Secuestrada por el amor

Capítulo 1

Hoy es el cumpleaños de Carolina tanto tiempo había pasado de que lo habían comentado que por un deslís me he olvidado de eso

Voy al centro comercial intentando resolver el rollo mal hecho en que me envolví.

Decido comprarle un vestido que hipotéticamente le quede bien y se vea bien.

Es un modelo con encaje corazón, piedras incrustadas en el encaje del pecho, una línea un poco gruesa de las mismas piedras que llegan hasta cuatro dedos más arriba de la rodilla en la cual hay una abertura en la pierna derecha, al final el vestido cae en ondas muy marcadas en el borde de este.

Al ir a la fiesta decido comprar un vestido para mí, algo sencillo pero un poco llamativo. 
Se trata de otro modelo grisáceo con destellos de brillo en todas partes, de falda corta unos seis dedos más arriba de las rodillas. 
Pago y voy a Starbucks a disfrutar de un cappuccino, más pronto llego a casa entro a bañarme, me arreglo el cabello y salgo a fiesta de Carolina. 
Llego a la fiesta y lo primero que veo es el rostro y cansado de Carolina al llegar un poco tarde, habíamos quedado de que la ayudaría a vestirse y arreglarse, mientras yo secretamente llevaba su regalo.

—Hola, como estas?, Yo estoy bien gracias por preocuparte por mi—. Saludo con “simpatía”

—No te hagas la inocente conmigo, llegaste más tarde de lo que acordamos—Carolina me mira con dejadez.

—Oh bueno, discúlpame, estaba buscando tu regalo por si se te olvida que hoy es tu cumpleaños—respondo en mi defensa antes de cualquier cosa.

—Esa no es excusa, Pero es aceptable—. sonríe

—Estás linda, me gusta tu look—. Sentencio mirándola de arriba hasta a bajo.

—Ya párale—. responde amenazadora, mientras que yo solo río.

—Levanto las manos en forma de rendición—. Ya vamos a arreglarte, pero antes mira tu regalo—digo mientras lo llevo hacia a delante.

—Vero, me encanta esta hermoso—. dice mientras observa el vestido. 
 

Se pone el vestido, le maquillo un poco, se pone sus tacones, hago ondas casi en las puntas de su cabello, y voilá. Me gustó mucho el resultado como el vestido marcaba sus curvas era perfecto.

—¡Me encanta, enserio te lo agradezco!—. dice ella

—No hay por qué agradecer, pero ya vámonos—. Mientras tiro suavemente de su brazo.

En realidad tengo que admitir que la fiesta era perfecta, la organización fue sencilla, linda, y me atrevo a decir que coqueta. 




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