Secretos & Venganza

Capítulo 29


Narrador omnisciente

 

Con el correr de las horas la noche los encontró, dejando una cuidad embelesadora iluminada por las tenues luminarias de las calles, edificios y viviendas.

Smith, se encontraba alistando todo para el día siguiente, cuidaba de cada detalle, de cada hombre y arma que podría llegar a ser o no empuñada por los mismos. Cada detalle era esencial para la guardia de su jefe y aún que él había mencionado que portarán armas de bajo calibre y con balas de salva, Smith, supuso que deberían estar listos para lidiar con cualquier intervención.

Él registraba y también visualizaba de cada arma que era equipada en los coches.

— Desobediente y testarudo. ¿Acaso no sabes obedecer una orden? — inquirió Montserrat, incordiando al castaño que muy concentrado estaba en su trabajo.

Él solo le dedicó una corta mirada con mucho reproche y se volteó dándole la espalda, dejando en claro que no estaba para perder su valioso tiempo con ella.

— Ahora te sientes importante — continúo molestando —, veremos cuánto te dura el "poder".

Farfulló algo irritada por el modo tan...
Arrogante que poseía el castaño cuando le dirigía la palabra. ¿Quién se creía él? ¿Acaso no sabía lo importante que ella era para la organización? ¿No sé daba cuenta de eso o era ciego?

Pensó ella.

— El poder, como tú le llamas. Durará hasta que yo esté dispuesto a irme y tomar mis propias decisiones. ¿Lo entiendes o tengo que ser gráfico para que tu pequeño cerebro pueda procesar la información? — una sonrisa altanera se dibujo en sus labios antes de voltearse a verla con los dientes apretados y como sus ojos brillaban del coraje.

— Vete a la mierda — masculló ella.

Un chico moreno y de ojos verdes carraspeó para atraer la atención de los dos que mantenían una fuerte batalla de frías miradas.

Smith fue el primero en voltearse y mirarlo con expresión tosca.

— Lamento interrumpirlo. — pronuncio cabizbajo — El joven Damián, se encuentra fuera y ha dicho que necesita verlo con suma urgencia — el ceño fruncido de Smith, era de confusión y asombro.

— Creí que él estaba en Canadá. ¿Para qué...?

— Yo también. — dijo acelerado e interrumpiendo a la morena — Si supiera te lo diría — respondió obvió.

— Ya deja de ser tan imbécil — finiquitó ella, ya cansada de su arrogancia y actitud sobradora con todos los empleados.

— Ya deja de ser tan metiche en lo que no te concierne — ataco del mismo modo que ella.

Pasó por un lado para ir averiguar qué hacia su hermano allí cuando antes le había prohibido que se acercara sin previa anticipación.

— Tú, vienes conmigo — ordeno señalando al chico, el mismo que le llevó el recado.

Montserrat, se cruzó delante de él y lo miró fijamente para decir; — Yo también iré — habló segura, sin dudar y con un toque de alegría en sus facciones.

— No te interpongas en nada — era una clara advertencia o amenaza.

— Lo intentaré — respondió alzando sus hombros con fingida inocencia.

Rodando los ojos y cansado de tantas niñerías camino hacia dónde estaba su hermano, el cual se encontraba caminando de un lado a otro nervioso y ansioso por ver a Jeremy.

— ¿Damián, qué haces en este lugar? — fue lo primero que dijo al llegar al mismo lugar donde se encontraba su hermano.

La pregunta habia sido realizada con naturalidad, sin embargo Jeremy por dentro era un mar desorientado por la duda y el enojo.

— Las encontré — anunció el chico, anticipándose a cualquier reclamó por parte de él.

Jeremy, ante lo dicho por su hermano no pudo controlarse y tampoco avanzar directamente hacia su cuello.

Era su instinto, ese demonio que lo revivió de la misma muerte, haciendo de un chico sin ningún tipo de violencia u hambre de venganza en alguien impulsivo e impaciente. Ese mismo que lo transformo en un hombre muerto en vida, con demasiado odio y resentimiento hacia una familia.

— ¿Donde? ¿Cómo...? Dime como lo has hecho — inquirió batiendo a Damián, mientras lo sujetaba del cuello con fuerza.

Eso no duró más que unos pocos segundos, pues Montserrat, extendió su mano y le pidió el arma al joven que se encontraba junto a ella admirando la escena en absoluto silencio.

— Lo siento, la bestia no ha cenado — dijo fingiendo inocencia y sin mostrar ni una pizca de culpa por haber golpeado a Jeremy Smith detrás de su cabeza.

— Sigues siendo la misma desquiciada — alegó Damián, mirándola con esos ojos azules que emanan el mismo frío del hielo.

Acostumbrada a él carácter de ellos, le sonrió con simpatía y tomó su alegación como un agradecimiento

— De nada. ¿A qué se debe tu honrada visita? — inquirió, no por interés sino por curiosidad.

— Eso a ti no importa. Llevémoslo  dentro — mencionó ayudando al joven que a duras penas sostenía a su hermano.

Mientras esperaban y esperaban a que Smith despertará de su obligado sueño. Damián y Montserrat, mantuvieron una conversación sobre su pasado y el plan que cada uno tenía a futuro.

Hablaron de las venganzas pendientes, del perturbador sueño que él tenía; ver como sus enemigos ahogarse en dolor y propia sangre estaba entre sus planes, mientras que ella solo le contó el tedioso trabajo que prontamente le sería asignado.

— Bella esta despertando. — pronunció viendo como Jeremy comenzaba a moverse sobre el sofá — Creo que debo irme — dijo colocándose de pie para ir a escabullirse dentro de su habitación.

Él negó con una sonrisa agraciada.

— Vete o ya sabes como se pondrá — dijo Damián, murmurando bajo para que su hermano no lo oyera.

— Nos veremos pronto, sexy guy — se despidió tirándole un beso mientras cerraba un ojo de manera galante.

Algo que usaba con sus viejos amigos, en ocasiones de bromas o para incordiar a unos de los chicos.

Antes de dejar todo rastro de ella, le pidió a unos de los hombres que llevaran un vaso de agua fría para Smith y que procurarán de la seguridad del perímetro.



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En el texto hay: mafia, romance, amor y venganza

Editado: 01.03.2023

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