Brandon
Su habitación era como su doble personalidad, no seguia una temática unica, sino varias. Al entrar te encontrabas con una hermosa cama con bordados de rosas blancas, con un cabecero clamoroso Rosa pastel, a la izquierda un tocado grande color negro, paredes llenas de cuadros y a la derecha, una pequeña mesa con velas y varias plantas de plástico pequeñas, estanterías llenas de libros y una ventana con vistas a la calle.
Por lo que veo, era glamorosa, coqueta y amante de la lectura. Bueno al menos en algo conectamos, me gusta leer, aunque no demasiado. Todo estaba ordenado por colores, perfectamente centrado.
Si fuese ahora a mi habitación le da un infarto.
Cierro la puerta detrás de mi, me adentre hasta llegar al asiento que había en su tocador, mejor dicho en la parte coqueta de su habitación. Deslizo la silla por media habitación y extiendo mis pies en la cama.
Ella me mira ausente, sin palabras.
- ¿Te asusta estar sola conmigo?
- No, me asusta perderme la fiesta
Deslizo mi boca para formar una sonrisa a medias.
- Bueno...¿Que querías? - sus pies se mueven impacientes.
- Nada
Rueda sus ojos.
- ¡Estas loco!
- Tienes razón, loco por ti.
Me levanto para observarla desde un poco más de altura, pienso que eso intimida.
Levanta lentamente su cuello y lleva sus manos a su bolsillo.
- ¿Crees que te tengo miedo?
- Tranquila, no quiero eso. Quiero verte con la misma pasión de antes...esa chispa pícara me pone.
Alza sus cejas, su horrorizada cara se mantiene intacta por un minuto.
Camina por toda la habitación rascando su cabeza.
- Me estás diciendo que...¿Sabes que? Me voy - lanza su teléfono a la cama mientras camina para la puerta, miro detenidamente su móvil y veo que tiene manchas rojas, su sangre estaba desapareciendo con el roce de sus dedos.
- Deberías volver a maquillarte la sangre.
Ella se mantiene mirando la puerta sin decir nada, firme con la mirada baja. Se agacha para mirar a través de el hueco donde entran las llaves.
- Eh, Tu!! - golpea con fuerza la puerta.
Me acerco a ella si saber que decir, no sabía que le pasaba.
- ¿Que pasa? - le miro sus ojos y cálculo donde mira.
- Alguien nos ha cerrado la puerta.
Me coje de la camisa, sacudiendome como si fuese un trapo.
- Eso no es problema, más tiempo para nosotros.
Me tiendo nuevamente en la cama, con mis manos puestas detrás de la cabeza, satisfecho. Tenía la sensación de ganar algo, parecía la noche perfecta.
Mi móvil comienza a vibrar. Se mostraba una imagen mía con una chica, yo le tocaba el pelo y ella me acariciaba la mejilla. Obviamente es Photoshop alguien intenta que Abigail se aleje de mi.
- ¿Por qué intentas coquetear conmigo si ya tienes una con la que puedes hacerlo?
- No, esto es mentira.
Mierda, a pasado justo media hora, esta claro que si no cumplo el tiempo requerido, publica algo falso y vergonzoso sobre mi.
Es mejor ocultarselo a Abigail, no quiero que me conozca por un auténtico pardillo, que no se puede defender sólo.
- Por favor, créeme.
Se acuesta en la cama dándome la espalda, sin hablar, ni abrir los ojos.
- Permíteme...destrozar tu cuarto.
Nada más escucho el impacto de sus maquillajes caer contra el suelo, se levantó con las manos en el pelo, gritando de fondo para mis oídos.
Comenze tirandolo todo al suelo, sin percatarse de que los frascos de perfume que tenía se rompían a la vez que caían.
Sus ojos se encuentran con los míos, profundizar en ellos me ayudó para darme cuenta de que es perfecta.
Sus ojos molestos, lucía con pómulos rojos e hinchados del enfado.
Por primera vez se mostraba la verdadera Abigail, sin ser obligada a ser como es. Su verdadera personalidad salió a la luz.
- ¿Que haces, idiota? - grita con rabia.
- Ahora...hazme lo que quieras - me apoyo en la pared, con los ojos entrecerrados para ver que hacía.
Se me acerca lentamente y sus labios se encuentran con los míos, fue como una sueve acaricia, sus cálidos y esponjosos labios se pegaron a los míos sin noción del tiempo.
- ¿Es mi turno?
- No, llevo mucho tiempo sin ser como soy, siempre tuve miedo. Mi madre me enseñó a ser una educada señorita, pero no pueden ocultar eternamente lo que soy, algún día estallaría dejándo ver la realidad, y ese si ha llegado. Déjame ser hoy como soy.
Sonrió con diversión, desabrochando el primer botón de mi camisa.
- Necesito explorarte.
Desliza su mano por mi cuello casi llegando a mi pecho se detiene, para fijarse en mis botones que aún sigue abrochados. Comienza uno por uno a quitarlos, una vez echo, me quita la camisa completa dejando mi tronco al descubierto.
- Prometo ser bueno - la agarro con fuerza de la cintura acercándonos a mi, la cojo para sentarla en su mesa de maquillaje.
Acerco mi labio a los suyos, casi se pueden tocar.
- Caiste Abigail.
Muerde mi cuello con pasión, sus manos no paraban de deslizarse por mi espalda desnuda. El tacto de sus manos con mi cuerpo me hace sentir cómodo.
- Segundo nivel.
Sostengo sus brazos para ponerlos en mi cintura, justamente donde está el botón del pantalón. Sus dedos trabajan intentando quitarlo.
Nuestra respiración es agitada, nuestros labios rojos y mojados delantan nuestras intenciones.
Abigail se detiene por unos instante.
- Esto no es amor
- ¿Entoces que es?
- Hormonas, siempre están presente las hormonas, ¿No te das cuenta? Todo lo que hacemos es rutinario, siempre es igual. Todos los chicos y chicas de nuestra edad tiene calenturas, se acuestan y se olvidan.
Yo quiero a alguien que lo haga especial, que todo sea nuevo no sólo un simple calentón. Cuando alguien sea diferente, enhorabuena porque ese es tu amor.
- Pero...
- ¡No! Por favor...No pienses como Brandon, piensa como tú corazon lo ordene - Rie - nunca había visto a un badboy en la mierda.