Por vergüenza, decido que desayunar está sobrevalorado, y ahora estoy pagando las consecuencias. Siento cómo mi estómago exige comida con fuertes gruñidos, así que salgo de la cama en busca de la cocina para tomar un pequeño aperitivo. Justo cuando abro la puerta para salir, lo encuentro de pie, con una hogaza de pan y una manzana en las manos.
—¿Vas a algún sitio?
—Iba a buscar algo.
—¿Qué cosa?
—Tengo hambre.
—La hora de comer se terminó. —Entra a la habitación, deja el pan y la manzana en la mesita de noche, se acuesta en la cama y cierra los ojos. Yo me quedo de pie, con la puerta aún abierta.
—¿Te vas a quedar ahí de pie? —dice con los ojos cerrados.
Eso me da el valor de cerrar la puerta y sentarme en la silla junto a la cama.
—¿No tenías hambre?
Entonces abre los ojos, señala la comida con la mirada y luego me ve.
—Come.
Es entonces cuando me atrevo a comer la manzana.
Lo miro, y noto cómo me observa con curiosidad en la mirada.
—¿Por qué no sabes nadar?
—Nunca me enseñaron. A mi madre no le gusta el agua, por lo tanto, mi papá nunca nos enseñó.
—Asiente con la cabeza. Háblame de tu familia.
—Majestad, no creo que sea relevante.
—Dime, Nicolás… ya no soy rey, pero aún decido lo que es relevante o no.
—Bueno… no hay mucho que contar. Mi familia es dueña de una panadería, yo trabajaba allí. Tengo dos hermanos mayores. Enrique está en el ejército, también lo estuvo mi padre.
—¿Y tu madre? ¿Qué hay de ella?
—Bueno… ella es ama de casa.
—¿Y te llevas mal con ella?
—No nos llevamos tan bien.
—Ya veo. ¿Me puedes hablar del día del incidente?
Me encojo en mi asiento.
—No hay nada que no te haya dicho antes.
—No te estoy acusando de nada. Solo que… a veces el trauma no te deja ver detalles que pueden ser importantes. Piensa un poco. Tal vez no solo de ese día… los días posteriores también son importantes. O el comportamiento de tu familia… tal vez.
Me pongo a pensar mientras como el pan que trajo para mí. El día que el duque se presentó en mi casa, yo estaba trabajando en la panadería, y mis padres lo recibieron. Cuando llegué, mi madre intentaba impresionar a la visita lo que es muy raro en ella ya que solo es así con la gente que conoce, mientras mi padre conversaba con él en su oficina. Después, me llamaron. Estaba muy nerviosa, pero me encontré con mi padre saliendo; me miró con mucha lástima. Me hizo pensar que sabía lo que estaba pasando y me dijo que todo iba a estar bien.
—¿Crees que tu padre y mi tío se conocen desde antes? Dijiste que tu padre estuvo en el ejército. Tal vez se conocieron en esa época y se hicieron amigos.
—No lo sé… tal vez. Nunca los había relacionado hasta ahora.
—Para mí tiene sentido. Son amigos, Entonces probablemente hicieron que sus hijos se conocieran y trabajaran juntos. No me sorprendería que todo fuera idea de ellos… incluso usarte.
—¡Eso no puede ser cierto! Mi hermano y mi papá nunca me harían algo así.
—No sabes cómo la idea de tener poder puede corromper a una persona… y más si no son tu verdadera familia.
—¿De qué estás hablando?
—¿No lo sabes?
— ¿De qué estás hablando?
Lo veo levantarse. Camina hacia un cajón, saca unos papeles y me los entrega.
Es un certificado de adopción.
Espero les guste el capitulo.
PDT: Feliz dia del libro