Seducción

45

Rouses

Teo parece con una manta.

—Gracias

—Hace mucho frío aquí —Dice —No quieres regresar a dormir

—No, estoy bien Teo gracias

Me acomodo en un asiento de los de ahí y me quedo dormida.

Definitivamente, los asientos de hospital no son nada cómodos, mi cuello llora y mi espalda ni se diga. Me levanto lentamente y me doy cuenta de que el resto esta despierto.

—¿Sabemos algo?

—No

Teo me trae un café y lo bebo.

—¿No tendremos problemas por estar aquí?

Jack niega.

—Señora Caruso —Me pongo de pie al ver al médico —Soy el médico de su esposo —Dice —Esta fuera de peligro, en este momento está con sueros y esperamos que dentro de dos horas pueda salir por su propio pie

—¿Su corazón?

—Está bien, señora, pero déjeme decirle que un poco más y podría haber tenido consecuencias irreversibles. Señora hay grupos de apoyo que puede ayudar a su esposo.

—Solo tuvo un mal día —Indico

—Bueno, búsqueme, por si quiere dejar a su esposo —Quiero reírme

—No lo dejaría cuando más me necesita ¿Puedo verlo?

—Si

Jack y Teo me acompañan al cuarto. Al entrar vemos a Alessio conectado a varios aparatos, tiene el pecho descubierto y una intravenosa. Suspiro y me siento.

—¿Quiere que la llevemos de regreso su alteza?

—No, Jack tranquilo, solo dile a mi abuela que estoy bien —Asiente —Ustedes deberían ir a dormir, yo lo cuidaré, no se preocupen

—No podemos dejarla

—El no se enterará

—Se entera de todo —Dice Teo

—Pues vayan a cambiarse, no me moveré. Lo prometo

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Alessio

No me acuerdo de nada. Las máquinas a mi lado me indican donde estoy apenas me puedo mover. Miro a mi alrededor y Erick vine a mi mente.

—Mierda

Tengo la garganta seca. Mi mirada se posa sobre alguien en el sillón. Cuando descubro quién es me quedo en blanco. La puerta se abre, un hombre de mandil blanco entra.

—Señor Caruso —Mira a donde estoy viendo —Su esposa ha estado aquí desde ayer. No se ha movido de ahí

—¿Mi esposa?

—Si su esposa —Lo miro —¿No es su esposa?

—Sí, pero…, olvídelo ¿Ya me puedo ir?

—Solo le haré un análisis más y se podrá ir. Cuide a su esposa

Se va. La mujer en el sillón se remueve y el dolor en mi pecho crece. Se levanta lentamente y cuando ve que me he despertado se para de un salto y sé a cerca.

—Pero en que estaba pensando —Dice —No te paso por la cabeza lo que pasaría con Erick o conmigo. ¿He? ¿En qué estabas pensando?

—Dijiste que eras mi esposa

¿Recordó? ¿Lo hizo? ¿Va a matarme? ¿Me odia?

—Era la única forma de que me dejaran quedar. No cambies de tema Alessio.

Toda mi esperanza se va al drenaje.

—Pense que no te importaba —Me mira

—Hay Alessio, claro que me importas —Se sienta en la cama —Que me quiera alejar no significa que no me importas

—Yo solo…

—Solo mira cuanto daño nos hacemos Alessio. Estás en el hospital —Joder, le he dado una razón para pensar eso —Eso a sido irresponsable de tu parte

—Mis problemas de alcohol no…

—Incrementaron cuando desaparecí —Dice —Escuché a tus hombres ayer hablando en la noche. Promete que ya no vas a beber más. Aunque estés triste.

—Es que no estoy triste —Indico —Estoy molesto. Porque no puedo estar contigo y no sé cómo demostrarte lo que siento.

—Me sentiría muy halagada si dejarás de beber —Me mira —Por favor

—Lo intentaré

—Nada de eso Caruso —Su tono sube y me señala —Si tengo que dormir otra vez en una incómoda silla, la pagaras

La atraigo hacia mí y la beso. Se separa un poco.

—Sabes a whisky —Sonrie —Terminaré ebria yo también

—Quiero pasar el tiempo que me queda contigo

—Lo dices como si fueras a morir —Toca mi pecho.

Sus dedos pasan por donde sus labios estuvieron. Me removí el tatuaje porque no lo podía ver ese y muchos otros los elimine de mi piel. Fue doloroso, pero no podía verlos. En tres años no dejaron marca de que estuvieran sobre mi piel.

—Casarme con Ashley es una sentencia de muerte —Se ríe —Hablo en serio

—Alessio…

—Al menos como mi amiga por Dios —Me mira

La siendo en mi regazo y la abrazo. Su espalda toca mi pecho.

—Al fin y al cabo eres mi esposa —Se ríe

No es broma. Lo eres. Eres mi esposa. Rouses por favor.

—Por unos momentos —Beso su cuello y ella se tensa.

Me voltea a ver y me besa. No lo espero, pero reacciono rápido.

—Esto esta mal —Dice separándose de golpe —Muy mal

—Siempre hemos sido pecadores por amarnos —No dice nada —¿Qué dices esposa?

—Bueno esposo, pero no olvides que eres mi esposo

Esa palabra me deja sin aliento. No lo he olvidado. No lo podría hacer, porque de todas las cosas que he tenido en esta vida, ella es mi mayor tesoro. Si hago esto es por ella. Para demostrar que soy digno de ella.

—Pues soy completamente tuyo esposa.

Entrelaza mis manos con la suyas. Esto es ser rico, esto es tenerlo todo porque la tengo a ella entre mis brazos. Me han regresado esa paz que pensé perder hace mucho.

—¿Me amas? —La pregunta sale de mis labios sin pensarlo

—No responde eso —Me dice

—¿Por qué?

—Porque sería date mucho poder sobre mí —Me rio

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