Nora.
SANGRE.
Está por todos sitios. El charco de líquido rojo oscuro del suelo está expandido, se multiplica. Tengo sangre en los pies, en la piel, en el pelo... Casi puedo notar su gusto, olerla y sentir como me cubre. Me estoy ahogando, me asfixio con la sangre.
¡No, para!
Quiero gritar, pero no puedo inspirar suficiente aire. Quiero moverme, pero estoy atada y no puedo. Las cuerdas se me clavan en la piel al forcejear.
Sin embargo, si oigo los gritos de ella. Son alaridos inhumanos de agonía y dolor que me desgarran por dentro y me dejan la mente tan desarrollada y mutilada como su piel.
El levanta el cuchillo de nuevo y el charco de sangre se transforma en océano, la resaca me absorbe...
Me levanto chillando su nombre con las sábanas empapadas empapadas de sudor frío.
Por un momento, estoy desorientada... Y entonces me acuerdo.
Él ya no volverá a por mí.