Secretos Peligrosos: ¿sobrevivirás a la verdad?

7

Despertar en mi primera noche de hospital resultó ser todo un tema para mí.

Yo no había esperado esto; poco después de haber sido internada y tratada, alguna despistada doctora pensó que sería buena idea sedarme para evitar que tuviera mala noche, fue una tarde en la que vomité lo que sea que haya tenido en el estómago y colapsé varias veces frente a los dos psicóticos que resultaron ser detectives de la policía. 

―Casi terminan con mi vida —murmuré frotándome la cabeza, sentía calambres en el vientre y el cuerpo adolorido, pero nada se comparaba a la tranquilidad de ser libre, estar viva.

―Margarita, cuánto lo siento —Eli hizo una pausa reflexionando un poco—. Por todo. No lo noté hasta que abrió la boca para soltar aquellas palabras cargadas de emociones que preferí ignorar.

Al final suspiré, luchando por mantenerme despierta.

Eli se fue como a las ocho, un par de horas después que acabó la hora de visitas, ahora ignoro qué hora será, todo está silencioso y oscuro, por lo que decidí quedarme en la cama y ahorrarme el tener que arrastrar la sonda enterrada en mi antebrazo por todo el lugar.

Haciendo un poco de memoria, luego de mi intento de asesinato en el hospital, el bastardo no estaba por aquí y en las ocasiones en las que pregunté por él —porque debía saber en dónde estaba el psicópata —Eli se hizo el idiota, para variar.

Ese tipo, Bags, me hizo pensar un poco, tenía una mirada curiosa que me hacía preguntarme qué tipo de familia tuvo para ser así de extremo; un estornudo me puso en alerta, el paciente que compartía la habitación conmigo se estaba metiendo un rollo en su sueño por lo que dejé de pensar en mi pánico ante un posible ataque.

Dormí un rato más, al despertar noté que aún no amanecía, todo seguía igual de silencioso, mis achaques aún me seguían fastidiando, pero esta vez sí me urgía el baño; tras una colosal travesía hacia el baño en la que encontré a un par de médicos en plan de estrellas porno por casualidad, logré aliviar mi vejiga y de paso mi estómago.

―Ahora sé de dónde fue el estornudo —murmuré con cierto alivio. 

La vista se me comenzó a nublar a medio camino de regreso, a pura fuerza de voluntad logré llegar a mi cama, si es que lo era, solo entré al primer cuarto con la puerta abierta que encontré y me recosté sobre el fresco colchón; lo delicioso de sentir la suavidad de la manta me ayudó a dejarme ir.

El ruido y la luz me despertaron, estaba fastidiada, miré a ambos lados antes de enfocar mi vista al frente, por desgracia mi cama quedaba justo al lado opuesto de la ventana.

— No debería quejarme —me reprendí, porque después de todo, estaba viva.

—Tu desayuno — La estúpida voz de Bags hizo que girara mi cabeza muy rápido, el vértigo que siguió amenazó con estrellarme en el piso.

—Se cae el avión… —murmuré cerrando los ojos para no vomitar la bilis de mi estómago.

—Deberías comer en vez de quejarte —Bags lanzó una bolsa de papel sobre mi cama, lo miré con sospecha, pero el hambre y el suculento aroma a comida chatarra podía más.

Cuando la abrí no esperaba encontrar una hamburguesa de pollo con ensalada, obviamente las cremas y grasosas papas fritas no estaban incluidas.

— ¿Gracias? —Lo miré con la pregunta formulada en mi rostro “¿Está drogada?”

Porque lo estaba ¿No?

—Solo cómelo, a menos que quieras avena o leche de soya —después de decirlo se fue sin más, eso era curioso.

— Esto no te quita lo animal —Miré con pena la apetitosa hamburguesa, parecía que rogaba que me la comiera, bueno, tenía hambre, no es algo que se pueda evitar luego de no haber ingerido sólidos en una semana.

Le di un mordisco enorme, prácticamente me lo tragué para sentir la sensación de algo entrando hacia mi desdichado estómago y pude ser feliz hasta que casi le muerdo a la enfermera que trató de arrancarme la hamburguesa.

Para el almuerzo tuve su visita de nuevo; justo antes de que Eli llegara, él se iba.

Este psicópata me está preocupando, lo digo en serio.

Sé que no debía pensar eso, pero ya me había secuestrado una vez y me mantuvo desnuda, ni idea de la mierda que me haya echo mientras estaba dormida; por eso he solicitado una prueba completa para descartar cualquier sorpresa de nueve meses, es toda una suerte que siga siendo virgen. Según el médico.

Ahora ese maldito policía secuestrador me traía comida a escondidas, esta vez fue una pizza personal, estilo hawaiano. Me recelé un poco antes de empezar a devorármela, ni siquiera Eli pudo evitarlo, llegó cuando tragaba el último trozo.

—Por estas travesuras podrías quedarte más tiempo, Margarita. ¿Cómo estas hoy? —Eli estaba preocupado, aunque no iba a negarlo era muy dulce conmigo— Creo que pondré vigilancia para que no te traigan comida chatarra.

Hasta que se metía entre la comida chatarra y yo—. No la pedí —Y sonreí maliciosamente. Si él supiera…

Él se puso a pensar demasiado concentrado para lo que habitualmente era— No he visto a ninguno de tus amigos, incluso les he avisado. No creas que no encontraré la manera de contactar a tu familia.




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