Seducción

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Cuando era pequeña, me gustaba mirar a la gente que venía al palacio, al museo con solo verlas sabía quienes eran, desde ahí evitaba el contacto con los ojos de la gente hasta que Alessandro me enseñó a manejar de cierta manera eso; tomé la decisión de escuchar a la gente y después de saber si mentían o no. Muchas veces me llevé una decepción muy grande, aparte de ver cuáles era las mentiras más grandes, aprendí a desconfiar de los humanos, capaces de traicionar en cualquier momento, en ese momento solo confiaba en dos personas, mis nanas, ni en mis padres, los perdí muy pronto y no los conocí.

Había adquirido experiencia en mis decisiones, claro que no todas fueron acertadas, pero cada una de ellas me enseño algo nuevo, una de ellas fue no mostrarme vulnerable ante nadie; ni mi familia, fue así como me gane mi apodo del corazón frío y esos malos comentarios, pero en este mundo si sabían que eras débil te destruirían y no quedaría nada de ti.

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—Su majestad —El soldado se cuadró frente a mí, me extendió una caja —Eso es lo que el señor Miguel le dejo —La abrí había una condecoración dentro, en la otra había un collar con una pluma, miré al hombre —Murió cuando uno de los pacientes se hizo explotar —Asentí

—Gracias por traerme esto —dije —Pueden decirme donde lo puedo encontrar

—Sus restos fueron cremados y enviados a su familia —dijo, asentí

—Pueden retirarse —Me senté frente a las cajas y las observe, agradecí que Ashley no estuviera, pero Alessio si estaba, mire el contenido de las dos cajas y sonríe al recordar los días que pasamos juntos —Ve y reúnete con ella —Susurre

—Su majestad —Levanté la vista, me dio el periódico y de reojo mire a Russo, habíamos hecho público lo de los aristócratas, ahora todo el mundo lo sabía

—Lorenzo, puedes guardar esto por mí —Miro las cajas

—Claro que si su majestad, ¿y cuándo se las daré? —Lo mire

—Yo te lo pediré —dije, miré a los demás y me puse de pie —Saldré a caminar

Como de costumbre, el señor Russo me siguió. 

—Es difícil tener una sombra que no se parezca a ti

—Lamento tu perdida

—Gracias —dije

—¿Quién era?

—No lo sé, un desconocido —Me miró confundido —No lo conocí bien, hablaba en clave y era muy misterioso, fue un buen amigo —dije —Pero hábleme de usted señor Russo

—¿Qué quiere saber?

—Cualquier cosa

—Apuesto que sabes que tengo dos padres —asentí —Bueno, siempre me sentí muy afortunado, por eso, todos los niños tenían uno, pero yo tenía dos, claro que lord Russo fue más que mi papá, el hombre me crio como si fuera su hijo; me enseñó todo lo que mi papá no, cuando me tocaban las visitas, recuerdo verlo solo dos veces y después desaparecía, deje de ir cuando cumplí once, crecí y recibí mi herencia y con lo de mis mesadas, dinero de recompensa pude viajar y conocer los lugares que quería, mi padre convenció a mi madre de dejarme ir, salí de mi casa y bueno conocí el mundo y lo duro que podía ser, hablaba con mi hermano de parte de mi madre, estaba por Argentina cuando mi hermano me llamó desesperado, nunca me gustaron las oficinas y eso, prefería el aire libre —Mire el jardín, tomó una de las rosas y la corto, nos sentamos frente a la fuente —Pero a veces no están lindo, la soledad te juega malas pasadas

—¿Casado?

—Una vez, hace mucho, ella fue un motivo para quedarme quieto y volví, pero aun así no era muy activo con lo demás, empresas y eso, murió en un accidente de auto —dijo, agachando la cabeza

—Yo lo siento —dije —No sabía

—Nadie lo sabe, lo mantuve en secreto y fue mejor —dijo sonriendo —Ella era muy dulce y callada, cariñosa, no sabía cocinar nada —Se quedó callado —Y limpiar, una vez tuve que ponerme una media de un color y otra de otro, al final descubrimos que era su par, pero cambio de color en la lavadora; odiaba el calor, pero era alérgica al frío —dijo —Era un completo caos, perdía el control porque no podía arreglar la sala, solo debía dejarlo en mesa —Me reí —Si era chistoso y molesto

—Eso suena lindo —dije

—Lo era —Miró la rosa y me la dio —Para ti —La tome —¿Entonces princesa, capaz de hacer que el corazón de un gay lata por ti?

—Son exageraciones —dije

—¿Lo son? —Pregunte —He escuchado de tus reglas y un juego

—Tenía trece cuando esos rumores comenzaron, no asegure ni contradije nada, pero en parte tenían razón, no recuerdo mucho, pero con lo que tengo aquí —Señale mi cerebro —Creo que es suficiente —dije —A veces podía ser un juego

—Nunca pierdes —Negué

—Una vez —dije —Y hasta hora lo pago —Me miró —Era una cría, capaz de controlar todo y a todos, pero él no y eso me gusto, me enamoré y perdí, él también lo hizo, pero a veces el amor no lo es todo y se acabó

—¿Aún lo amas? —Lo miré

—De alguna forma ese sentimiento no desaparece y se quedó ahí, como un buen recuerdo y quiero que siga así —dije 

—Es el único que puede destruirte

—Sí, algo así —dije —Que piense que estoy embarazada es lo mejor en este momento, pero no estará feliz cuando sepa que le mentí

—A nadie le gustan que jueguen o les mientan

—Lose por eso ya no lo hago —Me miró con confusión —Solo no cambio lo que ellos creen ver

—Aunque sean sandeces —Asentí —No has pensado, no sé defenderte

—No puedes controlar lo que los demás piensan —dije —Antes de morir mi madre me dijo que eso era lo último que debía importarme, además no sé si podría controlar mi ira 




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