Salí de mi habitación, luego de apagar la alarma, para ir a desayunar. Antes de que comencemos el viaje hacia el supuesto refugio, me gustaría tener algo en mi estómago. Me hace feliz que después de todo lo que pasé, no halla perdido el apetito todavía.
-¿Podemos hablar? - me sorprendí al verlo sentado en una de las sillas del comedor, al parecer somos lo únicos que madrugamos.
-No veo de qué - traté de ser lo más indiferente, y fui hasta la mesada para servirme un poco de café, con unas tostadas.
-Por favor, necesito hablarte - me miró de reojo, mientras espera a que me siente al lado suyo. Alcé una ceja, y me fui a una de las mesas del fondo.
Pude sentir como bufó, y se acercó a mi lado.
Cerré mis ojos - Isaac, es temprano para discutir. Y tu sabes mejor que nadie, que lo que pasó fue más claro que el agua.
Éste se quejó y negó lentamente - no entiendes, estoy mal, y yo se que tú también. Entiendo que no me perdonarás nunca, y que me odias. Pero por lo menos quiero que aprendamos a convivir en una misma habitación, sin que nos estemos mirando mal constantemente - rodó sus ojos y cubrió su cara.
Apreté mi boca y seguí bebiendo mi café - haz lo que quieras.
-¿Acaso escuchaste todo lo que te dije? - me miró con sus cejas en alto.
Me encogí de hombros, sintiendo como un escalofrío recorre toda mi columna vertebral - ya no quiero hablar más, ¿no lo entiendes? No te tolero - mentí, ya que no puedo decir lo contrario, quedaría como una loca - Isaac, yo se que lo que hiciste fue por Lizzie, pero tanto tú como yo, sabíamos que había otra forma de tratar las cosas. Sin embargo hiciste lo peor.
Éste me miró dolido y bajó su cabeza - lo siento mucho niña.
Sus palabras hicieron que me sienta congelada. Nunca lo oí decir que lo sentía, y no pude evitar sentir que sus palabras son de puro sentimiento, dolor y sinceridad. Alcé mi vista y me lo quedé viendo unos minutos, dejé el café a un costado, y rasqué mi nuca algo nerviosa.
-Valoro mucho que lo sientas, pero lamentablemente no cambia las cosas que me hiciste. Estoy dañada ¿sabes lo feo que es? - reí mirando a mi alrededor - no tiene sentido hablarlo contigo, ya que no lo entenderías. Ya está Isaac, no hables más. Que en éste caso las cosas no se solucionan hablando, se solucionan dejando ir a la persona que se dañó. Yo - arrugue mi frente y me señalé.
Éste asintió con sus labios bien apretados - tal vez te entienda más, de lo que lo haría cualquier otro. Niña, yo jamás te hice o te haría daño. Yo sólo te protegía, ¿crees que tuve la opción de poder elegir lo que yo quería? ¿crees que mi padre me hubiera dejado? - sacudió su cabeza - pasé por muchas cosas en mi vida, y nunca tuve a alguien que me dijera un lo siento - suspiró profundo.
Lo miré incrédula, mientras dejo de lado toda la comida. Ya me quedé sin apetito - ¿ahora me tengo que sentir afortunada por las disculpas que me diste?
-No te lo quise transmitir de eso modo, yo... - abrió su boca, pero luego a la cerró - estás enojada conmigo, no tiene sentido que siga hablándote. Si lo único que oyes, son mis palabras transformadas en cosas malas, estás a la defensiva y lo entiendo - se levantó de su asiento - te dejo tranquila.
Mi mentón comenzó a temblar - te odio tanto, no comprendo tu inquietud de arreglar las cosas, si luego te vas y haces como si nada hubiera pasado - sobé mi nariz - ni yo me entiendo cada vez que intento hablarte. Siento que las palabras se me confunden, al punto en el que ya no puedo pensar que decirte - cerré mis ojos - no soporto estar mal contigo, pero tampoco creo lograr estar bien contigo.
Éste asintió lentamente - pienso lo mismo, la diferencia es que yo decidí tratar de hacer lo segundo contigo - se encogió de hombros - pero no funcionará hasta que tú elijas que seguir. Y no te culpo por eso, ya que claramente es mí culpa - alzó sus cejas y se giró para luego salir del comedor.
No lo detuve, dejé que se vaya, ya que tiene razón en su punto de vista. La que tiene que elegir soy yo, si seguir mal e ignorando las cosas (camino fácil y doloroso) o tratar de arreglar las cosas (camino difícil y sin dolor, eso último quiero creer).
Suspiré profundo, y fui hasta mi habitación, para tirarme en la cama boca arriba y matar el tiempo, hasta que nos vayamos.
"Lo siento mucho niña" se me quedó grabado en la cabeza, y se repite una y otra vez, como si fuera un disco rayado. Creo que mi gran miedo es lanzarme y confiar de su palabra, para que luego me vuelva a lastimar (y ésta vez) no salir más del pozo, de donde ya vengo trepando...el miedo de hundirme más y no lograr salir.
Quien sabe, quizás Isaac sea mi boleto más rápido de salida, pero también puede ser un martillo listo para golpearme y destruir lo único que logró salvarse de mí.
Necesito tiempo, no puedo tomar la decisión en éste momento, no hasta que demuestre que realmente puedo confiar en él.
Hace unos minutos que Theo llamó a mi puerta, para avisarme que en quince minutos salimos a nuevo destino.
Tomé mis valijas como pude, y con la ayuda de mi dedo índice, logré abrir la puerta de mi, ahora, antigua habitación. Cargada de cosas, llegué hasta uno de los autos, para poder guardarlas en el baúl.
Sentí un peso menos de mi cuerpo, al ver que unas suaves manos toman mi valija, para ayudarme a subirla.
Pensé que era Theo, pero en realidad fue Isaac. Le musité un gracias, y éste asintió en agradecimiento con su ceño totalmente fruncido, haciendo que su cara esté más seria de lo normal.