Disfruta cada momento de tu vida nunca sabes que pasará mañana...
Me tropiezo con una silla y mi trasero es el más afectado, miro hacia Mellea la cual se envuelve con las sabanas y camina torpemente hacia donde estoy, sus ojos apenas y están medios abiertos, estira sus brazos intentando atraparme, observo como las sabanas descienden sobre su cuerpo, dejando totalmente expuesta su desnudez frente a mí, me pongo de pie rápidamente y agarro la manta que esta sobre la cama y la envuelvo.
Ella se tira para atrás y como consecuencia de ese acto yo también caigo con ella, pero para no aplastarla pongo mis codos en la cama, Mellea esboza una media sonrisa, aunque sus ojos no están abiertos, pasa sus manos por mi rostro.
—Aunque no te hubiera conocido ese día fatídico, igual nos hubiéramos conocido por mi hermana, ¿no crees, Jassel? —sus palabras salen con torpeza, su toque de su mano sigue en mi cara.
Me sumerjo en mis pensamientos y en unos minutos se vuelve el ambiente silencioso.
Quizás tiene razón.
—No creo que sería así. —pronuncio en voz baja al ver que ella ya ha dejado de tocarme y su mano descansa en su pecho.
Intento levantarme minuciosamente y sin ruidos, pero ella se remueve y abre sus ojos, mi mirada se centra en sus labios.
—¡Tenías que malograr mi teoría! —exclama y arrastra letra "R" en un largo sonido agudo.
—¿Que de bueno tendría que nos volviéramos a conocer? —hablo con tranquilidad, pero ella se remueve he intenta ponerse de pie, mi comentario parece hacer que se enfade.
Le impido ponerse de pie y la mantengo echada, coloco sus brazos arriba de su cabeza y puedo percibir como su pecho sube y baja, está enojada.
—Si ya nos conocemos ahora, no hay teoría que nos cambie eso.
Sus labios se abren y piensa en refutar con mi comentario anterior, pero se calla al escucharme, me pongo de pie y camino con dirección hacia la puerta, tomo la perilla, pero su voz hace que voltee a verla.
—No me arrepiento de haberte conocido Jassel. —dice Mellea soltando un suspiro y observo como abraza a su almohada y cierra los ojos.
Salgo de la habitación y me recuesto en la puerta, paso mis manos por mi alborotado cabello y suelto una gran bocanada de aire.
—Yo tampoco Mel.
***
Miro el gran reloj que adorna mi sala y visualizo la hora, Mellea sigue durmiendo ya son las dos de la tarde y ella sigue soñando, aunque la entiendo llegamos muy tarde a casa.
El sonido del horno hace que reaccione rápidamente, me coloco los guantes que están sobre la mesa de la cocina y me los coloco enseguida para sacar el pollo asado, el olor que desprende es demasiado abrumador para mis papilas gustativas, mi boca se hace agua, llevo uno de mis dedos a la boca con la salsa, suelto un sonido gutural al probarlo.
—No cabe duda, de que soy fantástico. —me alabo a mí mismo con orgullo de haber preparado semejante plato.
Las pisadas de alguien corriendo hacia la cocina, hace que me ponga en alerta y tome el cuchillo, pero bajo mi guardia al verla, tiene la ropa que le deje que se pusiera, aunque su cabello ya no luce como ayer, ahora se encuentra mojado, su mirada esta fija en el piso y tiene el vestido en sus brazos.
—Lo siento mucho por lo de ayer, no sabes lo avergonzada que estoy por el ridículo que hice anoche.
Salto de páginaSu rostro se tiñe de un rojo carmesí, pero su mirada ya no está fija en mi si no en la comida que recién ha salido del horno.
Señalo la silla y ella se sienta enseguida, pero la actitud de niña temerosa sigue ahí, sirvo su plato de comida, se pone en marcha y empieza comerlo con ansias.
Me siento al frente de ella y comemos juntos, mi mirada se va a su vestido, quizás estuvo pensando en escaparse sin decir nada, sin embargo, no contaba de que el poder de mi comida la hiciera venir.
Terminamos de comer y ella se ofrece a lavar los servicios, ella empieza a silbar como si fuera un pajarito mientras lava los platos, frunce el ceño al verla de esa manera.
Ella voltea hacia mi dirección, nuestras miradas se conectan, pero ella se reúsa a seguir con eso y mira a otro lado.
Camino hacia el marco de la entrada de la cocina y me pego a ella, llevo mis manos a mi pecho y la observo minuciosamente, se detiene a limpiarse las manos, luego toma el resto de jugo que queda en su vaso, el otro lado de mi sale rápidamente, haciendo una pregunta intima.
—¿Así que una mamada? ¿no? —lanzo la pregunta atrevida, pero me arrepiento al ver que comienza a toser y bota el líquido de su boca.
Su rostro parece perder el color y se torna pálida en un momento, pero cuando alza la mirada para verme a los ojos, sus mejillas se encienden tomando el color rojo domando sobre ella.
Me acerco a ella, toco sus hombros para llamar su atención, pero ella sigue tosiendo, aunque parece que ya lo estuviera haciendo a propósito para evadirme.
Sus hombros se tensan cuando la toco, ella se aleja un poco y toma aire.
—Puede que anoche no haya estado tan borracha que digamos. —su tono de voz ya no sale nervioso, ha tomado fuerzas y se acerca a mí, camino hacia atrás y doy con la mesa.
—Ayer estabas borracha como para recordar Mel —le contesto.
—Si ayer hubiera estado lo demasiado borracha no me hubiera acordado todas las cosas que dije y que quería que me hicieras. —sus ojos están fijos en mis labios, así como yo los de ella.
—Muchas cosas perversas pasaron por mi cabeza, desde una mamada y tener sexo salvaje contigo—dice finalmente contestando a mi pregunta y yo me siento sobre la mesa, consternado por su confesión.
De pronto siento calor y mi amigo se empieza a despertar, mis manos se tornan sudorosas, puedo sentir mi respiración agitada, se acerca y se mete entre mis piernas, baja sus manos y las reposa en mi pierna.
Su sonrisa parece tornarse maliciosa y juguetona.
¡Joder! ¡Nunca me había pasado algo igual!
Editado: 18.01.2021