Secretos & Venganza

Capítulo 11

Narrador omnisciente

 

Al llegar a la pastelería Mila bajo rápidamente y lo primero que sus ojos divisaron fueron los cristales hechos añicos y el cartel de dulce sueños destrozado.

Los trabajadores se encontraban fuera de la propiedad y ni por un segundo dudo en acercarse a ellos para indagar al respecto.

A pesar de que ella llevaba ropa holgada y su cabello castaño recorrido en una coleta Joseph supo reconocerla e indudablemente se acercó. Lágrimas se encontraban aglomeradas en los ojos del rubio, sin embargo trató de no mostrar lo afectado por la situación y le entregó un sobre, cuyo color oscuro no deparaba nada bueno.

—Dice que es para ti —murmuró tratando de controlar el sollozo que corrompía su voz.

Se le veía muy afectado y no era para menos. Él había crecido junto a la pastelería, había aportado más de cuatro años dentro y ahora la veía completamente destruida al igual que todo el empeño aportado durante ese tiempo.

Su mejor amigo estaba triste, derrotado y a la vez muy afligido. Verlo de aquel modo la hizo sentir mal.

En su pecho sintió como el corazón se le encogía y, quiso preguntarle que había pasado mas sin embargo las palabras se le quedaban atoradas en la garganta.

Miro el sobre de color negro, el cual no posea remitente o estampilla que indicara de dónde o quién venía.

Algo extrañada y temerosa procedió a sacar lo que se hallaba en su interior y comenzar a leer lo escrito.

¡Ay pequeña zorra!

Has cometido un gravísimo error y estas son las consecuencias de ello.

Ten cuidado con lo que haces. 
No cometas errores, ni un paso en falso o sabrás quien manda en esta ciudad. 

Supe, sé y siempre sabré lo que haces.

Recuerda, esto solo es una mínima advertencia; La próxima vez iré directo hacia ti. Te daré donde más te duele, me desharé de tu bastardo y lo presenciarás.
 


 

  Tu maldita sombra.
 

Pd; No olvides de donde vienes, maldita escoria.
 


Al terminar de leer esa nota el ritmo cardíaco de Mila se aceleró en demasía, sus piernas comenzaron a flaquear y el desconcierto la cegó por incontables segundos.

Aquella nota no significaba una simple advertencia, más bien ser trataba de una clara amenaza de alguien que seguía gran parte de sus pasos. Alguien la perseguía y temía que ese mismo ser atentara contra la vida de su pequeño.

De pronto la oscuridad en la que sumergió la arrastro hacia un solo pensamiento; la daga, debía verificar que no se la hubieran llevado.

Se olvidó por completo de sus emociones y alejándose gritó un—: Cuiden de Ian —, con autoría.

—¿Mila, a donde vas? —al ver como Mila tiraba aquel papel y corría hacia las instalaciones rotas Luis vociferó con el afán de que se detuviera, sin embargo ella no se detuvo y se perdió entre los muros de concreto—. Esto no puede ser verdad —refunfuño su acto desesperante.

Ella entró e hizo caso omiso a los destrozos y continuó su trote cuesta arriba, hasta llegar a su oficina.

En esta vio papeles esparcidos por el piso, cristales rotos por doquier, pero nada de eso le era importante, solo quería encontrar aquel objeto que poseía demasiado valor emocional.

Su respiración escaseaba, sin embargo eso no le impidió caminar rápido hasta aproximarse al escritorio de roble y comenzar una búsqueda desesperada.

Inicio abriendo la caja fuerte, pero nada más que la mochila se encontraba allí dentro. Se volteó abriendo cajón por cajón a una velocidad que dejaba entrever su desesperación por hallarla.

Se maldijo entre dientes por no recordar dónde la había dejado anteriormente. Un temblor leve se apoderó de ella y aún así continuó hasta dar con el indicado, ejerciendo más fuerza de la necesaria abrió el cajón superior izquierdo y al ver que el objeto que su hermano le había entregado cuando pequeña estaba allí un largo suspiro de alivio abandono sus labios.

—Mila —una voz agitada pronunció su nombre, la aludida alzó la mirada y vio que se trataba de Ksenia.

—¿Qué... qué haces aquí? —al no saber si su amiga había visto el objeto que tenia entre sus manos se puso un tanto nerviosa y titubeó— ¿Dónde esta Ian? —cuestionó alzando la voz.

—Esta con Luis —la pelinegra replicó, mientras respiraba agitada y ansiosa por recuperar el aliento— ¿Qué haces aquí? —indagó curiosa.

—Nada —trato de responder sin inmutarse, en vano había sido pues sus manos se aferraron fuertemente en la daga y un parpadeo ligero hizo que Ksenia dudara e intentará indagar más, sin embargo Mila se adelantó a eso alegando—: Vamos antes de que llegue la policía.

Ksenia se dio media vuelta con la duda carcomiéndola por dentro y Mila aprovechó el momento para guardar la daga en el bolsillo trasero del jeans azul que llevaba puesto, mientras se dirigía en dirección a la salida.

Estaba por salir de su oficina, sin embargo percibió un olor extraño que captó su atención. Quiso omitir aquel fuerte olor pero al ver un rastro de pintura no perteneciente al de su oficina no puedo controlar su curiosidad y con pasos sigilosos siguió el rastro de pintura.

Miro y a simple vista se trataba de una mancha color verde, una mancha que la condujo hasta la puerta, la movió y al ver el dibujo que se encontraba detrás de esta colocó una mano sobre su boca, reprimiendo un grito lleno de temor y angustia.

—¡Ksenia! —exclamó a través de un eufórico grito.

La pelinegra que estaba esperándola fuera del despacho se hizo presente en unos pocos segundos mirándola interrogante por haber oído semejante grito.

—Nos encontraron —bramó con lágrimas empañando sus ojos—. Los Campbell nos encontraron —repitió y su voz sonaba trémula.



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En el texto hay: mafia, romance, amor y venganza

Editado: 01.03.2023

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