Secuestrada por el amor

Capítulo 18

Ya amaneció después de llegar al resort darme cuenta de que solo hizo una reservación y tener que dormir con ese soquete. Me dispuse a ordenar todo y dormirme al rato porque no descansé con el tipo ese al lado mío.

Se levantó y creo que bajó a desayunar, yo bajaré luego de descansar. 
Y justo cuando terminé y me acosté ya casi a cerrar mis ojos. Adivinen. Si, llegó en el momento que iba a dormir. Lo miro, y no exactamente sonriente.

—Que pasa no te alegras de verme

—....

—Hey, respóndeme.

—Enserio que eres un igualado, no entiendes que no quiero hablarte, ni mirarte, no quiero escucharte respirar.

—¿A si?, dime por qué estás tan enojada.

Ven, como predije el no sabe porque estoy así.

—Es porque no soporto ver tu rostro.

—Si claro.

—No tengo tiempo para estupideces quiero dormir por favor retírate.

—Pues dormiré contigo.

Esas palabras solo salieron de su boca, y todo el sueño que había en mi desapareció. Salí rápido de la cama, y fui al baño a ponerme un traje de baño para ir a la piscina también aprovechar y desayunar.

—Abre la puerta que quiero hablar contigo Verónica.

—A sí, que bien, porque yo no contigo.

Termino, abro la puerta busco una toalla y mi proyector solar, ¿adivinen que pasó?, No traje mi protector solar esto no podría ir mejor. 
Me voy hacia la piscina sin protector ya luego pediría un poco a alguien.

Me siento en una de esas sillas súper largas y cómodas. Tomaré un poco de sol antes de entrar a bañarme pero antes pido un poco de protector.

—Oye, disculpa las molestias pero podrías por favor regalarme un poco de protector?—pregunto a un chico que queda al lado mío.

—Claro.

—Disculpa que te vuelva a molestar, y se que es incómodo pero me pondrías en la espalda es que no llevo ahí, y tampoco llego.

—Uh si, si no tienes pareja sin ningún problema eres muy linda y no quiero problemas—dice sonriente y ¡Valla! ¡Tiene unos hoyuelos hermosos!

—No tengo pareja no te preocupes, y muchas gracias por lo de muy linda.

Unas manos muy suaves no le faltan pensé que eran algodones de azúcar.

Ahí viene Ares y el señor parece estar molesto, no me interesa que se moleste pero no quiero ocasionarle problemas a este chico que ha sido tan bueno. Me paro de la silla agradeciendo al chico mientras estrecho mi mano.

—Verónica.

—Leo, mucho gusto Verónica.

—El gusto es mío.

 




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