Seducción

CAPÍTULO 1

ADRYAN

La música electrónica y el alcohol hacen la combinación perfecta para disfrutar un sábado noche. Estoy en una discoteca a las afueras de la ciudad con algunos compañeros de la universidad y ya tengo echado el ojo a algunas chicas que bailan en la pista sin compañía. Una de las normas que me ido imponiendo durante estos últimos años ha sido no meterme con la mujer de algún hombre. Las consecuencias no suelen ser buenas.

—¿Ves algo de tu interés? —me pregunta Leo mientras observa a la misma dirección que yo.

Asiento con la cabeza mientras me acabo de un trago el Bacardi. Me dedica una sonrisa llena de satisfacción mientras ve como me acerco a mis próximas presas.

Quizás hace años me sentía inseguro por mi apariencia e inexperiencia, pero la adultez me pegó de una muy buena forma. El adolescente tardío, flacucho y lleno de espinillas se ha convertido en un hombre en toda su expresión y las mujeres ya no se resisten a mí. Antes yo suplicaba, ahora me suplican a mí.

Una pelirroja muy linda se acerca a mí bailando sensualmente y pega su espalda a mi pecho. Mueve sus caderas de forma deliciosa mientras va bajando su tórax con cada movimiento, rozando sus glúteos contra el material de mis vaqueros. Sigo sus movimientos con mi cadera y veo en sus ojos como lo está disfrutando.

Le doy la vuelta, pegando su pecho contra el mío y enterrando mi cabeza en su cuello. Reparto varios besos por la zona, sintiendo como ella se inclina hacia atrás y engancha los mechones lacios de mi cabello oscuro.

—Podemos ir a un sitio más privado... —me susurra al oído, reprimiendo un gemido. Le sonrío mientras me aparto un poco. 

Miro sus carnosos labios pintados de carmín y un malestar se presenta en mi entrepierna.

—Quizás en otra ocasión — contesto en su lugar. Esto ha sido demasiado fácil

La chica se separa completamente de mí indignada pero me alejo de ella antes de que puedas decir algo más.

—Nunca dejarás de sorprenderme —suelta Zack cuando me siento a su lado, tomando una nueva copa—. Esa chica prácticamente se estaba entregando a ti sin complicaciones y le dices que no.

Me encojo de hombros, echando otra mirada a la pista. Algunas de las chicas que había visto ya han encontrado pareja para esta noche. Me acomodo mejor en el sillón. Esta va a ser una noche muy larga.

No sé cuánto tiempo pasa mientras me acabo mi cuarta copa. Leo ha vuelto en algún momento y trae a una chica con él. No me fijo en ella pero cuando empiezan a besarse sin vergüenza alguna, me doy cuenta que se trata de la pelirroja con la que había bailado tiempo atrás.

Ruedo los ojos mientras recojo mi chaqueta, dispuesto a irme. Hoy no encuentro ninguna diversión para mí y mañana tengo un importante parcial.

Esquivo algunos cuerpos en movimiento concentrado en buscar la salida. Cuando menos me quiero dar cuenta, un líquido que apesta a un fuerte alcohol mancha mi camiseta blanca de un azul neón. Suelto una maldición mientras subo mis ojos a ver quién es el responsable de este caos y me sorprendo al ver unos familiares ojos marrones.

—¡Perdona! —exclama por encima de la música, moviendo sus manos en el aire buscando una rápida solución. Yo solamente me dedico a analizarla. Juraría que la conozco de algún lugar, pero no la relaciono con ningún ligue.

—Oye, ¿nos conocemos de algo?

Ante mi pregunta, se tensa completamente. Rebusca algo rápidamente en su bolso y me estampa varios billetes contra el pecho mientras susurra:

—Por los daños.

Sale dispara de allí, colándose entre la multitud de personas bailando. Por un momento no me acordaba ni siquiera de que me encontraba en una discoteca. Intento ir tras ella para devolverle el dinero, pero es imposible encontrarla entre este gentío.

Me quedo completamente anonadado en medio de la pista, incómodo por la mancha pegajosa sobre mi pectoral izquierdo y desconcertado ante la intriga que me produjo conocer a la castaña y no saber de qué.

Creo que lo mejor es que vuelva a casa después de esta noche tan larga.

Son las siete y media de la mañana y estoy preparándome un cargado café negro. Ayer acabé llegando de la fiesta más tarde de lo que en un principio pensé y no sé cómo sobreviviré al examen de anatomía que tengo a primera hora y que olvidé completamente.

Replanteo por unos minutos más mi existencia antes de ver la hora y salir hacia la facultad.

Llego cinco minutos antes del examen al aula, pero me la encuentro completamente vacía. Me acerco al tablón de anuncios y suelto una maldición al ver que el examen es junto a los estudiantes de enfermería ante la ausencia de mi profesora habitual.

Corro por los pasillos del edificio y varias personas se me quedan mirando, pero me da completamente igual. Subo las escaleras hasta el cuarto piso y llego justo cuando el profesor está cerrando la puerta.

—Buenos días, ¿podría entrar? —pregunto educadamente, regalándole una sonrisa que disimula mi rápida respiración.

Me mira de arriba abajo crítico. Se hace a un lado y no pierdo mi tiempo entrando en el aula. Las gradas están llenas y puedo notar como todas las miradas están puestas en mí. Subo las escaleras más rápido de lo normal y encuentro un hueco libre junto a una chica.

Una vez sentado, escucho atento las indicaciones del profesor y le doy la vuelta a mi examen. Leo atentamente todo lo que pone y logro rellenar algunos apartados con lo que memoricé en clase. Solo hay una única pregunta que no me sé. Miro hacia los lados disimuladamente y me doy cuenta que la castaña a mi derecha está lo suficientemente cerca como para verle el examen sin llamar la atención.

Paseo mis ojos por la hoja fijándome en el escudo en una de las esquinas del folio. Es una estudiante de enfermería y no medicina. Suelto una maldición para mis adentros y miro la hora. Aún queda más de la mitad del tiempo y no sé qué poner más en mi examen. 



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En el texto hay: deseo celos, sexo amor drama

Editado: 27.09.2022

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