Secuestrada por el amor

Capítulo 16

—Ares—

Amaneció y yo apenas pegué un ojo pensando en que Verónica quiere volver a su casa, tan poco tiempo que ella tiene aquí, y tan poco tiempo que llevo conociéndola y ha alterado mi vida, y mis sentimientos. Quisiera estar con ella sin problemas ni cosas de por medio pero todo siempre se complica.

Me levanto mientras que voy directamente al baño a lavarme el rostro, y bañarme. Me visto con un pantalón engomado suelto de color gris, un polo gris, y unas sandalias.

Mientras bajo las escaleras puedo notar que no hay comida en la meseta de la cocina, me acerco lo suficiente para poder verificar que no son mis ojos que me están jugando una mala pasada y entonces lo confirmo, voy directamente a la nevera y nada. ¡Nada! Comenzando el día, no hay nada, y tendré que ir al centro; pero no iré solo, voy a despertar a Verónica para que vayamos.

Subo las escaleras de dos en dos, cuando quedo frente a la puerta de Verónica toco y me siento un real estúpido por tocar sabiendo que está durmiendo, abro la puerta sin hacer ruido, me acerco a su cama, y acaricio su cabeza mientras llamo nombre; se remueve pidiendo cinco minutos más a lo que solo río, y la llamo de nuevo a lo que ahora si despierta.

—Deja dormir hombre—. Dice mirando al techo.

—Vamos levántate que vamos al centro—. Digo gritando y abriendo las ventanas, y ¡Jesús! ¡Que sol! Deberíamos ir a un resort en busca de una vacaciones, y una enorme alberca.

—No quiero—. Afirma mientras tapa su cabeza con la almohada.

—Bien—. Respondo “rindiéndome”

Quito la almohada de su cabeza para luego tomarla y cargarla como saco de patatas en mi hombro.

—¡Ares bájame!—. Dice mientras patalea mi espalda.

—Nope—. Respondo bajando las escaleras y tirándola al sofá.

—¡Eres insoportable! Argh—. Hace gesto de desagrado.

—Lo siento mi lady pero no tenemos comida y pues ya sabes lo que significa eso.

—No, soy tan estúpida que no lo sé—. Uuuh pero que mirada.

—Okay ya, escucha lo que haremos, nos dividiremos y buscaremos todo lo que hace falta, ¿okay?

—Que si

—Bien, ahora vete a cambiar.

Arrastrándose, literal, arrastrándose sube las escaleras.

—Que pereza tan grande tienes en ese cuerpo—. Grito para reír como foca con epilepsia.

Si supongo que ya saben lo que pasó luego, ese hermoso dedo del medio.

—Que dedo tan gordo que tienes—. Al decir esto solo corro hacia afuera para no ser una víctima de sus garras. 
 

—En el centro —

—Verónica—

Así como lo dijo así lo hicimos, tomé un carrito al igual que el repitió esa acción. Me subía en el carrito mientras que con un pie me impulsaba ganándole la mirada de muchas personas. ¡DEJEN VIVIR!

Tomo todo tipo de condimentos, sazones, algunas carnes, queso, bebidas de todo tipo, los chuches no pueden faltar, pan, mantequilla, frutas 
etc.

Mientras como una retrasada arreguindada del carrito paso por el área de ropa. Unos bikinis no caerían mal comprarlos es que no tengo ni uno, además de un esmalte, algodón, y acetona. Elegí un esmalte negro pero bikinis solamente tomé tres, uno negro, amarillo, y jade.

Nos juntamos en caja, a pura brega de encontrarlo pero lo logré. Pagamos, como no habíamos desayunado (ni siquiera un vaso de agua) fuimos a comer a un restaurante. Yo sólo pido una ensalada de fruta, dos quesadillas, y un zumo de naranja, Ares siempre copian, una ensalada verde, dos quesadillas, y un zumo de naranja.

Ósea loco, deja de copiar tanto. Mientras comemos Ares hace una pregunta.

—¿Te gustaría ir a un resort?—. Whaaaat yo solo morí, ya me estaba imaginando toda bronceada, y bien descansada en la silla, no hice ver el interés por guardar la dignidad así que solo respondí normal.

—Si, ¿cuándo seria más o menos?

—En unas semanas, haré reservación hoy pero te quería preguntar antes.

—Bueno.

Comimos como agua que está en manos, y nos fuimos de regreso. Ver tantas bolsas para cargar me dio una pereza enorrrrme. Bajamos todo mientras que yo de vez en cuando me sentaba, y cuando Ares venía me paraba a “organizar” terminamos y wow que calor; subí inmediatamente a mi dormitorio saqué toda mi ropa y entré directo a la ducha. Espumas y más hermosas espumas suaves.

Recuesto mi cabeza en la orilla de la bañera mientras que cierro mis ojos, y el sonido de la puerta abrirse me obligó a abrirlos inmediatamente. Me quedé en silencio esperando a que hablaran pero no sucedió, la puerta del baño se va abriendo lentamente mientras que yo me levanto con mucho cuidado de caerme, tomo la toalla y empiezo a enrollarla en mi cuerpo, quedando parada en medio de la bañera hablo.

—¿Ares?—. Pregunto mirando la cortina fijamente como si mágicamente iba a ver.

Nadie responde, absoluto silencio, todo lo que hay es silencio. Decidida abro la cortina lentamente y nada. ¡NADA! No había nadie. Salgo rápido de la bañera con demasiado cuidado de no resbalar en el piso, saliendo del baño me llevo la grata sorpresa de que al igual la puerta estaba cerrada. Me devuelvo para quitar toda espuma, y producto de mi piel.

Me visto rápido con un pantalón de tela de algodón gris, una blusilla blanca, y sandalias. Bajé casi cayéndome con cada paso que daba, tan rápido como llego al primer piso observo absolutamente TODO, reviso cada parte de la mansión lo más rápido que puedo, y nada solo quedaba el cuarto de Ares, muy decidida me encamino a la habitación; alzo mi mano para tocar pero luego por cosas del destino prefiero entrar sin antes tocar.

Mala decisión, grave error cometí al sólo abrir sin antes tocar. Un calor se hizo presente en mi pecho, pero esta vez no fue de emoción ni mucho menos por algo bueno.

Pensando en lo que he visto decido ir a mi habitación, tomar unos libros de un estante que se encuentra la lado de mi cama pegado a la pared; notando que tal vez podría hacer un cambio en mi habitación mientras que pensaba solo mis manos empezaron a mover de lugar todas las cosas, a la hora de terminar estaba muy bien como la dejé, pero creo que no estaba para celebrar. Tomo los libros entrándome en la cama, mientras que abro los libros solo siento la picazón que se hace presente en mis ojos, y lo pesados que se encontraban. 
Sigo leyendo el libro titulado “Un beso en París” lágrimas se deslizan por mi rostro al pensar en mi madre, mi querida madre que seguro ha de estar sufriendo por mi desaparición, y yo disfrutando, y sufriendo por un hombre. Le diría a Ares que me lleve a mi casa más tardar mañana pero ya hizo la reservación del resort, y siendo sincera quiero ir.




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