Antonella tiene moretones alrededor de sus pómulos y arañazos en la parte de su cuello, poso mi mano en sus mejillas, pero ella se mueve y niega.
—¿Maksim te golpeo?
Antonella niega con frenesí y se pone de pie, camina hacia la ventana la cual está abierta.
—Su madre se encarga de hacer mi vida un infierno, para ella solo soy un juguete sexual al cual Maksim puede usar cuando se lo plazca.
Llevo las manos a la boca cuando escucho eso.
—Él acaso ¿te ha viol...
—Ni siquiera me ha tocado, no es capaz de acercarse a mí y es algo que agradezco, no soporto estar cerca de un asesino, todos los días temo que me mate mientras duermo.
—Debes escapar...
Ella voltea a verme y camina rápidamente hasta estar muy cerca de mí.
—¿Me ayudarías a hacerlo? —sus ojos están empañados de lágrimas, tiembla cuando cierra los ojos.
Temo no poder hacer nada por ella.
—Su madre me matara si él no lo hace, esa mujer es satanás en persona, mira como marco mis piernas con cigarros. —se levanta el vestido y muestra sus piernas lastimadas.
Sostiene mis manos y se pone de rodillas.
—Tienes que ayudarme, no puedo soportar el hecho de que tengo que estar con él solo por complacerlo, quiero ser libre.
Sus lágrimas descienden sobre su rostro, su cuerpo tiembla y cae al piso, rodeo su cuerpo con mis brazos y ella llora sobre mi hombro, Laia ingresa a la habitación y corre hacia a mi cuando ve que Antonella llora, esconde su cara y la mira con pena.
—Eres muy bonita no deberías llorar la vida sigue, aunque lloremos. —le dice mostrándole una leve sonrisa.
Ella se limpia las lágrimas y posa su mano sobre el rostro de Laia.
—Tú también eres muy bonita.
Laia sale de la habitación corriendo.
—Por ahora no puedo ayudarte ya que podría afectar más de lo que estamos con Jassel, lo siento mucho. —me duele ver su situación, pero no puedo hacerlo.
—Lo entiendo, proteges a tu hija yo haría lo mismo.
—Debes afrontar a Maksim, enfrenta a todos que se pongan en tu camino, no permitas que esa mujer se mete en tu vida.
Ella sonríe y niega.
—Creo ya viví lo suficiente, la muerte es algo que ya no temo, una soga rodeando sobre mi cuello o un cuchillo sobre mi muñeca sería más fácil y sencillo que sobrevivir en el mismo lugar que esa mujer.
—Estas siendo débil Antonell...
—¿Débil? Vi a mi madre aventarse de la casa porque no soportaba los abusos de mi padre, fui a un orfanato cuando era muy pequeña sufrí demasiados abusos por parte de niñas que odiaban mi forma de ser, cuando quise protegerme y tratar de actuar de la misma forma, me expulsaron de varios orfanatos y volví a las manos de mi padre, los que me rodeaban tarde o temprano terminaban suicidándose por la vida horrorosa que tenían y yo seguí aquí esperando que cambiara.
Ella se levanta y camina con rapidez a la ventana, temo lo peor y sujeto sus brazos, sus palabras lograron que mi piel se erizase.
—Se que tú estás aquí porque Jassel esta con Maksim acordando sobre la toma de poder, amedrantan al ruso con tomar mi vida.
Me quedo en silencio y la libero de mis brazos.
—Debes irte Jassel ya llamo, creo que es hora de que te vayas. —señala la puerta.
Jassel
Despierto desorientado y con la cabeza dando vueltas, estiro las manos y trato de patear la puerta con fuerza, pero el dolor en mi tobillo izquierdo se intensifica, la puerta se abre de golpe y me ayudan a salir.
—¡Pero, ¿Qué mierda pasa?!
—Vinieron a matarlo.
Me sobo los ojos con el torso de la mano, la sangre desciende de mi frente, no puedo mantenerme de pie y caigo al piso, estoy aturdido por el golpe.
—Debemos sacarlo de aquí. —dice el hombre encargado de todos los que contrate, me rodean y sacan sus armas.
Cierro los ojos con fuerza y miro hacia aquella dirección en donde están los atacantes, a lo lejos puedo ver a Vadim Egorov sus dos manos están posadas al bastón y sus facciones son serias y rígidas.
Trato de caminar, pero tropiezo y caigo al piso, mi vida parece pasar en segundos y no temo a morir en estos momentos, pero el rostro de Mellea se cruza en mi mente y temó a que sufra por un idiota que no peleo hasta el último.
Me levanto sin la ayuda de estos y me apoyo en el auto volcado.
—En diez minutos estarán llegando los refuerzos.
En esos cortos minutos que esperamos podríamos morir, debemos enfrentarlos hasta lograr irnos.
—Usen todas las balas que tengan y hagan disparos precisos ¡no estamos para gastar balas! —hablo con fuerza, pero siento un fuerte dolor en la cabeza que hace que tambaleé.
Cierro los puños con fuerza y sacudo levemente mi cabeza para quitarme los mareos que se presentan, esto no es normal, el hijo de puta de Maksim puso algo en la comida, todo es parte de su jodido plan y nuevamente caí en eso.
Editado: 18.01.2021