcurrió más de un día.

En el que no pude con el hambre, llevaba buen tiempo sin que mi organismo procesara algún alimento, así que ataqué a una rata para que no tocara las migas de pan que había rescatado.

Papá me enseñó métodos de supervivencia, era comer o comer.

― Asquerosa ―La puerta se abrió y no lo había notado― ¿Sabes lo que tendré que hacer para quitar esa hedionda imagen de mi mente?

Ahora si estaba furioso, pero tenía un costal a su lado, sabía qué había en ese costal, porque yo había llegado de la misma manera a este lugar, todo por ir a una estúpida droguería sin un maldito escolta.

― ¿Mucha clientela? ―gruñí repudiando a mi profesor Bernales, gracias a él estaba metida aquí, si no hubiera dejado ese proyecto en primer lugar, no habría ido a comprar nada y no me habría cruzado en el camino de este psicópata asesino serial.

Tiró el costal a mi dirección antes de coger una cadena, esto dolería de alguna forma u otra, eso lo sabía.

―Verás, te quitarás tus asquerosos trapos y me seguirás.

―No ―Me sorprende que me importe más mi virtud que mi propia vida, pero solo podía mirarlo como si fuera un bicho raro.

―Te di una orden. ―Apretó las cadenas―. No tocaré esa mugrosa ropa.

Y decidí apelar a mi raciocinio―. Un moretón de cadena coagulará mi sangre, me moveré de tal forma que ese coágulo podría llegar a mis pulmones o corazón, moriría instantáneamente y sería enteramente feliz.

Me roció con algo porque no recuerdo más.

Desperté desnuda en una extraña habitación, OK, tenía un moño rosa adornando mi cuello.

― ¡Auxilio! ―Solo había una puerta y no había mobiliario, nada que me ayudara a escapar o cubrir mi cuerpo, ni siquiera una alfombra, solo había un piso de cerámica con motivos abstractos y mucha pared blanca.

La puerta se abrió provocando que intentara cubrir mis miserias con mis extremidades―. Solo estás tú mascota. ―Genial, había ascendido de puesto―. Vas a vestirte como un monje Shaolín. ―Me tiró la ropa y salió con una extraña sonrisa

¿Estirar los labios puede considerarse así?

Ya sospechaba por qué motivo ese sujeto había elegido esa ropa, pero era mejor a estar sin nada; luego de ponérmela, el sujeto abrió la puerta, creo que me estaba espiando.

Eso me dio nauseas.

―Le harás al ganado lo que me dijiste.

Lo miré fijamente sin dar un solo paso― No sé.

― ¿Y qué? ―Eso me aterró más que el mero hecho de ser su ayudante mascota―. Solo practica hasta que te salga, luego de eso lo grabaré, será una leyenda urbana interesante.

Me parecía que estaba algo motivado con eso.

―Te olvidas de la casa Matusita, el chupacabra, el demonio de Tasmania y pie grande ―Él rodó los ojos.

Terminé rociada de nuevo y perdí el conocimiento.

Desperté en el mismo cuarto y sin ropa; sí, el estúpido lazo estaba en mi cuello otra vez; miré hacia la puerta y me di con la sorpresa que había una bolsa de papel con algo dentro, por mi mente solo circulaba una frase: “Enjoy it!”

Al abrir la bolsa, casi se me cae la mandíbula al suelo.

― Bagstardo―Y mi viejo problema del ‘bags’ volvió como por arte de magia aumentando mi frustración.

Cinco años, 720 horas de terapia tirados a la basura.

Observé el contenido con desconcierto, era una especie de traje de gato de cuero y por como lo veía, no cubría en nada mi cuerpo.

―Juro que preferiría la bolsa de papel ―gruñí mientras me vestía con ese engorroso traje.

La venganza superó mi instinto de supervivencia, se me había metido en la cabeza que podría empujarlo en cuanto abriera la puerta.

Y como una invocación, ésta se comenzó a abrir; yo solo me lancé como un jugador de fútbol americano con toda la fuerza que tenía, era un maravilloso plan organizado en cuestión de improvisados segundos que terminó con la descarga eléctrica de un taser

¡Esa maldita cosa de defensa personal no me defendía a mí, la víctima!

Desperté otra vez desnuda, con el moño y mi nuca punzante, ni siquiera estaba segura en dónde me encontraba, el sujeto estaba sentado en una especie silla disfrutando del espectáculo que hacía para cubrir mi desdichado cuerpo.

―Que linda mascota, ahora tiene pánico escénico.

Le enseñé el dedo medio en cuanto lo dijo y eso le quitó la linda sonrisa de la cara. O bien, esa escabrosa mueca de los labios.

―Si tuvieras una vida, tendrías bagstante diversión ―ladré sintiéndome peor al no poder contener mi pánico y eso le provocó una reacción. Sus cejas se enarcaron con curiosidad.

―Es interesante como esa aberración tuya por el exceso del entorno controlado es la causante del ‘bags’.

La sangre se me heló, solo lo sabían tres personas en este mundo―. Te cantaban ‘la chica Starbags’ en la primaria, la letra era muy pegajosa. ―Un acosador, solo podía ser eso, un acosador psicópata de la primaria.




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