Secuestrada ©

38. Tocar el amor

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Sonreí de costado, mientras ponía mi playlist. Cerré la puerta del baño, y fui hasta la ducha para regular el agua caliente.
Me desvestí sin despegar los ojos del espejo. Rocé suavemente los hematomas ya casi invisible, y leves cicatrices de rasguños.
Suspiré profundo agradecida de que todo eso ya pasó, y que ya no me siento tan mal con mi cuerpo. Durante éste tiempo, aprendí a quererme de a poco, y debo decir que junto a Isaac, todo se volvió más fácil.
Me adentré a la ducha de nuestro nuevo apartamento, y sonreí al recordar la felicidad de mis hermanos al decirles que tenían un nuevo lugar en el cual vivir. Me sorprendió de que Judith haya aceptado tan bien la despedida de los mellizos, me gusta verla con la pasión en sus ojos cada vez que habla de ellos o de su trabajo. Un gran ejemplo de madre.
Y eh aquí yo, la chica que era tímida y solitaria, ahora siendo querida y acogida por una nueva familia...su verdadera familia. Hace poco Isaac me preguntó si quería mudarme con él, y por más que lo veo muy pronto, sinceramente no tengo nada que perder, y estoy dispuesta a disfrutar todo.
Lizzie está en su nuevo colegio, y dentro de unas hora debemos ir a buscarla. Si lo sé, un desafío gigante irse a vivir con un chico y su hermanita, pero debo admitir, que me gusta éste desafío y que no me arrepiento de nada.
La puerta del baño se abrió de golpe, y largué un leve grito, ya que me entró shampoo en el ojo.

-¿¡Isaac?! - grité desesperada tratando de encontrarle una explicación a semejante lío.

-Necesito saber algo - dijo agitado y revolviendo su cabello de un lado a otro.

Apagué la ducha ya que no alcanzo a entenderle bien, y me cubro con la cortina mientras asomo mi cabeza a un costado. Sus mejillas están coloradas, y puedo notar su mirada nerviosa.

-Dime que tienes - dije un poco preocupada.

-¿Qué es lo que somos nosotros? - dijo poniendo su mano en la cintura, y mirando hacia cualquier lado excepto a mí.

Abrí mi boca y luego la cerré totalmente confundida - ¿qué?

Éste abrió sus ojos - te pedí que vinieras conmigo a vivir en la nueva casa, compartimos cama, nos besamos - alzó una ceja e hizo conexión con mis ojos - y nunca dijimos que... ¿quieres ser mi novia?

No se si reír o seguir mirándolo confuso. El jabón se calló de mis manos, haciendo que cayera a mi pie, lo cual fue muy doloroso y me quejé en voz alta.

-¿Estás bien? - dijo ansioso - lo siento, tendría que haber esperado a que salieras de ducharte, yo...

-Isaac - lo interrumpí con una sonrisa - claro que somos novios, eres mi chico.

Noté la relajación de su rostro y largó una risa improvisada - y tú mi niña. Yo ahora me iré - dijo cerrando la puerta lentamente.

Mordí mi labio inferior sin creer lo nervioso que se había puesto, ya que no puedo creerlo, parecía un nene de cinco años.
De repente la puerta volvió a abrirse, al mismo tiempo que prendía la ducha.

-¿Puedo bañarme contigo? - soltó al mismo tiempo que se quitaba la camisa.

Sentí mi rostro caliente, y a la vez un poco de vergüenza, ya que él nunca me había visto desnuda. Me sentí torpe por un momento, pero su sonrisa hizo que me tranquilizara.

-Yo...claro - dije con remolinos en mi estómago, y se sintieron aún más fuerte cuando abrió las cortinas e ingresó conmigo bajo el agua caliente. Por instinto me volteé y seguí jabonando mis hombros, al mismo tiempo que siento su respiración profunda detrás mío.

Su mano fue directo a la mía, y me quitó el jabón, para luego pasarlo él por mi espalda, mientras me da suaves caricias. Cerré mis ojos e incliné mi cabeza, algo nerviosa, a un costado.
Su tacto sobre mi piel, hace que se me ericen los vellos de mi nuca y provoque escalofríos. No sé si el calor que siento es el agua de la ducha, o su total presencia detrás mío.

-Tan perfecta para un chico tan imperfecto como yo - dijo con voz ronca mientras comienza a besar mi cuello lentamente - no tienes que ocultarte, déjame verte en tu faceta más sincera, sin disfraces.

Me giré lentamente y apoyé mis manos al rededor de su cuello. Sentí su mirada por todas partes, y no pude evitar sentirme invadida. Pero una invasión sana, sincera y especial. Algo que no lo sentiría con nadie más que no sea Isaac.
Su tacto en mi espalda hace que me relaje, y no puedo describir la sensación bajo el agua caliente, el cual hace que todo sea aún más mágico.
Cerré mis ojos y apoyé mi cabeza sobre su pecho, pude oír como late su corazón, un latido tan fuerte como el mío.
Nunca habíamos tenido un momento tan íntimo como el de ahora, y no puedo sentirme incómoda pero tampoco me siento del todo cómoda, no sé es una sensación extraña, que nunca había presenciado.
De un momento a otro, tomé su mejilla y lo acerqué a mi boca para darnos un suave y tierno beso.
Saqué el jabón de su mano, y ésta vez me tocó a mí pasarlo por su abdomen y espalda, lo cual no puedo evitar rozar la yema de mis dedos, cada vez que tocaba su piel.




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