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Judith'S
No saqué mi mano del hombro de Theo, y menos con tantas personas mirándome fijamente.
Hice una mueca al ver que unos médicos se acercaban con unas inyecciones.
-¿Qué tienen? - dije interponiéndome entre él y Theo.
-Analgésico, para que no sienta dolor cuando se despierte - dijo el médico abriendo sus ojos como si fuera algo obvio.
Hice una mueca, y sin pensarlo dos veces, le arrebaté la inyección y la miré detenidamente - ¿me muestras el frasco?
-Claro - dijo rodando sus ojos y acercando lo que le pedí.
Lo tomé en mis manos e inspeccioné que todo esté en su lugar.
Sin embargo tiré lo que contenía la jeringa en un lavado.
-¿¡Pero que haces?! - dijo alterado.
-Algo que cualquier persona con desconfianza haría - lo ignoré por completo, mientras paso a su lado y lleno la jeringa del analgésico del frasco, y con cuidado lo inyecté cerca de la herida ubicada en su pierna.
-Lo que menos queremos es hacerle daño, ¿que no lo entiendes? - dijo otro médico mientras acomodaba sus guantes.
Largué una risa irónica, mientras froto con un algodón el lugar del pinchazo - sigue hablando, cada vez se embarran más - rodé mis ojos y dejé de forma brusca la jeringa a un costado de la mesa - no más controles.
-Queremos verificar que la herida de bala esté en buenas condicio...
-No hace falta, la chequeé hace cinco minutos y cuando venía en el auto, que por cierto - alcé mi dedo enojada - fue pocos segundos antes de que nos capturaran. La herida está suturada correctamente, con un leve color rozado a su alrededor, demostrando que tendrá una buena cicatrización sin infecciones - suspiré profundo - no hace falta que lo revisen.
Los médicos asintieron lentamente, mientras se retiraron de la sala con la cabeza baja.
Están locos si permitiré que se acerquen, inspiré profundamente y me giré hacia Theo, quien aún sigue inconsciente.
Acaricié su cabello y lo retiré de su frente, para que no le moleste en los ojos. Recuerdo cuando de pequeños hacia lo mismo con Ben también, cada vez que se dormían, me quedaba horas mirándolos.
Nunca tuve hijos, pero pasar diecisiete años junto a ellos, darles de comer, cambiar sus pañales, enseñarles a caminar, abrazarlos cada vez que se golpeaban, retarlos cada vez que se peleaban, enseñarles a leer y ayudarlo en sus tareas, me hacen sentir que de alguna u otra forma soy como una madre para ellos, y los amo como si fueran mis hijos.
No se si sentirán lo mismo conmigo, pero yo no puedo evitar no sentirlo. Y me da cargo de conciencia saber que jamas podré ocupar ese lugar en sus vidas, porque a pesar de que su madre biológica no esté, ellos le tienen un amor ciego y profundo, en el cual yo no estoy incluida.
Para ellos siempre fue la doctora Judith, pero para mí la relación que sentía siempre fue diferente. Y tampoco me atrevería a hablarlo, ya que no soy quien para andar imponiendo mis pensamientos o sentimientos.
-¿Dónde estamos? - me sobresalté al oír la voz ronca de Theo.
-Tranquilo - dije tomando su temperatura, suspiré al ver que ya no tiene fiebre - estamos en los laboratorios Hamilton.
Theo abrió sus ojos desesperado - ¿¡Qué?! ¿en que momento? - preguntó furioso mientras intenta ponerse de pie, cosa que yo no le dejé hacer.
-Tienes una herida de bala, quédate acostado y no hagas movimientos bruscos Theo - lo miré seria y preocupada a que su herida no se abra.
Éste hizo una mueca - ¿dónde están los demás?
Arrugué mi frente y apoyé mis manos sobre la camilla algo cansada - están en otra habitación siendo vigilados, pero tranquilo - me arrime a su oído - hablé con Isaac, y tiene un plan para acabar con todo ésto. Tú sólo sigue el juego, necesitamos ganar tiempo.
Theo me miró sin entender nada - ¿qué tiene él en todo ésto? - susurró.
Apreté mi lengua en el paladar recordando que Theo nunca vio la falsa traición de Isaac, por lo que sacudí mi cabeza pensando en otra cosa, ya que es una muy larga historia.
-Tú sólo sígueme la corriente - apreté su hombro - luego te lo explicaré.
Theo asintió no muy seguro, mientras recuesta su cabeza en la camilla de nuevo - está bien, confío en ti.
Sonreí apretando mis labios, y sobé su hombro - me alegra que te hayas despertado, me tenías muy preocupada.
Theo me miró algo nervioso por toda la situación - ¿Ben y Gabi...
-Ellos están bien - tragué saliva - ellos están bien - eso último lo dije para convencerme a mí misma de lo que decía.
Theo asintió apretando sus puños y suspiró profundo tapando su cara con las manos.
Miré nerviosa a mis alrededores, y con cuidado guardé la jeringa en uno de mis bolsillos. Tal vez más adelante me sirva para algo.
Las puertas se abrieron bruscamente, y me asusté al ver que Nelson Hamilton camina a paso rápido hacia nosotros.