CAPITULO 31 NICOLAS SAFEHOLD

No sé qué carajos me pasa con esa chica. No debería importarme lo que le pase; no es de mi familia como para que me importe. Sin embargo, siento una extraña responsabilidad por su seguridad, algo que jamás había experimentado antes. Pero no tengo ganas de cuestionar esos sentimientos contradictorios, mucho menos por qué carajos le di el vestido de mi madre. A ella. A una chica sin nada extraordinario.

Llego al destrozado camarote de mi tío y lo encuentro sentado, tal como lo dejé, aunque ahora tiene una copa de licor —o tal vez varias— en el cuerpo. Me acerco con cautela y, al mirarlo, puedo ver más allá de él: el dolor por la pérdida de mi madre sigue presente. Es una herida que nunca ha sanado, igual que la mía. Un dolor tan intenso que todavía quema, incluso después de todos estos años.

Sabía, por mi padre, lo difícil que fue para mi tío dejar ir a su única hermana para que estuviera con él. Recuerdo claramente sus palabras: "Tu tío fue un dolor en el culo; no confiaba en que pudiera mantenerla a salvo." Y, lamentablemente para mi padre, tenía razón. Así es como ambos terminaron muertos, en el fondo del océano, por confiar en un bastardo sin ningún sentido de lealtad, ni siquiera hacia su propia familia, hacia su propia sangre. Aunque no culpo del todo a mi padre; el bastardo era su hermano.

En este momento agradezco ser hijo único. Yo fui un milagro para mis padres, y no voy a permitir que su muerte quede sin venganza.

Toco el hombro de mi tío, apretándolo ligeramente para que me mire a los ojos.

—¿Desde cuándo lo sabes?

—No hace mucho, la verdad. Nos vio la cara a todos —responde con un tono pesado.

—¿Cómo lo descubriste? Quiero los detalles, no te guardes nada.

—Tenía varias sospechas. Algunas cosas no cuadraban en la investigación sobre la muerte de mis padres. Así que no descansé hasta que encontré el expediente que él había ocultado. Resulta que fue una bomba, no una maldita roca, lo que hizo que se hundieran. Luego empezaron a surgir reportes extraños en otros reinos, sobre personas haciendo cosas que eran claras señales de D-12T. Las alarmas comenzaron a sonar, así que mandé a Leopoldo al ejército para tenerlo controlado. Pero no había evidencia de nada... hasta que llegó ella. Y confesó.

—¿La chica? ¿Qué tiene que ver en esta mierda?

—El maldito drogó al cuñado de la chica para que la violara y le hiciera daño. Ella, al defenderse, lo mató. Luego la amenazó con enviarla a la isla y matar a su familia si no hacía lo que él quería. Así que le dio una identidad falsa para ganarse a mi abuela y hacerla pasar como mi asistente. Su trabajo era informarle de todos mis movimientos y, finalmente, matarme.

—Mierda, lo planeó todo... —dice mi tío, maldiciendo entre dientes—. Debe haber estado pensando en este plan durante años.

—Eso parece —respondo con amargura—.

—¿Pero por qué ella?

—No lo sé. Nada tiene sentido cuando se trata de ella. Parece tan... inocente.

—Todo empezó con esa chica, por eso está aquí. Hay algo más en su historia, algo que no sabemos. Por eso no puedo perderla de vista.

—¿En qué sentido?

—No lo sé. Pero tiene que ser especial para que él la haya escogido. Hay algo que no cuadra.

—A mí tampoco. Por eso la mantengo cerca —respondo, decidido.

No puedo permitirme que me vuelvan a tomar desprevenido. Por eso estoy haciendo todo esto, y no puedo fallar. Por mis padres, por su memoria, y por el bien del reino.

—No fallaremos. Estaremos juntos, hijo. No te dejaré solo. Vamos a acabar con él y a defender tu reino.

El tío me aprieta el hombro y me dedica una pequeña sonrisa, lo ayudo a levantar su escritorio levantamos los documentos y nos ponemos a idear planes para acabar con el bastardo de una vez por todas.