Seducción irresistible.(parte 2)

Capítulo 15.

No te dejes llevar por tus impulsos esos podrían arruinar tu día.

Nuestras miradas chocan en una batalla en la cual ninguno de los dos desea perder, en definitiva.

Un movimiento tan simple podría unir nuestros labios ya que están muy cercas.

Ella deja de mirarme y asumo que e ganado, pero responde:

—¿Te encanta meter miedo en las personas? —habla rompiendo el silencio que reinaba.

—¿A ti te gusta fisgonear en la vida privada de los demás? —respondo, arremetiendo contra su comentario.

—¿Eres patético Jassel? —dice entre risas.

Ahora yo soy el que río y a ella se le borra la sonrisa.

Me acerco a su oído de Mellea, se retuerce intentando salir, mueve sus piernas las cuales están atrapadas.

<< ¿Es una oportunista?>>

—¿Por qué lo hiciste?

—Pues eso es simple y disculpa por eso, pero necesitaba el dinero. —responde.

—¿Por qué no me dijiste nada?, podría haberte pagado para que no hablaras.

—No había elección Jassel, tu estabas destrozado por la muerte de Gabrielle tu novia y yo tenía que salvar la vida de mi padre. —sus ojos se tornan brillosos al recordarlo.

Suelto sus brazos y ella queda libre, pero sigue recostada en la pared.

—Lo siento mucho por haber sacado ese tipo de información delicada para ti, no sabes lo mal que me siento. —dice en un susurro.

—No sé si debería creerte, porque eres muy mentirosa.

Mellea despega la vista del piso y vuelve a mirarme fijamente.

—Pero no estoy arrepentida ya que, gracias a ese dinero, mi padre pudo vivir unos años más y estar con sus hijos.

Sus palabras suenan sinceras, puede que este siendo honesta, pero me mintió, una mentira no puede ser tomada a la ligera.

—Sigues pensando en sobre que ya no deberías confiar en mí. —sus palabras logran sacarme de esa nube de pensamientos.

—¡Exacto! —hablo cien por ciento sarcástico.

—Eres una persona, difícil de entregar la confianza en alguien, pero lo hiciste en mí.

—Nunca dije eso Mellea, así que no te hagas ideas absurdas en la mente.

<<Eso no se lo esperaba. >>

Ella se lleva las manos a la boca, se encuentra indignada por lo que he dicho, pero es la pura verdad así que no tendría por qué sentirse desplazada.

—Eres despiadado en todos los sentidos de eso no hay duda. —dice y me aparta con un empujón.

<<Bueno en eso sí tiene razón y certeza.>>

—Si eso es cierto, me encanta ser despiadado cuando algo no me gusta y debe ser exterminado.

—¡Bla! ¡Bla! ¡Bla! Ya lo sé. —dice e imita con su mano una boca parlanchina.

Se pone en puntitas para poder decírmelo casi en la cara.

—Eres demasiado irritante a veces Mellea. —le digo y pongo mi dedo sobre su frente para bajarla de su leve altura que está gracias a sus puntitas.

Ella me empuja nuevamente con fuerza y se aparta, camina hacia la sala.

—¿Por qué no te vas de mi casa Jassel? —exclama Mellea, agarra el control para prender su televisor.

Entendí su referencia de que debía irme cuanto antes mejor, doy medio vuelto y salgo de la sala.

Camino hacia su cuarto para ponerme ya mi ropa que se encuentra seca, la cual esta doblada y se encuentra encima de la cama, agarro mi teléfono, lo pongo en mi bolsillo y salgo de la habitación.

Mellea está sentada, disimula ver la televisión, pero de reojo me observa abrí la puerta, los dos nos estamos observando.

Abro la puerta y la figura de una mujer está parada con la mirada fija en su celular, tiene rasgos muy parecidos a Mellea, pero en versión más adulta, en su otra mano sujeta su maleta, despega su vista del aparato y me ve con extrañeza.

Mellea al verme parado en la puerta sin irme, se acerca rápidamente, me empuja hacia la salida, pero al ver a la mujer se queda quieta.

La mujer nos mira a los dos con curiosidad, luego señala a Mellea la cual no sale de su asombro.

—¿Quién es el? —pregunta con curiosidad.

Mellea me señala y alza la mirada para verme.

—El, pues... Emm. —murmura, se toca la cabeza.

—¿Sí? ¿Quién es? —dice y la mujer la cual se lleva un chicle a la boca.

Ella niega y me sostiene el brazo, me empuja levemente para irme, pero pongo resistencia, le muestro una sonrisa y está tira un soplido.

—Él ya se va. —dice, se pone detrás de mí con la intención de hacerme caminar.

La mujer suelta una risa divertida y luego se lleva la mano a su boca sorprendida, como si ya se hubiera acordado de algo, da saltos en su lugar.

—¡Oh! Ya sé quién eres tú , ¡Bombón!—alza sus ceja y pone una sonrisa inquisitiva— Soy Alessia hermana de esa hermosa chica.—dice y extiende su mano.

Mellea me jala para no saludarla y estrechar su mano de la mujer, suelta un bufido.

Se acerca más y yo retrocedo, deja su maleta a un lado, avienta su celular al mueble sin medir los riesgos.

—No me digas que tú eres él... —no termina de decir la oración completa ya que Mellea tapa su boca de su hermana con su mano.

Alessia se libera y fulmina a Mellea, la cual mira asqueada su mano, porque su hermana lamió su palma de su mano.

—Eres asquerosa Alessia. —emite furiosa.

Ella se va corriendo a lavarse las manos, su hermana se acerca a mí.

—Mi hermana escribe mucho sobre ti en su página, eres el famoso Regalo de Dios para las mujeres, pero el caso no es eso, sinceramente no pensé encontrarte en la casa de mi hermanita, esa astuta lo logró, la subestimé. —me dice, pero las últimas palabras lo dice en un tono de voz más bajo.

—¿La subestimas?  —pregunto algo curioso.

—Son cositas de mi hermana, no puedo creer que seas tan ciego. —dice con simpleza.

—Bueno, no sé lo que me estás hablando.

—¿Ya te entrevistó? —pregunta.

Pienso en la vez en el orfanato y asiento.




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