Seducción irresistible.(parte 2)

Capítulo 7.

“El sabio no atesora.

Cuanto más ayuda a los demás, más se beneficia.

Cuanto más da a los demás, más obtiene para él.” Lao-Tse

 

La voz de Mellea se hizo presente, ella pedía ayuda desesperadamente, intenté seguir hablando por la llamada, su voz ya no podía oírla y luego corto la llamada, pero luego en breves minutos me llegó un mensaje con la ubicación del lugar en donde se encontraba.

Miro el mensaje y frunzo el ceño, en qué lugar fue a parar, ella estaba en uno de esos barrios muy peligrosos de la ciudad, en la denominada tierra de nadie.

Por qué se fue a ese lugar.

Maldición otra vez no podía estar pasando.

Los recuerdos de un suceso aparecieron y empezó a reproducirse en mi mente, veía los momentos como si fuera ayer.

Conduzco hacia el lugar, pero estaciono el auto en dos calles anterior a esta, me voy caminando y llegó a una casa morada adornada con dibujos de calaveras con sombreros vaqueros, algo fuera de lo inusual, pero eso era un claro símbolo de los que vendían éxtasis.

Revisó las balas que me quedan y me aseguro de haber guardado bien la otra arma alrededor de mi cintura, lo oculto con mi ropa, tenía un cuchillo en mi pantorrilla, traía puesto el chaleco antibalas que traía en la cajuela del auto.

No deseaba morir ahora.

Ahora no todavía.

Tenía que matar primero al ruso.

Algunas personas salieron de sus casas y me hicieron señas de que no entrará a la casa morada, sus rostros reflejaban mucho miedo.

La puerta estaba semicerrada, entre y observé que no había muebles en el espacio lo cual lucia demasiado desolado, parecía sólo una sala vacía, con muchas botellas de plástico y bolsas en el piso.

Entre en una habitación de esa casa y encontré envolturas de droga, seguí caminando y escuché ruidos provenientes del que parecía ser la planta de arriba.

Las escaleras rechinaron cuando fui subiendo, traté de esquivar los tablones rotos y de no caer en el intento, la casa era desastrosa y emitía un olor nauseabundo, las paredes estaban bañadas de moho.

Los ruidos fueron más intensos, parecía que discutían, me acerqué más hacia dónde venía esa plática y abrí un poco la puerta, observé a dos hombres de tez blanca y con demasiado tatuaje en los brazos, tenían sus armas cerca a sus cinturas.

Noté que Mellea estaba en el piso inconsciente, su cabeza está sangrando.

Escuché los chirridos de las escaleras viejas y me escabullí hacia el cuarto de al lado.

¡Oh, mira más gente! ¡Increíble!

Escuchó cómo hablan sobre ella y comentan que la venderán a un burdel del barrio.

¡Jodido lío!

Vamos dos por dos Jassel.

Paciencia.

Un hombre la carga en sus hombros y la llevan hacia abajo, junto a él baja un hombre, salgo de ese cuarto y me acerco hasta los dos primeros que estaban en la habitación, voltean al notarme.

—¿Por qué mierda, meterse con una mujer? —pregunte furioso.

Ellos se voltearon a ver y sonrieron entre sí, tenían una posición de vanidad absoluta y arrogantes al cien por ciento, me estaban subestimando.

—¡No me digas!, es tu juguete personal. —exclamo el sujeto que se encontraba sin polo.

—Calla y dime ¡¿qué carajos, tienes con ella?!

Vete abajo y salva a la chica, no seas imbécil.

Acaba con ellos ahora.

—La maldita mujer, grabo nuestras conversaciones y una perra como ella, ya sabes, debería estar en un burdel de mala muerta, quisimos sacar beneficio de ella, pero sacó las garras y quedó noqueada por el golpe de mi arma contra su cabeza. —dijo el sujeto con una actitud prepotente quiso sacar su arma, pero yo fui más rápido y disparé hacia sus manos, ocasionando un perfecto agujero sobre las manos del hombre, cantidad de sangre emergía como un torrente de lluvia en tormenta.

—Manda saludos a Lucifer por mí, idiota—le dije al hombre que se encontraba en el piso removiéndose de dolor, apunte a su cabeza y disparé justo en ese lugar.

El otro hombre se abalanzó sobre mí y se colgó de mi espalda, empuje mi cuerpo hacia atrás y golpee con los codos justo en su estómago, su agarre se hizo débil y me puse en posición de ataque.

—Tú también saluda por mí, idiota. —le susurro.

Mandé un mensaje a los que se encargaban de limpiar el desastre, este lugar debía estar limpio y sin muertos.

Mi arma tenía silenciador, no quería asustar a los demás o provocar que vinieran más a atacarme en este momento no era el preciso, bajé hacia la sala y noté que estaban en la cocina, por el ruido proveniente de el.

Ella estaba tumbada en la mesa, los dos hombres comían como si se acabará el mundo o no hubiera un mañana, uno de ellos me vio y corrió hacia mí enseguida, como un animal.

Esquivo su golpe y doy una vuelta para así evitar que me apuñale, con mi codo me encargo de golpear sus costillas muy duro y esta suelta el cuchillo.

El otro simplemente está observando como peleó con su amigo, dio vuelta a su silla y pronunció:

—No lo mates, dejaras a sus hijos de este hombre sin padre. —me dijo y yo lo solté, el hombre descontento quiso abalanzarse sobre mí y aprovechar el momento, pero el otro le tocó su hombro y este se calmó.

—Llévate a la chica, no la necesitamos después de todo —dijo sin temer, mordió su carne sin preocupación.

Este me entrego su cámara de Mellea la cual estaba deteriorada.

—Borramos lo que no debe estar aquí, ni salir información de lo que hacemos, ¡ya sabes hacemos cosas malas! —pronunció el mismo sujeto.

Él parecía ser razonable y más dialéctico.

—Tal vez los de arriba merecían morir, por lo que hicieron a tu chica, el golpe fue duro que hizo que quedará inconsciente, pero tengo una hija de su misma edad y no iba a dejar que abusaran de ella. —termino de decir y salió de la casa, con el hombre cargado a su espalda.




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