Seducción irresistible.(parte 2)

Capítulo 34

Los ruidos provenientes del tacón de una mujer me despiertan, tiene el ostro tapado con una bufanda, mientras va acercándose a mí se saca la bufanda y sonríe. 

—Un placer conocerte miel, soy Amaranta Smirnova. —dice y estira su mano como si tuviera la facultad de poder estrecharlo. 

—Lo siento mielecilla. —ella llama a uno de los hombres que esperan en la puerta y este me desata las cuerdas que rodean mis manos. 

—Yo que tú lo pienso muy bien antes de querer abalanzarte sobre mí. —vuelve a estirar su mano y yo hago lo mismo. 

—¿Y cómo debería reaccionar? —pregunto y desvió la mirada hacia el lugar donde estoy, no encuentra nada excepto la silla en la que estaba sentada. 

 —La silla es muy pesada ¿quieres ayuda con eso? —dice y apunta a al hombre de seguridad a que alce la silla y lo apunta directamente hacia ella. 

Estoy confundida la osadía de esta mujer es muy intensa. 

—Creo que se equivocó al traerme aquí, Jassel vendrá por mí. 

—No menciones a ese idiota que arruino mis planes de casi treinta años. —lo dice con enojo. 

—La causa de su enojo hacia él, se debe a que Jassel lo convenció de alguna manera a Adrik de abandonarla con el puesto que tenía destinado para él. —le digo mirándola a esos ojos de zafiro. 

—Me generas tanta confianza que pareciera que nos conociéramos de años querida mielecilla, arriesgue tanto por mi hijo mayor y este me traiciono de la peor manera. 

Ella camina hacia la salida y me llama para que me quede a su lado. 

—Y yo que tengo que ver en este asunto, yo soy la que salgo sobrando en este momento ¿no lo cree? 

Detiene sus pasos y voltea a verme. 

—Jassel también salía sobrando en este asunto de madre e hijo y se metió por su hermana, son cosas de la vida mielecilla, después que te cuente sobre algunas cosas de repente cambias de parecer al igual que mi hijo lo hizo conmigo. 

Llegamos a lo que parece ser la sala, las ventanas están cerradas con las cortinas la luz es muy opaca, la decoración del lugar estremece mi cuerpo, es muy frio y rustico. 

—Denle un abrigo la muchacha se muere de frio. —le dice a la mujer y la miro con recelo ella fue la que puso el pañuelo sobre mi nariz. 

Ella se acerca a mí y coloca un abrigo de piel en mis hombros. 

Dejo de mirar a la mujer y veo a Amaranta la cual deja en la mesa de centro documentos, me señala a que los vea, lo tomo en mis manos, pero se me resbala y lo que tenía dentro se cae en el piso. 

Me quedo sorprendida al ver fotos de una mujer con el cabello naranja, tardo en darme cuenta de quien se trata, pero lo hago. 

—Esa misma expresión tuvo Jassel. —lo dice con una media sonrisa. 

Tomo en mis manos las demás fotografías y veo otras que me dejan sorprendida. 

—Por eso fue más fácil el secuestro, mientras tu corrías, Jassel se besaba con la zanahoria. —lo dice de forma sátira. 

—Pero que mierd...  

—Exacto y sabes que es lo más chistoso. —inquiere. 

—Dime todo lo que sabes Amaranta. 

Ella se encoge de hombros y bebe su te. 

—La pequeña zanahoria no es Gabrielle, ella si está bien muerta, la que vez ahí es la hermana de esta. —lo dice y me deja confundida. 

—Su madre no pudo cuidar de esas dos y solo se quedó con una a la otra la abandono en un orfanato de monjas. 

—¿Y qué es lo que quiere? 

—Acaso no está claro, viene a recuperar lo que piensa que es suyo, se enteró del amor de su hermana y le agrado la idea de que Jassel es millonario. 

—¡Maldita perra! —siseo. 

—Él también lo es, mira que besarse con otra mientras yo te secuestraba es algo muy loco. 

—No necesito a alguien que se muestre confundido sobre lo que sienta. —lo digo en un susurro, ella se acerca a mí y palmea mis hombros. 

—Eres muy inteligente nena, yo a tu edad me acostaba con varios hombres para que hicieran lo que yo quisiera, tú eres muy bella y tienes libertad.  

Su confesión me deje impactada. 

—Fui raptada y sacada del seno de mi familia a muy tierna edad, me vendieron al líder de la mafia rusa de ese momento, Marcelo el padre de Adrik era toda una escoria.  

—Adrik necesitaba a su madre. —susurro y dirijo la mirada hacia el piso. 

Una punzada en mi corazón hace que me sostenga del mueble. 

—No sufras por ese hombre que se fue, es lo mejor que te puede pasar. —me dice y sus palabras logran darme fuerza. 

—Me deshice de mi hijo ni bien nació, tenía que hacerlo porque no duraría mucho en ese momento la cantidad de enemigos que rodeaban con fuerza a Marcelo no me daba confianza, me aleje de mi hijo y fingí que murió. 

—¿Debió ser difícil que se separará de su bebe?  

—Claro que lo fue, tenía solo un día de nacido cuando tuve que enviarlo lejos de mí. 

Se pone de pie y se acerca a la chimenea. 




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