Secuestrada por el amor

Capítulo 26

Después de todo la comida que preparamos salimos camino a mi hogar. Eran tantos kilómetros que ya no sabía qué hacer sentí que me volvería loca en cualquier momento, la civilización estaba tan lejos que cuando sentí mi celular en el bolsillo era una rareza sobrenatural.

Llegamos a una bomba o estación de combustible. Ares se bajó del auto llenó el tanque y nos fuimos.

La verdad es que si era mucho camino pero ya estábamos cerca. Eso creo, y espero.

¡SANTO DIOS! Faltan 09 kilómetros se que no son tantísimo woah pero si son muchos, solo me he entretenido con un juego y estoy en el borde de la locura.

En unos momentos de ira por tanto perder en el juego entro a Instagram una de mis aplicaciones favoritas. Me entretengo viendo publicaciones de las personas a las que sigo.

En unos ratos pasados para mí estamos a unas cuantas cuadras de mi hogar, Ares excedió la velocidad de manera extremada parece que no soy la única desesperada.

Estando frente a mi hogar, esta casa que me trae tantos recuerdos, a la casa que no veía la hora de regresar y sigo sin ver la hora de entrar pero los nervios me consumen.

No sé si entrar porque no sé como reaccionará ella, mi madre, mi progenitora, pero ya he tocado el timbre y no puedo hacer nada. Dios vamos a ver que me dice. Al verla salir me paralizo mentalmente pero como si fuera poco no solo mental mi cuerpo se queda inmóvil, al verla ahí solo tenía unas enormes ganas de abrazarla pero algo lo impedía.

—Hola, madre. ¿Como estas?—pregunto apenas con fuerzas.

—Ve... Verónica—dice esta en un susurro mientras sus lágrimas se acumulaban.

—Madre—musito sozollando— Madre mía perdóname—Caigo en sus brazos.

—Hija mía, mi amor no tienes porqué pedir disculpas, perdóname tú a mí—dice profundizando su llanto—tanto te busqué con desesperación que al no encontrar nada me cerré a todas las posibilidades—¿Quién es él?—pregunta—Él tiene algo que ver con tu secuestro—dice alterada caminando hacia Ares.

—No madre. Él fue quien me ayudó a salir de esos problemas, él es mi salvador—digo mirando a Ares con cierto recelo.

—Joven, no sabe cuánto le agradezco el gesto en serio muchas gracias por salvar a mi pequeña—dice acariciándome la cabeza

—No fue problema señora, me puede llamar Ares, su hija ha sido lo mejor que me ha pasado en la vida.

—¿Como?—pregunta incrédula—Ustedes....

—Si, madre. Ares es mi pareja, lo amo mucho y todo este tiempo que lo conocí aunque no en las mejores circunstancias me di cuenta de la persona que es y sin duda me enamoré— musito mirando a Ares con una enorme sonrisa de oreja a oreja.

—Pero.... Verónica esto no puede ser.

Incrédula ante aquellas palabras la miro extrañada.

—¿Como dices madre?—digo confundida—. ¿Por qué no puede ser madre?

—Estas muy joven para él ¿has pensado en cuán mayor que tú es?

—Señora, discúlpeme yo amo su hija sinceramente, y no pretendo lastimarla, no tengo ninguna intención indebida con ella, la amo y respeto mucho.

—Eres muy mayor para mi hija y como se que tus intenciones no son malas e indebidas.

—¡Madre!—espeto con furia—. Escuchas lo que dices, él fue quien salvó mi vida y dices esas barbaridades de el.

—Eres muy joven para el compréndelo, agradezco que haya salvado tu vida plenamente pero eso no significa que sea ciega para darme cuenta que el tiene aproximadamente veintidós años o más.

—¡Estoy cansada de que no lo comprendas y sepas que aunque no quieras voy a estar con el!—grito en su rostro que yacía con un semblante preocupado.

—No tienes que ponerte de esa forma, y no quiero que te pelees con tu madre por mi—dice tomando mi rostro en sus manos—. Tengo veintiuno, y no voy a rendirme en cuanto a Verónica.

Se fué. Viéndolo alejarse después de darme un casto beso, sentí que algo dentro se rompió, como algo se consumía por dentro y sentí que no resistiría ante esta situación. Solo quedaba mirar a mi madre quien estaba detrás mirando aquella escena que me partía el alma y corazón en más de un millón de pedazos.

—¿Estás feliz ahora madre?—pregunto con evidente odio en el tono y mi rostro.

—Era lo mejor para ti, no me mires y hables así porque me rompes el corazón.

Incrédula hago gesto con cierto sarcasmo ante aquella articulación de parte de ella.

—¿Acaso te escuchas madre?, ¿Acaso te preguntaste cuanto lo amaba?, ¿Acaso te preguntaste si en realidad él tenía malas intenciones?—dejando esas palabras al aire me voy sin más a mi dormitorio.

En el interior de mi dormitorio solo pienso en él. Ares. Mi amado chico que se vuelve vulnerable cuando algo le interesa. Aquellas palabras de él me llega a la mente como un recuerdo tan preciado.

Flashback.

—Quiero ir a ver a mi madre.

—¿Me quieres dejar?—pregunta y su rostro se convierte en confusión total.

—¿Que?—pregunto ante aquella articulación de él—. Claro que no solo tengo tanto que no la veo.

—No me dejes por favor. Antes te perdí y ahora no pienso hacer lo mismo—dice con sus ojos llenos de lágrimas.

—No te dejaré.

—Prométemelo. Prométemelo Por favor. Promete que no me dejarás nunca.

—Te lo prometo, sea lo que sea lucharemos juntos para salir adelante.

Fin flashback.

Me dolió tanto recordar eso. 
No cumplí la promesa que le hice. 
No cumplí mi promesa.

Me aterraba el pensar que lo podía perder. Me aterraba la sola idea de pensarlo en los brazos de otra. 
No dejaré esto así, voy a cumplir mi promesa.




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