Secuestro Equivocado

Capítulo 16 «Lo siento»

Capítulo 16
«Lo siento»

Apenas su cuerpo tocó la cama, Amber abrió los ojos con lentitud, con la pesadez de seguir atrapada en su letargo del sueño. No dijo nada al principio, pero en cuanto sus pensamientos se reorganizaron y entendió lo que acababa de pasar, soltó un resoplido incrédulo antes de darse la vuelta con brusquedad, dándole la espalda a Giovanni.

—Eres un idiota —murmuró, con la voz pastosa de sueño, pero aún cargada de la suficiente irritación como para que él supiera que lo decía en serio.

Él, que había estado a punto de alejarse y dejarla descansar, se detuvo a mitad de movimiento. Su mirada se deslizó hasta la figura de Amber, que ahora yacía de lado, con las sábanas hasta la cintura. Soltó un suspiro bajo.

—No voy a discutir contigo sobre eso.

—Bien —respondió ella, su voz salió más seca que la arena del desierto en pleno mediodía.

El silencio se instaló por un momento, más pesado que cargar diez elefantes con un solo brazo. Giovanni pasó una mano por su cabello, sintiendo la frustración acumulándose en su pecho. La noche había sido un completo desastre. Todo ese maldito juego de que lo ignorara, la jodida cita con Matteo, la desaparición momentánea de Amber y ahora esto.

Lo último que quería era discutir, pero al mismo tiempo…

—No es como si quisiera hacerte pasar un mal rato, Amber —soltó, sin apartar la mirada de su espalda.

Ella no respondió de inmediato. Por un segundo, Giovanni pensó que iba a ignorarlo otra vez, pero entonces la escuchó soltar una risa baja y sarcástica.

—Claro. Porque aceptar una cita en mi nombre y dejar que ese imbécil me lleve a donde se le antoje es una muestra de consideración.

—No quería meterte en problemas. —Apretó la mandíbula.

—Pues fallaste espectacularmente.

Hubo un silencio más, y esta vez, le duplicaba la pesadez del anterior.

Giovanni pasó una mano por su rostro y dejó escapar un suspiro, intentó mantener la poca paciencia que le quedaba. No era bueno disculpándose, eso era un hecho. No tenía experiencia en ello porque, en su mundo, nadie esperaba que él se disculpara por nada. Pero con Amber… con esa revoltosa era completamente diferente.

—Lo siento.

Ella se tensó. Fue apenas un instante, un movimiento minúsculo de su cuerpo, pero él lo notó.

—¿Qué dijiste? —indagó, con un tono que delataba su incredulidad.

—Dije que lo siento. —chasqueó la lengua, sintiéndose torpe, incómodo.

Amber se quedó en silencio por un momento más antes de soltar un resoplido burlón. —Lo dices como si te estuvieras tragando un puñado de clavos oxidados.

—Porque no acostumbro a hacerlo. —rodó los ojos.

—Se nota.

Él apretó los labios en una línea tensa, notando que la irritación volvía a crecer en su pecho. —Mira, estoy diciendo que lo siento, ¿qué más quieres?

Amber giró ligeramente su rostro sobre la almohada, solo lo suficiente para que él pudiera ver su perfil.

—Que lo digas como si realmente lo sintieras.

Giovanni la miró fijamente, porque lo hacía, de verdad lo hacía. Quizás no de la manera en la que ella quería, con palabras bonitas y un tono dulce, pero lo hacía.

Pero en lugar de decir eso, en lugar de pelear más, dejó escapar un último suspiro y se dejó caer en la cama a su lado, resignado a que esta batalla no la ganaría esa noche.

—Eres insoportable —murmuró.

—Digo lo mismo de ti. —sonrió para sí misma, aun dándole la espalda.

Los rayos de sol comenzaban a ser mucho más molestos y notorios, pero había algo mucho más molesto que un rayo de luz que te dé justo en el ojo en la madrugada, y ese era Giovanni.

—Amber… —murmuró Giovanni, en un tono perezoso, igual de insistente, como quien no deja dormir a los demás solo por el placer de fastidiar. Ella no respondió. —Amber… —repitió, moviéndose ligeramente en la cama.

Nada. Giovanni entrecerró los ojos en la poca penumbra que quedaba.

—Amber.

Silencio.

—Amber.

Más silencio.

—Amber.

Esta vez, ella se removió en la cama, pero no respondió.

—Amber.

Ella dejó escapar un gruñido bajo, enterrando más la cara en la almohada.

—Amber.

—¡Maldita sea, Giovanni, cállate! —bufó de golpe, dándose la vuelta con brusquedad y mirándolo con los ojos entrecerrados por el sueño.

Él la observó con una expresión de absoluta tranquilidad, como si no acabara de sacarla de su descanso con su molesto canturreo de su nombre.

—¿Por qué no me dijiste que él era tu ex?

Amber parpadeó lentamente, tratando de procesar la pregunta.

—¿Qué?

—Que por qué no me dijiste que Matteo era tu ex —repitió.



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En el texto hay: humor, gemelas, mafioso celoso

Editado: 06.05.2025

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