Secretos y ambiciones

CAPITULO 36 ADA WHITE

—¿Estás sugiriendo torturarlo? Me estremezco solo de pensarlo.
—La verdad, no sería viable. Fue militar… moriría antes de hablar.
—¿Entonces qué le vas a hacer? —pregunto con todo el miedo del mundo—. Aunque no sea mi papá biológico, lo quiero. No quiero que lo lastimen.
—Jugaremos con su mente. Aunque no seas su hija de sangre, él te crio. Debe tener un apego emocional contigo. No sé si será lo bastante fuerte como para traicionar… pero hay que intentarlo.

Ambos estábamos acostados, mirando en silencio el techo, como si ahí arriba hubiera alguna respuesta. Después de unos segundos, sin decir nada, nos sentamos en la cama. Él quedó de espaldas a mí, inmóvil.

—Tendrás que ser fuerte. Esto no acabará pronto… y tampoco terminará bien. Eso te lo puedo asegurar. En las guerras nunca hay ganadores, solo quedan perdedores que aprenden a vivir entre la tragedia y la destrucción.

Sin mirarme, se levantó, caminó hacia la puerta del camarote y la abrió.

Sin decir nada más, se fue.

Me quedé sola en la habitación, mirando el pedazo de pan que me había traído. El hambre había desaparecido, pero por alguna razón no podía apartar los ojos de él. Tal vez era porque nadie antes se había molestado en guardar comida para mí… o quizás solo quería concentrar mi mente en otra cosa que no fuera en cómo llegué a este mundo.

Pensé en mi familia y en las diferencias que compartíamos, y fue entonces cuando me pregunté cómo sería mi familia biológica. Con ese pensamiento me pasé toda la tarde sin salir, haciéndome un millón de preguntas sin respuestas… sin nadie que pudiera dármelas.

Vi cómo el sol comenzaba a bajar hasta desaparecer por completo, tiñendo el cielo de rojo. Fue entonces cuando recordé que el pueblo donde crecí iba a ser atacado por piratas. En ese instante dejé mis sentimientos a un lado y me llené de valor para enfrentar la realidad. Sabía que lo iba a necesitar si realmente pensaba hacer lo que tenía en mente.

Cambiar la opinión del ex rey no sería nada fácil… pero lo iba a intentar.

Salí del camarote con más determinación de la que jamás había sentido. Al poner un pie en la cubierta, lo primero que vi fueron decenas de hombres con rostros duros, afilando espadas y preparando sus armas para derribar un imperio.

Busqué entre todos ellos al hombre con el que deseaba hablar, pero antes de encontrarlo, una mano me sujetó con fuerza del brazo y me arrastró de nuevo hacia el interior del barco.

Me di la vuelta, y para mi sorpresa, quien me había detenido era nada menos que el capitán.

Sin decir palabra, me llevó a su oficina. Me quedé de pie, lo más cerca posible de la puerta, mientras él se sentaba en su silla, observándome sin pestañear.

Luego me hizo un gesto para que me sentara frente a su escritorio.

Me acerqué tan lento como pude, sintiendo el peso de su mirada fija en mí… y me senté.



#2393 en Thriller
#1133 en Misterio
#10566 en Novela romántica

En el texto hay: mentiras, reinos y realeza, amorproíbido

Editado: 04.06.2025

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.