Seducción irresistible.(parte 2)

Capítulo 25

Apagó la alarma de seguridad y veo a través de las cámaras, al parecer nadie luce por el perímetro.

Quito el seguro del arma y abro la puerta de manera sigilosa.

Tiran la puerta a un lado, me pongo de pie y lo apunto directo a su cabeza, el hombre voltea su rostro y se quita su gorro de lana.

—¡Sorpresa!

—¿Qué mierda Maksim? —gruño furioso.

Intenta entrar a la casa, pero me abalanzó a él y tomó del brazo, para que así se abstenga a pasar.

<Es un puto traicionero>

—Sueltame Jassel, debes escapar ¡Carajo! —gruñe y se remueve inquieto, pero lo empujo al piso y me siento en su espalda.

—¿Qué planeas?

—Nada, maldición ¡Es mi madre! Ella se unió con Vadim Egorov y pues ya te haces la idea de lo que quieren es tu cabeza.

—¡Mierda! —lo suelto y me pongo de pie.

—No te escondas en ese sótano, no creo que dure mucho ante tal ataque.

Me preguntó como sabe de ese sótano, pero él parece contestar cuando asiente con la cabeza.

<El desgraciado estuvo en mi casa>

—¡Carajo!

—¿Te parece Rusia o Francia? —dice de la manera más tranquila.

—¿Quieres que me maten acaso?

—Oh está bien, Francia, entonces.

Parece conversar con alguien, yo corro a buscarla y ella está con la lámparas en su mano.

—Jassel debes darme otra cosa que no sea esta lámpara. —dice temerosa.

—Debemos irnos.

Su rostro se muestra confundido y se acerca a mi.

—Iremos a Francia, no podemos estar aquí por momento Mel. —tomo su mano y salimos de la habitación.

La puerta está abierta, el viento corre más fuerte y levanta las cosas, el sonido de un helicóptero se hace presente.

Cuando salimos Maksim ya está dentro del helicóptero, Mellea parece procesar todo.

—¿Que está pasando? —pregunta mientras se acomoda el cinturón de seguridad.

—Quieren mi cabeza, como de lugar.—volteo a mirar, Maksim luce confiado y hasta despreocupado.

—Eres uno de mis pocos amigos, no dejaría que murieras de esta manera.

Miramos hacia mi casa la cual es atacada, parecen explotar algo para entrar, ya que las llamas empiezan a rodear el lugar.

Los disparos resuenan por mi casa, me apego al asiento y suelto un largo suspiro.

—Gracias. —susurro.

—¿Qué no escuché?—pregunta con la clara intención de fastidiar.

—Me vale mierda ya te lo dije. —miro a Mel la cual se ríe.

—Se lo merece, te llevo a la boca de la loba. —dice Mel la cual apega su cabeza a mi pecho y cierra los ojos.

Maksim lleva sus manos a su pecho y de hace el indignado por eso, apunta a su corazón y parece desmayarse.

—¿No te parece que somos mejores amigos?

—¡Uy si! Los mejores. —hablo con total sarcasmo lo que a él lo hace reír.

,Me tranquilizó y estrecho su mano en señal de agradecimiento.

—¡Gracias!

El guiñe y luego vuelve a poner su vista pegado al teléfono.

—¿También irás a Francia? O ¿Te quedará en el camino? —pregunto

—Ire para celebrar mi cumpleaños junto a mi mejor amigo ¡Boom! Así como hizo tu casa. —se ríe.

—Me parece que tendremos tiempo suficiente.

—La hermana de tu novia también está con otro del círculo, Andreas, el estará en Francia, también lo invite. —dice con simpleza.

—Invitaste a todo el mundo por lo visto.

—Pero tu eres el especial, hasta fui a recogerte. —dice.

—Es cierto. —contesto con el mismo toque sarcástico aunque con acentos distintos.

El helicóptero empieza a descender, observo la casa que nos espera, tal parece que no le engañó con el que hice el trato.

Luce impecable y las cámaras de seguridad son las más modernas, sacó la tarjeta de mi bolsillo y abro la puerta.

Busco una de las habitaciones y acomodo a Mellea en una de ellas, la tapó con las sábanas y me aseguro de dejar las ventanas cerradas.

El está parado junto al bar que hay en la casa, me señala el otro vaso y me animo a tomarlo, el whisky desciende por mi garganta incendiado a su paso.

—Mi madre no se quedará quiera y atacará de nuevo.

—Solo por alejar a su hijo de ella, creí que nunca se mereció a Adrik.

—Es cierto, mamá nunca lo busco, sólo lo hizo cuando el ya estaba adulto.

Sus ojos divagan por el lugar, prende su cigarrillo y empieza a fumar en el rincón más oscuro de la casa.

La pregunta y la duda me aqueja, las fotos que me dió su madre, interrumpe en mis recuerdos, no puedo olvidar ese rostro de alguien que ame en su momento.

<Gabrielle>

Lo veo beber más de la cuenta, pero se calma y deja la botella en un lado, acomoda sus pies en el sillón y se tapa con las sábanas blancas que tapaban los muebles.

Quito esa sábana de su cuerpo y le aviento otra que encontré en los armarios, este se ríe, bosteza un poco y parece acomodarse para dormir.

Lo muevo un poco y lanzo mi pregunta que me está quemando por completo.

—¿Ella está viva? —pregunto a lo cual Maksim voltea confundido.

—No lo sé, mi madre es la que sabe todo, lo siento.

Sus palabras suenan sinceras y mi curiosidad no se marcha.

Lo dejo dormir y me retiro de la sala, camino con dirección a la habitación en dónde está Mellea, luce tranquila y serena aunque parece tener frío, saco más sábanas del armario y rodeo su cuerpo con eso.

Me echo a su costado y trato de olvidarme de esas fotos.

***




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