Seducción irresistible.(parte 2)

Capítulo 25

"El orgasmo es el gran comedor de palabras. Solo permite el gemido, el aullido, la expresión infrahumana, pero no la palabra"  Valerie Tasso

Sostengo sus caderas y me adentro mas en ella, la sensación acogedora de placer inunda mi vista, me siento cegado.

La cojo de la pierna y le doy la vuelta, ella se ríe por esa acción, su sonrisa es contagiosa y perversa, vuelvo a adentrarme en ella, sus piernas me rodean.

Llevo mi mano a su parte baja y toco su botón de placer, se muerde lo labios de manera agresiva, empiezo a mover los dedos mas rápido, su cuerpo pasa por espasmos, lleva su manos a sus labios y los ingresa a su boca, tratando de acallar sus gemidos que salen de manera silenciosa de su boca.

Las embestidas van tomando fuerza, los movimientos toman velocidad, trato de contenerme y realizarlo de manera lenta, pero el placer domina sobre mi, quiero llegar al orgasmo junto a ella, golpeo sus nalgas y poco a poco estas se tornan rojas, dejo besos sobre su espalda y cojo su cabello en una cola.

Enroscó su cabello en mi mano derecha y jalo levemente, con la otra mano sostengo sus caderas y arremeto contra ellas, acabo en su interior con la seguridad de que mañana pueda acceder a una pastilla de día después es la primera vez que lo hago de esta manera.

Me dejo caer en la cama y trato de controlar mi respiración, ella luce igual, su pecho sube y baja de manera rápida.

Posiciona su cabeza en mi pecho y levanta la mirada.

—¡Joder!¡Eso estuvo delicioso! —sus palabras salen de manera entrecortada.

Su frente luce sudorosa y su cabello está pegado a su frente, se levanta de la cama y se enrolla con las sábanas, sus pasos son silenciosos, me río al verla de esa manera.

<Parece huir>

<¿Dónde quedó la Mellea desenfrenada?>

Escucho murmullos a través de la puerta, me acerco poco a poco y abro la puerta, ella parece cantar algo en otro idioma, camino más rápido hacia Mellea al verla bailar en la ducha, la cojo de la cintura al verla tambalear.

—No bailes en la ducha. —Le digo con la voz ronca y entrecortada.

Ella voltea y su mirada es inocente, ¡Dios! Hace algunos minutos tenía la mirada llena de perversidad y tentación completa, ahora parecía un conejito asustado.

—Iba bañarme en la tina, pero creo que acá cabemos los dos. —dice con tranquilidad.

—¿Sabías que vendría?

—Claro, no te duermes sudado, eres el hombre más ordenado y limpio que puede haber.

—De eso no hay duda. —sonrió.

Me acerco a la bañera y empiezo a llenarlo hasta un tope.

—Yo creo que sí alcanzaremos los dos en la tina.

—Lo dudo. —lleva sus manos tapando su pecho y se pone de espalda.

Camino hacia la ducha y el agua empieza a descender, ella está parada en el rincón del baño.

Su cabello luce mojado y tiene restos de jabón en el cuerpo, rodeo su cuerpo y la jalo hacia el agua.

—¿Te sientes mal?

—No, sólo pensaba en algo.

Alzó su mentón y la miro a los ojos, los cuales están cerrados.

—¿Arrepentida? —dejo caer mis manos a un lado y me separó de ella.

—No es eso, ahora no sé que pensar.

Analizo la situación y volteo a mirarla, luce confundida por esta situación.

Levanta su rostro y vuelve a sonreír, tratando de ocultar las cosas.

—Vamos sólo fue sexo ¿No? —dice con calma, pero no es más que disfrazado por el temor de un "No"

Me quedo callado ante esa pregunta, lo que tuvimos no fue algo sucio y rápido que amerite olvidar, fue algo íntimo y desbordante por el placer, el éxtasis rodeando el ambiente nos precipitó a algo inexplicable que sentíamos en nuestro interior, algo que los amantes dejan fluir por sus deseos ocultos.

Ella coge una toalla y pasa por mi lado, salgo rápidamente después que ella.

Abre mi armario y parece buscar ropa, su rostro luce una sonrisa falsa, en la cual oculta su tristeza, se coloca uno de mis abrigo más grandes y se coloca la capucha.

Me acerco a ella y tiro de la capucha, envuelvo su cintura con mis brazos.

—No fue solo sexo, creo que no deberías disfrazar tus sentimientos con una falsa sonrisa, debes dejar salir todo lo que piensas.

Se queda quieta por lo que digo y solo deja salir el aire retenido.

—Sinceramente no se cómo puedes ser tan bueno y a la vez todo un mal para mí. —pasa sus manos por su cara y se oculta nuevamente.

—Tratare de ser la persona adecuada para ti.

Volteo y me ve, sus ojos lucen con lágrimas.

—No te apartes de mí.

Golpes en la puerta y el sonido de la alarma del perímetro empiezan a sonar sin parar, me ponen en alerta y corro al armario a buscar ropa.

Sacó el arma detrás del armario y me aseguro de que ella no salga, no quiero que vuelva intentar salvarme.

***




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