Seducción

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Rouses

Han pasado dos semanas desde que Erick se fue. Máximo ha estado muy triste y yo también. Pensar que si lo están tratando bien ha rondado mi mente todo este tiempo. No mentí cuando le dije a Regina que la mataría si le pasaba algo. La ira que le tengo no se puede medir. Le he dicho a Marcos que no sea blando en el juicio y que le quite cada centavo que pueda. Acabaré con ella, porque a diferencia de ella yo no me ando con rodeos.

El avión aterriza en Atenas. Prometí que estaría en la fiesta de ensayo y aquí estoy. Un auto me recibe, al igual que cientos de fotógrafos que esperan saber mi opinión sobre esta boda. No digo nada y solo entro al auto.

Conduce por las agitadas calles de Atenas hasta mansión D’Alturi ubicadas casi al norte en una colina donde se puede apreciar la belleza de la ciudad, lo nuevo y lo viejo. Se puede preciar por la ventana y es una vista digna de retratar como el sol se oculta y va dándole ese color rojo y naranja a las fachadas.

El auto se estaciona frente a una imponente mansión. El encargado luce nerviosa cuando me dice que será el que me lleve hasta la mesa. Camino por los suelos pulidos de mármol donde puedo ver mi reflejo. Abre una puerta de donde se escucha mucho bullicio que se apaga cuando me ven entrar. La gente se queda estática hasta los camareros se quedan mirándome mientras avanzo. Miro en al fondo del lugar a una mesa larga con varias sillas. Veo a mi tío Eros. El se pone de pie y sonrie.

—Alejandra

Un murmullo se extiende, la feliz pareja esta dando una entrevista y la cama me apunta ahora. Sonrió.

—Rouses Alessandretti

—Es Princesa —Henry lo corrige —Princesa Rouses Alessandretti

Un hombre mayor a lado de mi tío me mira de arriba abajo, la mujer a su lado se pone de pie, tiene las manos en la boca. Una mujer mucho mayor se pone de pie.

—Alysia. Mi pequeña Alysia regreso. Mi niña donde esta tu hija, y Luka. Que los hagan pasar.

—Abuela —Le dice mi tío —Ella es Rouses, es la hija de Alysia. Alysia, murió hace…

—Alejandra. Alejandra. Eres igual a tu madre, con los ojos de…

—Los Alessandretti —Dice el hombre mayor —Rouses Alessandretti

—Su mesa es por aquí su alteza real

—Lamento la interrupción, pero por favor sigan. No quiero importunar a nadie.

Los camareros son los primeros en moverse, el resto no se mueve hasta que me siento. La mesa principal es un revuelo. Mi tío Eros se acerca con la mujer más quien se sienta y me toma de la mano.

—Te tardaste mucho en venir a conocer a tu familia ¿No crees?

—No creí que quisieran conocerme después de lo que le hicieron a mi madre —La miro. Tiene lo ojos de mi madre —¿Quién es usted?

—El cinismo Alessandretti lo tienes, ahora muéstrame algo D’Alturi

—No sabría que es —Sonrie

—Eres inteligente, los griegos inventamos la filosofía, las matemáticas, aritméticas. Tú tienes todo eso. Yo soy tu vis abuela, me llamo Atenea. Llevo deseando conocerte desde que naciste, pero obvias razones no pude.

—No sabía que usted vivía

—Dime Atenea, mi hijo, el rey Ares —La miro —Su esposa Helena son tus abuelos —Señala a mi tío —Ya conoces al mayor Eros, le sigue Deméter o Pia, Perséfone, Apolo, Paris, Héctor, Hera, Artemisa, Selene, Dionisio, Odisea y Alysia. A sus padres se les acabaron los nombres.

—¿Por qué no les pusieron los doce nombres del olimpo?

—Nunca pensaron tener tantos hijos, creo. Tu madre también quería muchos, pero no pudo tenerlos. Mi pequeña Alysia, siempre fue un rayo de sol en esta casa, la última y la meas testaruda, su carácter rivalizaba con el de sus padres.

—Eros —Una mujer con el cabello color negro como la noche se acercó —Nuestro padre quiere conocerla, a ella.

—Saluda como es debido Selene —La reprende la mujer —Es tu sobrina

La mujer me mira y luego a Eros.

—Princesa

—Es un gusto —me pongo de pie —conocerla —La mujer me mira

—Te apareces a mi hermana. Alysia vestía igual que tú. Tú eres su viva imagen.

—Ven Alejandra, por aquí

Mi tío me lleva hasta mesa principal, diviso a Alessio en una mesa cerca, me mira, a su lado está Regina con un grupo de hombres y mujeres que me miran con odio, no los conozco y no me importa saber quienes son. Miro al hombre mayor.

—Bienvenida —Me die —Alejandra ¿Te gusta que té llámame así o prefieres Rouses?

—Alejandra o Rouses está bien

—¿Quién te puso ese nombre? Debe haber sido tu padre

—Fue mi madre la que me lo puso, mi padre me puso Alejandra —Me mira

—Yo soy Helena —La mujer a su lado me mira —Rouses, yo soy…

—Es la madre de tu madre —La interrumpe el hombre

—Ósea mi abuela — la mujer me mira y tú —Sé quienes son mi madre me enseñó la historia. Su origen. Su familia, aunque ustedes, ya no la considerarán parte.

—En esta casa teníamos reglas, que tu madre rompió por fugarse con tu padre.

Sonrió. Sé que no me quieren aquí, pero no tiene otra opción.

—Solo ve al grano y dime que quieres. Porque tanto como tú y yo no estamos para soportarnos el uno al otro.

—La razón de que estés aquí es sobre el conflicto entre Regina y tú. —Alza la mano y mi prima se acerca con Alessio. La gente comienza a susurrar —¿Sabes quién es?

—Mi ex prometido

Es raro llamarlo así, pero la cara de Regina lo vale. Estar aquí y ver sus caras lo vale, porque hace unos días no sabía por qué hacía esto y ahora sé que lo hago por mi madre.

—Ahora le pertenece a Regina.

—No sabía que Alessio era un objeto qué poseer —Tomó aire —Solo dime que quieres

—Esta pelea entre ustedes por un hombre ya la vimos antes

—¿Y el ganador también?

—Te dije que ella solo quiere acabar con el compromiso de mi hija

—Hola tía, cómo estás —mi tía se para a lado de Regina

—Padre

—Cállate Pía que si estamos aquí es por cuáles de ambas

—Ares —Interfiere el hermano de Regina

—Primo —Me mira




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