Seducción

59

El viaje a casa fue en silencio, sabía que esa noche ninguno de ellos vendría, ninguno. Lance los zapatos por la habitación, y me desplome en el sillón, y deje que el sollozo que había sostenido todo el viaje rompiera con el silencio de la habitación. El aire salió precipitado, haciendo temblar mi cuerpo y buscando más oxígeno. 

Debía vivir con mi decisión, debía vivir con el hecho que de no haberlo elegido a él sí no a esto. Tome uno de los vasos que estaba en la vitrina y me serví hasta el tope del líquido marrón que había en la botella. 

Lo bebí tan rápido que me raspo la garganta y me calentó el estómago de una forma muy grotesca; mi llanto seguía llenando la estancia, mis sollozos desgarraban no solo mi alma sino mi garganta.

—Rouses…

Mire a la puerta, los demás estaban ahí menos él; cerré los ojos, centrándose en el dolor que se acumulaba en mi pecho y se extendía por todo mi cuerpo, que me estaba dejando sin aire y que estaba gastando mis lágrimas.

—Lo perdí, perdí, ella se lo a quedado y yo…

Los miré, no sabían qué hacer o que decir, se miraron y después de nuevo a mí, un manojo de nervios, hiperventilando, roto ser humano, que tal vez gano el dinero, pero perdió a la persona que más le importaba.

Liza fue la primera en acercarse y tomar mi mano y servirme un poco más de ese líquido café de la botella.

—¿Por qué no le pides que no se case? ¿Por qué no se lo dices? ¿Por qué no decirle que lo amas?

La miré, mientras ella sujetaba mi mano con fuerza, mientras mi cuerpo entero temblaba.

—¿Y si no la deja? ¿Y si a pesar de todo lo que le diga aún se casa con ella? 

Ella solo me miro y asintió, se puso de pie y encendió el estéreo; las notas tristes del piano sonaron, mientras me abrazaba mis piernas, y me hundía en el poso que había cavado. 

Aún lo amaba, sentía algo por él, ella también lo sintió, Abby, ella si le hubiera dicho que no se case, le habría dicho algo al menos, pero yo, yo no podía. No sabía cuáles eran los términos actuales, las amenazas y las sentencias que debía cumplir, lo único qué sabía era que Alessio estaría mejor lejos. Cerré los ojos y sonreí, al escuchar su voz en mi cabeza, “Otra vez pensando por mí” 

Fue ahí donde me di cuenta de que yo me había cansado de pelear por lo nuestro, había bajado las manos y eso aquel peso, aquella presión, social, económica, cayó sobre lo nuestro. Lo matamos, y parecía no haber vuelta atrás. Yo también era una cobarde.

Podemos cambiar, tomar otro camino diferente al que ya hemos tomado, pero será difícil, porque deberemos caminar por maleza, llegaremos a nuestro destino, pero deberemos dejar nuestras cosas por el camino.

68747470733a2f2f73332e616d617a6f6e6177732e636f6d2f776174747061642d6d656469612d736572766963652f53746f7279496d6167652f334d6538567936794359632d43513d3d2d313238333930303933382e313732346434356334633130336436383735393837353537343434352e706e67                    

Me había puesto manos a la obra para recuperar lo que Regina le quitó a mis amigos, debía haber pistas, ella dejó muchas pistas en papel y en computadoras, Edward y yo estábamos buscando en lo que se le olvidó sacar de la empresa, miraba mientras comía yogurt y frutas y cereal.

—Rouses come —dijo Mía

—Lo hago —dije sin quitar la mirada de la computadora, levanté el bol

—¿Qué haces?

—Trabajar, extrañaba hacerlo

—No hables con la boca llena, eres una princesa —Tragué, la pobre de Kate estaba pálida

—Pues no fui criada convencionalmente —Sonrió y todos rieron

—Eso puede ser cierto —dijo Beyno —Rouses puede comportarse, pero también le gusta actuar adolescente norteamericana —Me reí

—Nunca la había visto con esos modales —Miré a la puerta Ian y Emilia estaba ahí

—¡Papi! —Erick entró corriendo a donde estaba sentado su padre

—Hijo —Fue algo bonito de ver

—Ya era hora de que regresaras Rouses —Mire a Emilia

—No sabes cuantos me repitan lo mismo, pero ya estoy aquí, tarde, pero llegue, pero tomen asiento, ¿ya desayunaron?

—Tengo mucha hambre, la comida del avión es horrible —Tenía una linda barriguita

—Felicidades, no les dije que todo iría bien —Sonrió y se sentó

—Hola, Alessio —dijo ella, Ian se acercó a chocar sus puños

—Está igual de hermosa que antes —dijo Ian —Hermosa Rouses, se sentó a lado de su esposa, muchachos

—No los veía hace mucho

—Nos prohibieron venir —dijo Ian

—Son bienvenidos cuando gusten —dije —De vacaciones, pasar el rato, comidas —Dejaron mucha más comida en la mesa, Alessio conversaba con Erick —Por favor, coman, no dejen nada, es una orden, por cierto, los presento, Kate, Brad, Edward, ellos son Ian y Emilia, la madre de Erick y su otro padre —Hice una mueca —¿Se dice así?

—Si así —dijo Ian —Y muchas gracias

—Es un placer —dije, miré el vientre de Emilia —¿Cuántos meses tienes?

—Siete —Asentí

—¿Niño o niña?

—Niño —Sonreí

—Felicidades —dije miré fijamente su vientre —Él dice que está muy feliz y que espera salir pronto y conocerlos, que no le gusta eso que comes —Mire —Pasas, no son sus favoritas y que le da intriga saber de quién es esa voz —Sonreí y seguí comiendo como si nada

—¿Cómo hiciste eso? —dijo ella, cerré la computadora

—Debo haber tenido cuatro años, cuando lo hice, Alessandro tuvo que disculparse con la señora embarazada, lo que ella no sabía que es que no era uno sino trillizos —dije —Su mente funciona, tiene ideas, piensa, lo dejé de hacer, es muy cansado

—Tu nariz —dijo Kate dando un papel




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.