Secuestro Equivocado

Capítulo 09 «¿Qué hiciste anoche?»

Capítulo 09
«¿Qué hiciste anoche?»

El sonido insistente de un teléfono vibrando contra la mesa de noche llenó la habitación, pero ninguno de los dos se movió al principio. Amber, quien no había dormido más que un par de horas, abrió los ojos lentamente, girándose hacia Giovanni con una sonrisa satisfecha.

Él aún estaba completamente dormido.

Ella parpadeó un par de veces antes de levantar la cabeza apenas y observarlo bien. Giovanni estaba bocarriba, con un brazo sobre su frente y la otra mano apoyada en su abdomen, completamente ajeno al ruido.

El teléfono volvió a vibrar. Y la revoltosa esbozó una sonrisa mucho más amplia.

—Mira quién no es tan rudo cuando está dormido —murmuró para sí misma, disfrutando del momento.

Fue entonces cuando la puerta se abrió de golpe. Dallas entró con el ceño fruncido, su expresión permanecía oscura mientras miraba alrededor de la habitación.

—Giovanni, ¿por qué carajos no contestas…? —Se detuvo de golpe.

La chica parpadeó sin despegar sus ojos de él. El intruso frunció el ceño aún más y luego, lentamente, su expresión se transformó en una mezcla de confusión y una diversión camuflada.

Amber bajó la mirada y, en ese momento, se dio cuenta del desastre. De alguna manera, en medio del sueño, Giovanni se había girado hasta quedar inclinado hacia su lado, con su rostro peligrosamente cerca del cuello de ella y su mano descansando en su cintura como si fuera lo más normal del mundo.

La revoltosa tragó saliva, a lo que Dallas la miró con una ceja arqueada.

—¿Explicación?

Amber, aún procesando la escena, inclinó la cabeza con falsa inocencia.

—¿De verdad la quieres?

—Por la cara de Giovanni, cuando se despierte, sí. —rio entre dientes en un esfuerzo vano para mantener la compostura.

—¿Y qué quieres que haga? ¿Que lo despierte con cariño? —suspiró con dramatismo.

—No, pero si pierden la reunión por su culpa, Giovanni no te va a dejar en paz.

—Tampoco lo hace ahora. —bufó.

—No, me refiero a que realmente no te va a dejar en paz.

Amber frunció los labios. Miró a Giovanni, aún dormido, y luego a Dallas, quien cruzó los brazos y alzó una ceja como si estuviera esperando su siguiente movimiento.

Bien. Si lo que quería era despertar al mafioso, entonces lo haría.

Con una sonrisa maliciosa, Amber tomó la almohada más cercana y, sin pensarlo dos veces, la estrelló directamente contra la cara de Giovanni.

—¡Arriba, dormilón! —exclamó en un tono chillón de voz, lo suficientemente irritante para cualquiera, incluso, ella misma.

El gruñido de Giovanni fue casi inmediato, pero Amber ya estaba riendo antes de que él siquiera pudiera reaccionar.

El dormilón reaccionó como un depredador al que acababan de sacar de su cueva a patadas. Soltó un gruñido bajo y gutural, el tipo de sonido que haría alguien si lo despertaran en el peor momento posible. Su mano se movió instintivamente para atrapar la almohada que su pesadilla acababa de estrellarle en la cara. El problema fue que no atrapó la almohada. Atrapó a Amber.

En un movimiento rápido y sin pensarlo demasiado, sus brazos se cerraron alrededor de ella y la arrastró de vuelta contra el colchón, sujetándola con firmeza contra su pecho. Amber soltó un chillido de sorpresa y trató de moverse, pero el agarre de Giovanni era sólido, como si en su inconsciencia la confundiera con una almohada de cuerpo entero y no estuviera dispuesto a soltarla. Su respiración era lenta y profunda, su pecho subía y bajaba con una tranquilidad irritante, mientras que ella, atrapada en esa prisión de calor masculino y fuerza, estaba demasiado consciente de lo injustamente cómodo que era estar así.

—¡¿Qué carajos estás haciendo, bruto?! —logró exclamar, removiéndose sin éxito.

Giovanni gruñó nuevamente, con la voz aún espesa de sueño, y se acomodó contra ella con absoluta tranquilidad, como si no tuviera a una mujer peleando por su libertad.

—Cinco minutos más…

Amber parpadeó con incredulidad y sintió que la indignación la invadía como una ola furiosa. ¿Cinco minutos más? ¿En serio? ¿Cómo si fueran una pareja normal y él acabara de posponer el despertador?

—¿¡Cinco minutos más!? —repitió, tratando de meterle un rodillazo en el estómago, pero no pudo moverse lo suficiente—. ¡No eres un maldito adolescente en la escuela, Giovanni, tenemos una reunión, suéltame de una vez, carajo!

Pero él no la soltó. Todo lo contrario. Apretó el abrazo y hundió su rostro en su cabello, murmurando algo ininteligible contra su cuello, su aliento cálido rozando su piel con una familiaridad que no tenía derecho a reclamar. Ella sintió que su cerebro colapsaba por unos segundos. Porque, a pesar de que sabía que Giovanni aún no estaba completamente consciente de la situación, la sensación de su cuerpo firme y cálido envolviéndola la dejó sin palabras.

Y lo peor de todo… era que olía malditamente bien.

No era justo. No después de que la había secuestrado, después de que la había obligado a compartir habitación, después de que ella había pasado la noche pateándolo y empujándolo fuera de la cama para arruinarle el sueño. No era justo que, a pesar de todo eso, él estuviera ahí, abrazándola con tanta naturalidad, con su olor a algo entre madera, whisky y peligro embriagándola como una trampa imposible de evitar.



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En el texto hay: humor, gemelas, mafioso celoso

Editado: 06.03.2025

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