Secretos Peligrosos: ¿sobrevivirás a la verdad?

8

Ya estaba atardeciendo cuando abrí los ojos de nuevo.

Bags estaba sentado en el lugar habitual de Eli, mi pulso cardiaco comenzó a acelerarse otra vez y la máquina de soniditos raros me delató de inmediato.

— Cálmate Margot, te he traído helado —Había un pequeño contenedor sobre la mesa, él lo abrió y sacó un cono de mi marca favorita, envolvió la base en un montón de servilletas antes de dármelo.

Este tipo debe estar con el cargo de conciencia muy alto o en verdad me ve como una mascota, pensé mientras comía en silencio, no necesitábamos conversar, al menos de momento era así y me alegraba.

Excepto que hoy cambiaría la ecuación de la dinámica.

— A veces Margot, hasta un genio como yo puede cometer imperdonables errores, sobre todo si hay sentimentalismos de por medio —me soltó esa estupidez de repente.

—Ajam —Yo estaba más entretenida comiendo mi helado que escuchando el resto del discurso, hacía años que no probaba uno y para ser franca, estaba manteniendo un buen humor hasta el momento.

—Margot, me estoy disculpando —Me dijo serio y yo me estaba tragando el helado antes de que el enfermero con tendencias porno me lo quitara. Sí, resulta que el enfermero se había disfrazado de médico cuando estaba empujando su salchicha en una doctora vestida de civil.

—Lo sé —respondí para que siguiera hablando y me dejara comer, yo sabía que se había tocado de algún modo por las muertes horribles que Dereck y Camilo habían provocado y otros actos que no comentaré, que pensara que yo estuviera de acuerdo con esos dos no me extrañaba, yo lo hubiera sospechado también.

Lo único que podía hacer en estos momentos era reflexionar. ¡Hurra!

Él suspiró pasándose la mano por la cabeza, cualquiera que no lo hubiera visto inspirado en representar a un asesino serial podría echarle ojo. ¿Era guapo? Sí, con esa cara perfilada, el afeitado perfecto que combinaba con su corta cabellera negra adornada con un mechón blanco que salía de la coronilla y esos estúpidos ojos amatista de niño inocente que podían engañar hasta a un malicioso asesino; un tío de piel clara con vestimentas tan limpias y planchadas, que, a pesar de eso, era un completo desperdicio si me lo preguntaban.

— Solo me basé en los hechos subjetivos, es decir, vi solo lo que quería ver y te juzgué en vez de comprobar todas las evidencias —Levanté la mirada ardida en cuanto escuché su justificación—. Te traté como pensé que merecías ser tratada, llegué a pensar que disfrutabas observando ‘sus acciones’ —dijo refiriéndose a esos dos. 

Eso me hizo recordar cómo había estado, las ratas y sus otras crueldades, había sido una tortura muy bien pensada o solo había sido un tío con un arranque de frustración.

¿Cómo diablos iba a disfrutar de lo que Camilo y Dereck hacían?

Se me ocurrió algo muy cruel.

— Querías ligar con la linda mascotita, pero como le daba bola a un par de maleantes te entró el indio y decidiste castigarla —Lo interrumpí dejando la copa a medio comer sobre la mesita de noche, no pasaba por alto que me había mantenido desnuda y me había hecho sabe qué Dios mientras estaba desconectada de la realdad.

— Pasé días horribles pensando que no viviría luego de que me sometieras a alguna de ‘tus geniales torturas’, me preocupé, no, rogué porque mi exnovio y ex mejor amigo estuvieran a salvo, me hiciste participar de una cruel tortura solo por tu maldita satisfacción —No olvidaba al pedófilo— ¿Y tú me dices que fue porque no entendiste que era posible que YO también fuera una víctima de dos monstruos y actuaste sin pensar?

—Margot —Él seguía suplicando—. Se supone que lo entiendes —Este tío.

—Me llamo Margarita —ladré— Estuve pasándola muy mal, incluso casi muero aquí. ¿Qué clase de hospital es este? —Me iba por la tangente, pero estaba fuera de control y Bags lo sabía, no debió tocar mis nervios aún. Porque no terminaba de asimilar las cosas. Creo que nunca lo haré.

— En lo que a mí respecta detective Merri, debería denunciarlo y acabar con su maldita carrera, no fue un error de cálculo estúpido genio, solo dejaste ir tus más bajos instintos a costa mía porque pensabas que era la chica mala de tus sueños. Tú me hiciste daño, tu presencia me lastima, tu existencia es ácido en mis venas. Eso es lo que quieres escuchar, ¿no?

Nos miramos en silencio, él no parecía molesto ni sorprendido, esa cara insensible me estaba enfureciendo más, como si él aceptara todas las horribles acusaciones que le gritaba, mi compañero de al lado estaba atento esperando el siguiente movimiento, incluso el enfermero de turno estaba de pie y a la expectativa en el umbral de la puerta.

¡Por Dios! Que alguien les pase las palomitas de maíz.

—Tienes razón Margot, por desgracia sabes que hay culpables que son perdonados por los que representan la justicia, pensé que serías uno de ellos por los beneficios de tu padre. Tenía que sacarte la verdad, sin importar cómo.

—Casi me matas cuando ni siquiera estaba en el cuento —ladré notando que él no se hubiera arrepentido.

—Lo sé —Me lo dijo mirándome a los ojos sin titubear—. Lo recuerdo cada minuto.

Reventé con tanta ira por percibir cómo aceptaba las estupideces que le había lanzado y aceptar que mi muerte hubiera sido ‘accidental’ en el cumplimiento del deber, esa sola línea de pensamiento me desgarró por dentro, me hacía sentir que había ayudado a dos malnacidos a jugar con las vidas de chicas inocentes, sentí asco por mi situación en estos momentos, tanto que cogí el helado y se lo tiré junto al resto de cosas que se encontraban en la mesita de noche, el enfermero no tuvo que sacarlo porque en cuanto Bags se embarró con helado derretido (y otras cosas) perdió el habla empalideciendo como un muerto y salió en dos zancadas.




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