Estoy en estado de shock por la cantidad de secretos que están inundando mi mente. No solo está el linaje dudoso de la exreina, sino también la participación del duque en la muerte de su propio hermano. Lo último no me sorprende en absoluto; ese hombre es capaz de hacer cualquier cosa imaginable con tal de obtener un poco de poder.
De repente, salgo de mi trance al escuchar un fuerte estruendo. El capitán ha tirado su escritorio, haciendo que todas sus cosas caigan al suelo. Me levanto asustada de mi asiento al verlo en un ataque de ira, derribando todo lo que encuentra a su paso y golpeando las paredes del barco como si quisiera destruirlo todo. Ha descubierto quién mató a su hermana.
Entonces, miro a su sobrino. Su rostro es una máscara de hielo, sin mostrar emoción alguna. De pronto, toma mi mano y me empuja hacia un rincón de la habitación, colocándose frente a mí para protegerme de los fragmentos de vidrio que vuelan debido a la furia de su tío haciendo que mi corazón se acelere, pero no se si es por miedo o por otra cosa.
-Ya terminaste con tu berrinche.
El capitán, con la respiración acelerada y los ojos aún cargados de furia asesina, recupera poco a poco la compostura digna de la realeza. Se endereza, se acomoda el chaleco y, con un gesto firme, se pasa las manos por su cabello largo y canoso, echándolo hacia atrás. Con una elegancia casi desconcertante, levanta la silla que había tirado, se sienta y contempla su desastre en completo silencio. Pero es ese silencio lo que está devorándome los huesos de miedo, temiendo lo que podría hacer si vuelve a perder la cabeza. – sin contestar a su sobrino me mira detrás de el y me dedica una sonrisa ancha que me desconcierta de sobremanera.
—Señorita, le pido disculpas por mi comportamiento en su presencia. Esto no es algo que una dama deba presenciar, así que le solicito que se retire al camarote de mi sobrino, ya que tengo más asuntos que discutir con él a solas.
—No hay problema, me retiro —respondo mientras hago una pequeña reverencia y me giro, intentando abandonar el lugar lo más rápido posible. Sin embargo, antes de que pueda escapar, una mano toma mi brazo y me detiene en seco.
—¿Sabes dónde está mi camarote? —me pregunta el rey... ¿o debería decir el exrey? Aún no tengo claro cómo debo referirme a él ahora que ha renunciado a su título o algo así. Pero, para responder a su pregunta, niego con la cabeza.
—Te acompaño, tío. En un momento vuelvo —dice, tomándome de la mano y jalándome tras él. Lo sigo, mientras un hueco se forma en mi estómago. Me guía por los pasillos del barco hasta detenernos frente a unas puertas decoradas con calaveras de acero. Las abre, revelando una habitación sorprendentemente limpia para ser parte de un barco pirata.
Suelta mi mano como si le quemara y cierra las puertas tras nosotros. Me quedo en mi lugar, sin saber qué decir, mientras él se da la vuelta y me mira con una intensidad que nunca antes había experimentado en mi vida.
—¿Te encuentras bien?
—Sí, estoy bien —respondo con rapidez.
—Deberías cambiarte, estás empapada todavía.
— Me gustaría, pero creo que nada de mis cosas está seco.
Me observa en silencio por unos segundos, como si estuviera decidiendo algo, y finalmente abre un baúl. Saca un vestido ligero, adornado con pequeñas flores de color lila, y me lo extiende.
—Póntelo. Era de mi madre cuando era joven; creo que te quedará bien.
Sin decir nada más, se da la vuelta y sale de la habitación, dejándome sola con el vestido en las manos y el corazón latiendo a toda velocidad.
¡Espero que les guste! Perdón por la ausencia, tuve algunos problemas familiares, pero prometo subir un capítulo todos los viernes para que puedan seguir leyendo mi historia. Sin más que decir, espero que lo disfruten.