Seducción irresistible.(parte 2)

Capítulo 9.

Nunca sabréis quiénes son vuestros amigos hasta que caigáis en desgracia." Napoleón

Los ruidos de una cuchara contra el sartén invadieron la casa, los sonidos que salen con ese choque son demasiado irritantes ya que era muy temprano, el clima estaba perfecto como para levantarse tarde ya que el viento frío provocaba no despertar temprano y quedarse en la cama todo el día, las ganas de acurrucarse para buscar el calor que las mantas pudieran ofrecer es la sensación magnifica de la vida.

Entonces me levantó de la cama y se me voy directo a la cocina, estoy irritado ni siquiera voy al baño a asearme, mis ojos apenas pueden abrirse, tal vez tenga legañas, parezco un sonámbulo por mi aspecto tan parecido al de un zombie, bajo descalzo y buscó el origen del ruido irritante que me a despertado a una hora muy temprana.

¡Que mierda!

─ ¿Por qué tanto ruido? ─mi voz sale ronca y adormilada, estiro mis brazos intentando botar toda la pereza que tengo, como si de esa manera lo lograra.

Ella se acerca a mí cuando ve que bajo las escaleras, agarra mi mano y me jala hacia la mesa muy rapido, mi cuerpo se mueve junto a ella, arrastra el asiento y ella señala para que me siente, no le hago caso, así que ella empuja mi cuerpo a la silla ya cansada de mis berrinches.

─ ¿Estás loca, pude haber caído de esa silla? ─le digo gritando provocado por la insolencia que se atrevió a hacerme, mi voz ya tomó ese tono normal por así decirlo, pero la cosa es que la emito gritando.

─ Ay, ¡Calma!, Estás muy bien y no quiero matar a mi primer amigo que tengo después de todo─ expresó y levanto las manos en forma de paz.

─ ¿Qué mierda hiciste en mi cocina, carajo? ─le digo mirando el desastre que está adornando desastrosamente el área de la cocina, su acción me está irritado demasiado, se toma demasiado atribuciones.

─Bueno prepare el desayuno y no grite que no estoy ni un poco sorda para que grites de esa manera. ─dice de lo más calmada.

─ ¡Maldición! Primero me despiertas con ruidos y también apagaste la calefacción por lo que siento y veo. ─le digo mi sentir con cierto tono de enfado todavía estoy irritado por sus acciones insolentes.

Maldición, sí que lo estás.

─Lo apague ya que fue un accidente, toque un botón y se apagó. ─se ríe─ lo siento por eso, pero fui a tu cuarto y te arrope con las mantas que use ayer. ─dice tranquila.

La miro y ella refleja ese aire de inocente como si fuera una niña que comete travesuras. veo que sirve la comida en dos platos y deja el plato cerca de mí.

Jassel tiene la mirada fija en Mellea, está irritado porque alguien interrumpió su casa de la forma más inusual porque él la trajo, pero sin medir las acciones que ella cometería, tal vez la mejor era haberla llevado a un hotel.

Camino hacia el baño para lavarme los dientes, remojo mi cara con el agua fría para calmarme, vuelvo a la cocina y me siento nuevamente en la silla.

Empiezo a masticar muy lento y tomo un poco el agua para no atorarme con el trozo de pan, el sonido de toques en la puerta inunda la casa.

Ella corre a abrir la puerta de inmediato, pero yo la interceptó y la arrinconó contra la pared, impidiéndole el paso.

─No seas así Jassel, deja que yo abra la puerta, estoy siendo de lo más servicial contigo y eso cariño no se da todas las veces,  ─dice intentando persuadirme, pero pongo las manos en ambos lados para impedir que se salga, su sonrisa se borra rápido ─Eres malo. ─toca mi rostro e intenta salirse, por un lado que dejo libre.

─ ¡No! Necesito que te vayas al cuarto y te quedes ahí, hasta que yo te diga ─le digo y ella niega firmemente.

Nuestras miradas parecen luchar, pero al final yo gano la batalla, Mel da un golpe a mi brazo y yo le abro el paso, pero antes de irse ella me dice:

─Ay bueno me iré, no molestaré de eso te aseguro, soy gentil. --dice y luego hace señas de pistolas con sus manos y va retrocediendo sin ver cómo sube las escaleras.

─Te caerás, mira al frente Nicolleta. ─le digo con intención de fastidiarla, ella me lanza miradas asesinas, pero de va al cuarto, yo voy me dirijo a abrir la puerta.

La silueta muy conocida de una mujer se hace presente afuera de mi casa, Selene entra a la casa no sin antes dejar un beso en mi mejilla y darme un abrazo, parece restregar su cuerpo con el mío, puedo sentir sus pechos, los cuales no llevan sujetador porque puedo sentir lo duros que estan.

─ ¡Buenos días dormilón! ─saluda de manera efusiva.

Ella se va a la cocina y apunta el desastre que hay en el lugar.

─Ya sabes me encanta cocinar, además tenía ganas de preparar un súper desayuno. ─contesto claramente mintiendo.

Ella era psicóloga y no creo que haya caído en esa mentira muy poco creíble, ella tiene la mirada fija en las cosas mientras camina y llega a la mesa.

─ ¿Dos platos de comida? ─inquiere apuntando a los recipientes de comida.

─ ¿Por qué estás aquí en mi casa Selene? ─le pregunto esquivando el tema, muy aparte ella no tenía que meterse en mi vida personal.

─Pues ¡oh casualidad! ya no estás yendo a las terapias, desde el incidente candente que tuvimos la vez pasada. ─dice, inmediatamente sus mejillas se tornan de un color carmesí.

─Lo siento, estuve muy ocupado, ya sabes las clases y el orfanato. ─le contesto.

─ ¡Oh! Ya veo. ─inquiere, su mirada está en la casa.

La detengo cuando piensa subir a los cuartos, las atribuciones que piensan tomarse con mi presencia es demasiada.

─Deberías marcharte, estoy ocupado ahora. ─le señaló la puerta, no sueno de lo mas cortes que digamos, pero en estos momentos estoy demasiado ocupado en mis asuntos personales.

Caminamos hacia la puerta y nos despedimos, pero cuando abro la puerta vemos a un hombre alto y fornido con una pistola, que impide que ella se vaya.

¡Maldición!




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