Secretos & Venganza

Capítulo 07

Mila Ivanov

Entre la espera a que regresará la señora —la cual por deducción mía es quien se encarga de mantener el orden en este apartamento—, me coloque de pie y mirando cada detalle del inmueble me entretuve.

Las paredes de color blanco almendra en combinación con gris oscuro y la falta de muebles da la impresión de que aquí vive una persona simple y minimalista.

Un pequeño librero en color carmesí se encuentra a unos tres metros del exorbitante ventanal. La sala está adornada por un amplio sofá color gris claro, dos sillones a cada lado de una mesa cuadrada de cristal semi-ahumado, y bajo la misma hay una alfombra negra que se amolda perfectamente con ella. Un llamativo modular blanco sostiene la enorme pantalla TV, y por último se encuentra un cuadro abstracto variando entre las diferentes tonalidades del negro y blanco haciendo una clara referencia a la simetría de una joven mujer. 

A pesar de que predominan los colores neutros hay dos que resaltan de sobre manera. La tonalidad azul frío en sus ojos y ese rojo carmesí sobre sus labios llaman considerablemente la atención.

Curiosa me acerqué hasta ella y descubro que no es un simple cuadro, más bien los lienzos parecen estar estratégicamente pintados sobre el muro.

¿Quién querría pintar a una mujer en su casa? Entonces, ¿aquí dentro vive una pareja o un hombre? 

La incógnita recorre mi mente, pero me veo obligada a alejarme cuando oigo unos pasos acercarse a la sala de estar. 

—El señor dijo que puede pasar —informó con una sonrisa apacible sobre sus labios. 

—¿La señorita Murray se encuentra? —inquirí dudosa, y en respuesta alza sus hombros con despreocupación.

—Venga, acompáñeme —indicó acercándose al mismo pasillo por el cual hace unos minutos se marchó. 

Dándome la espalda y comenzando a caminar sobre sus pasos se aleja de mí. Segundos antes de que voltee me acerco a ella con pasos apresurados y juntas nos dirigimos hacia un estrecho y largo pasillo.

En él se pueden divisar varias puertas de color marrón claro, sin embargo al final de este hay una que destaca al ser de un color marrón más intenso y, es allí donde nos detenemos. 

La señora da pequeños golpes sobre la madera y luego de escuchar un “adelante” por parte de una voz masculina entra indicando que también lo haga. 

Al entrar inmediatamente comienzo a escanear el lugar. No es muy diferente a la sala, todo está en perfecto orden, exceptuando al escritorio y lo que se encuentra sobre el; un revoltijo de papeles que le da un aspecto de oficina privada.

La señora al ver que el hombre sentado del otro lado de dicho escritorio está inclinado con su atención puesta en..., quizás en la búsqueda de algún objeto. No lo sé, el punto es que le da poca importancia a nuestra presencia y la señora de mejillas regordetas carraspea sobre su mano en busca de su atención. 

—¡Mierda! —farfulló al golpear su cabeza contra el borde del mueble.
Intentando recobrar la compostura se incorpora llevando su mano derecha hacia el lugar afectado por el golpe.

Frunce el ceño demostrando que ha recibido un golpe bastante doloroso. Te mereces otro cabrón, maldita lacra.

—Usted debe ser la famosa Mila Ivanov —dijo colocándose de pie, acercándose a nosotras y extendiendo su mano para que la estrechase. 

Mila Ivanov, nombre y apellido que no me pertenecen, pero los cuales me he acostumbrado a oír. Utilizados con el fin de ocultar mi verdadera identidad.

—No creo que famosa —enfatice tomando su mano—. Un gusto conocerlo, ¿señor...?

—Xander, Xander Campbell —completó, con una sonrisa tangible dibujada en sus carnosos labios.

Xander Campbell, hermano mayor de los tres. Entre los tres que conozco, es uno de los peores. Tal es su maldad que Kaleb me había negado la oportunidad de conocerle o siquiera acercarme a indagar quien es.

Solo lo he visto en una ocasión —desde lejos—, y gracias a eso es posible que no sepa quien soy. De igual manera tiene esa mirada verde que tanto caracteriza a los hermanos Campbell, misma que con solo mirarlo me recuerda al padre de Ian.

—Un gusto —dije en un intento porque mis palabras sonarán firmes y no como la completa mentira que son. 

Creí haberme alejado lo suficiente para que este tipo de cosas no ocurriera, pero claramente me equivoqué y la única salida que me queda es rechazar este trabajo. 

—Lo mismo digo. Por favor, tome asiento —pronunció señalando la silla frente al escritorio—. ¿Desea algo de beber? —negué y tome asiento dejando mi bolso sobre las piernas—. Puedes retirarte, Helen —gesticuló de modo amable.

El silencio y su mirada puesta en mí están haciendo que el momento sea demasiado incómodo.

Por largos minutos se queda así, viéndome como si estuviese intentando ver más allá de mi persona, hasta que una melodía clásica lo desencaja y corta el lazo entre nuestras miradas poco placenteras. 

Alzando su dedo índice pide que le dé un minuto y toma el móvil de sobre el escritorio respondiendo al teléfono.

Al principio la conversación que mantenía con la otra persona parecía muy tranquila y algo monótona, sin embargo de pronto cambió y lo vi pasando sus dedos por las hebras castañas de su cabello con desesperación.

—Te dije que ahora no puedo, ¿acaso eres sordo? —vociferó manteniendo el semblante y la mandíbula tensa—. Al carajo con lo que él quiera —farfulló colgando el llamado y tiró el móvil en la superficie del escritorio, como si el pequeño aparato le molestara—. Lo siento —suspiro relajando la expresión en el rostro—. A veces las personas no entienden una negativa —bufo, desganado.

—No se preocupe —pronuncié un tanto vacilante—. ¿Su prometida se encuentra? —pregunté e inmediatamente alzó una ceja a modo de interrogación—. Debo decirles algo y necesito que ella esté presente para ello —aclare.

—Tuvo una emergencia —respondió—. Pero podemos posponer la reunión para otro día. Claro, sí a usted le parece bien —espetó dudoso. 



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En el texto hay: mafia, romance, amor y venganza

Editado: 01.03.2023

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