Secuestro Equivocado

Capítulo 11 «¿Amber?»

Capítulo 11
«¿Amber?»

El silencio que se extendió entre los tres fue breve, pero estaba cargado de una tensión que se podía cortar con un cuchillo, posicionarse y comerse como un pastel, uno salado, muy salado.

No era solo la revelación de la identidad de Amber lo que colgaba en el aire como una bomba a punto de explotar, sino la presencia de Matteo, quien, con su sonrisa despreocupada y su mirada penetrante, parecía estar disfrutando de la situación mucho más de lo que debería.

Giovanni fue el primero en reaccionar, su rostro no mostró ni un atisbo de duda mientras se recargaba en el respaldo de la silla y dejaba escapar una sonrisa del tipo que intentaba proyectar calma, aunque la fuerza en su mirada decía lo contrario.

—Te equivocas —dijo con firmeza, sin siquiera titubear, como si su sola palabra pudiera cambiar la realidad—. Ella es Crystal.

Matteo arqueó una ceja con incredulidad; no obstante, la media sonrisa que adornó sus labios dejó muy en claro que no creía ni una sola palabra.

Sus ojos se fijaron en Amber, explorando cada detalle de su rostro con la precisión de alguien que sabía exactamente lo que estaba buscando. La examinó con un detenimiento que se sintió casi insolente, recorriendo sus facciones con un escrutinio que habría hecho sentir incómoda a cualquier otra mujer. Su mirada bajó hasta sus labios, como si buscara alguna diferencia en la forma en que se curvaban con esa ligera mueca de diversión. Luego subió hasta sus ojos, y fue ahí donde se detuvo por más tiempo.

—No —dijo con una seguridad aplastante, con una certeza inquebrantable—. Esta no es Crystal.

Giovanni mantuvo su expresión imperturbable, sin permitir que la más mínima reacción delatara lo obvio. Pero Amber, en cambio, dejó escapar una sonrisa divertida, como si disfrutara del espectáculo.

—¿Y qué te hace estar tan seguro? —preguntó la revoltosa con un tono ligero, fingiendo interés mientras entrelazaba los dedos sobre la mesa y se acomodaba mejor en su asiento, como si estuviera a punto de presenciar algo entretenido.

—Tus ojos. —Respondió sin dudar ni un segundo.

—¿Mis ojos? —ladeó la cabeza, entrecerrando la mirada con curiosidad, casi burlona.

Matteo sonrió de lado y se acomodó con más confianza en su asiento, inclinándose apenas hacia delante como si estuviera a punto de compartir un secreto que solo ellos dos podían entender.

—Crystal tiene la misma mirada dulce y brillante que un ángel —explicó, como si estuviera recordando algo con afecto, como si aún pudiera visualizar esos ojos ingenuos que lo habían visto con ternura en algún momento de su vida—. Pero tú, Amber… tú tienes un brillo oscuro en la mirada. Uno que delata que eres un problema.

Amber rio con una mezcla de diversión y cinismo, sin molestarse en ocultar el orgullo que sentía por sus palabras. Ella era claramente la definición de la palabra «problema». Le agradaba ese título, y el hecho de ser reconocida como tal, se sentía más gratificante de lo esperado.

—Bueno, no puedo decir que te equivocas —admitió, encogiéndose de hombros con total desinterés—. Pero lo que realmente delata mi identidad no es mi mirada, querido Matteo. Es el hecho de que mi querida gemela está en su luna de miel en este preciso momento, disfrutando de una vida matrimonial que le costó sangre, sudor y lágrimas aceptar.

Giovanni giró la cabeza para mirarla con incredulidad, como si aquella información le resultara completamente inesperada.

—¿Qué? —cuestionó Matteo con sorpresa, como si realmente no se lo hubiera esperado.

La revoltosa sonrió con picardía y apoyó el codo sobre la mesa, inclinándose levemente hacia Matteo como si estuviera confesando algo sumamente íntimo.

—Oh, sí —murmuró con satisfacción, experimentando el placer de su propia travesura. Hice que jurara que se casaría sin importar qué. Es una chica de palabra, después de todo.

Giovanni entrecerró los ojos, procesando la información con evidente irritación, mientras Matteo dejaba escapar una carcajada, claramente entretenido con todo aquello.

—Siempre supe que tenías maneras cuestionables de hacer las cosas —dijo Matteo, negando con la cabeza—, pero obligar a tu hermana a casarse… eso es otro nivel de manipulación.

Ella fingió estar ofendida, llevándose una mano al pecho con fingida indignación. Si bien no la había obligado obligado, al ver que su corazón seguía debatiéndose entre si Fred era el hombre correcto para ella o no, su adorable hermana la hizo verse forzada a tomar una decisión definitiva, luego, le hizo prometer que no cambiaría de opinión y que se casaría ese mismo día sin importar lo que pasara.

—¡Por favor! Manipulación suena tan feo. Digamos que simplemente… le di un empujón en la dirección correcta.

Matteo soltó una risa baja, pero su mirada se deslizó con facilidad hacia Giovanni, como si finalmente estuviera analizándolo con más interés, como si quisiera comprender por qué demonios Amber estaba sentada a su lado en ese momento.

—Entonces, si no eres Crystal… ¿Qué haces aquí? —indagó con una chispa de diversión en la voz—. ¿Qué hace la rebelde de la familia en una reunión como esta?



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En el texto hay: humor, gemelas, mafioso celoso

Editado: 06.05.2025

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