Secuestrada ©

39. Pesadillas

***

-No por favor - sollocé al ver que venía hacia mí a paso veloz. Alcé mis manos con miedo a que me vuelva a pegar.

-Niña tonta - dijo Isaac mirándome con desprecio - te quedarás aquí encerrada, muerta de frío y hambre, ese será tu castigo - las últimas palabras retumbaron por toda la habitación, y todo empeoró cuando se fue hacia la puerta de metal.

-No - dije poniéndome de pie - no cierres la puerta, Isaac te lo ruego, ¿qué es lo que pasa? - tomé mi cabeza aturdida.

-¡Te lo advertí! ¡me das asco! Eres inútil, débil - siguió hablando mientras se acerca hacia mí.

Tirada de rodillas, negué una y otra vez - basta...¡basta! - alcé mi mano hacia él, para que no avanzara más.

-Veamos quien será tu próxima tortura - largó una carcajada mientras me toma del cuello - desearás estar muerta.

-No - dije tratando de juntar aire en mis pulmones - ¡no!

***

Abrí mis ojos en un suspiro desesperado, sentí mis mejillas húmedas, y me limpié rápidamente.
Siento mi corazón acelerado, y un sudor frío que recorre todo mi cuerpo. Llevé mis manos al cuello, para comprobar que estoy bien.
El brazo de Isaac me rodeo la cintura, y gruñó por lo bajo mientras me atrae a su cuerpo.

-Buen día - dijo sonriendo, pero se puso serio al ver mi expresión - ¿qué tienes?

Negué rápidamente - nada, fue sólo una pesadilla - dije intentando recuperar el aliento.

-¿De qué? Ayer te despertaste igual - dijo acomodando mi cabello detrás de mi oreja, y dándome una cálida sonrisa mañanera.

Cerré mis ojos y sonreí - recuerdos de cuando era pequeña, no es nada de otro mundo - antes de que pudiera decir otra cosa más, besé sus labios y me levanté rápidamente - hay que prepararnos para ir a la casa de Trevor, hoy conoceremos a Mailen.

Isaac sonrió y volvió a taparse con su almohada - tú vístete, yo me quedaré un rato más en la cama.

Asentí lentamente, y tomé unas cuantas prendas.
Fui a paso rápido hasta el baño, y en cuanto cerré la puerta, me derrumbé lentamente en el suelo.
Di grandes bocanadas de aire intentando tranquilizarme, y pude sentir que entraba en pánico. Traté de morder mi brazo para que no me escuchara llorar, y con todo el esfuerzo intenté suspirar profundo una y otra vez.
*Ya pasó Gabi, ya pasó estás a salvo, Isaac no es así* me repetía a cada segundo, por un momento el miedo nubló mi mente, y creí que nunca saldría del trance.
Me puse de pie y lavé mi rostro con agua helada, intentando despejar mis pensamientos, y aquellas horribles imágenes.
Después de tanto, y vengo a tener éstas pesadillas que a decir verdad, me dejaron muy mal. Ayer soñé lo mismo que hoy, y ahora tengo terror volverme a dormir.
Luego de cambiarme, me maquillé levemente, para que no se notara que estuve llorando. Al fin y al cabo, me termino convenciendo de que ya pasó, y que con el tiempo se me olvidará (eso espero).
Tampoco puedo decírselo a Isaac, imaginar que me despierto de esa forma por pesadillas suyas, podrían ponerlo muy mal y culpable. No puedo hacerle eso, simplemente no puedo. Pero eso no quiere decir que no se lo diré a nadie, y sé perfectamente a quien acudir.

-¡Buen día! - dijo Lizzie entre risas y carcajadas mientras se tira encima del hermano, el cual no se saca la almohada de la cabeza - ¡levántate Isaac! ¡hoy conoceremos a la amiga de Trevor!

Sonreí de costado al ver esa tierna imagen - no creo que sea su amiga - dije alzando una ceja.

-Él nunca dijo que era su novia - dijo Isaac sin moverse de donde está - quizás sea una amiga con derecho.

-¿Y qué es eso? - dijo Lizzie frunciendo su ceño y volteándose hacia mí.

-Si - dije cruzada de brazos - ¿qué es eso Isaac?

-Una chica con derecho, es alguien con el cual uno puede...

-¡Isaac! - grité molesta mientras me llevo a Lizzie, ya que la misma aún está en pijama.

-Ella preguntó - dijo alzando sus cejas.

Rodé mis ojos, y sin responderle vestí a Lizzie con uno de sus vestidos favoritos.
Cuando ambas estábamos lista, nos miramos con una mueca.

-Apuesto a que mi hermano debe seguir debajo de su almohada - dijo Lizzie arrugando su nariz.

-Ya somos dos las que piensan eso - le guiñé un ojo - ven, vamos a sacarlo de la cama.

Reímos por lo bajo mientras caminamos lentamente hacia el cuarto, y efectivamente el señor sigue en la cama sin haber cambiado de posición.
Con Lizzie sonreímos y sin hacer ruido, nos abalanzamos encima de él, para luego arrojarlo al suelo.
Primero se sintió un grito y luego un golpe en seco. Con la pequeña nos tapamos la boca para no reír, pero nos fue imposible, ya que cuando Isaac se asomó, tenía la mejilla toda roja y la cara muy confundida.

-Me empujaron - dijo sin poder creerlo - y me asustaron - llevó su mano a su cachete e hizo un leve puchero - y me golpeé.




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