Siento cómo me sudan las manos mientras escucho a los guardias entrar en los diferentes vagones del tren. Siento mi corazón bombear sin parar hasta que pasan frente a nosotros.
—Documentos —pide el guardia.
Tomás o James —aún no logro distinguirlos— le ofrece la documentación. Veo cómo las revisa uno por uno hasta llegar a las mías; noto que les presta más atención que a las de mis acompañantes. Luego me mira a la cara.
—¿Bella Kelley? —me pregunta.
—Sí, soy yo —le contesto con toda la confianza que poseo en ese momento—.
—¿Cuál es la razón de su visita al reino de Lignum?
—Solo vamos a visitar a nuestra abuela. Su salud cayó en picada y vamos a verla.
—¿Y cuándo regresan? —pregunta el guardia.
—Como le comenté, está enferma; no sabría decirle cuándo regresaremos; eso depende de su avance —le responde Tomás.
—Bueno, que tengan un buen viaje.
El guardia se aleja y yo, suspiro de alivio.
¡O mierda! Por un momento pensé que nos descubriría y que tendría que degollarlo.
Ese comentario me hace estremecer de miedo. Por un minuto olvidé que estaba con piratas, conocidos por matar y robar. Eso me hace recordar mi hogar y lo que pasó con mi familia. El miedo comenzó a invadirme junto con el recuerdo del fuego y los gritos a mi alrededor mientras era arrastrada.
—¿Qué pasó con mi familia? —pregunto, mirando hacia otro lado, evitando sus caras.
—Ellos fueron llevados a la nave para ser interrogados por el teniente —responde uno.
—¿Quién es el teniente? —los volteo a ver y noto un destello de burla en sus rostros cuando contestan:
—El sobrino del capitán, ¿quién más que el temido Fantasma Silencioso? ¿De verdad no has oído hablar de él?
Siento cómo el corazón se me oprime al pensar que están hablando de su majestad, el rey de Safehold.
—¿Están hablando del rey? —pregunto con un hilo de voz.
—Bueno, ya no es más un rey… ¿o sí? —me contesta James—. Al fin tomó el lugar que le corresponde. La verdad, ya me estaba cansando de tener un teniente con doble vida. Pero no puedes quejarte, ¿sabes? —añade Tomás.
Siento cómo un nudo se forma en mi estómago.
—Eso no puede ser —respondo en total sorpresa—. Él no puede ser un pirata despiadado como ustedes.
—¿Como nosotros? —me cuestiona James, sonriendo con ironía—. Querida, él es el peor pirata de todos los tiempos, incluso más que el propio capitán. Aunque debo reconocer que también es un gran actor: eso de ser rey piadoso durante el día, mientras que por las noches era un fantasma silencioso que saqueaba los reinos vecinos. Eso sí es crueldad.
Al ver mi cara de shock, Tomás se acerca y toma mi mano.
—Pero si te soy sincero, yo tampoco lo hubiera imaginado. Es un buen rey con su pueblo, e igualmente un buen teniente con su tripulación. Supongo que tuvo que lidiar con su doble identidad desde el día en que nació, perteneciendo a dos mundos totalmente distintos.
Hace una breve pausa y añade con una sonrisa traviesa:
—Pero, si te hace sentir mejor, eres la primera mujer que el teniente lleva a la nave.
Con ese comentario lanzado, siento cómo mis mejillas se calientan, y las sonrisas de sus compañeros lo confirman.
—¡No es lo que parece! —exclamo, completamente alterada por el atrevimiento de insinuar algo así.
—Sí, claro —contestan los dos al unísono.
—Él solo me usó para llegar a mi familia y sacar información —digo con rabia contenida.
—Si eso fuera cierto —responde James con tono firme—, el teniente la habría usado y ya estaría en los calabozos junto con su familia por traición… o en el fondo del mar. No aquí, con escoltas de primera que la cuidaron con sus vidas por miedo a ser despellejados vivos, rumbo a un castillo con todas las comodidades.
Me quedo callada ante tales conjeturas.
—Por favor, no me haga cuestionar su inteligencia, querida… ni la mía —añade Tomás con voz grave—. Es más que claro que entre ustedes hay algo. No me concierne, pero usted debería tenerlo presente.