Llego a la casa y toco la puerta con enojo, se demoran en abrir, empiezo a recorrer la casa cuando escucho la voz del ruso.
—Tardaste en llegar, ¿trajiste lo que te pedí? —dice dibujando una sonrisa.
Arrojo el anillo al piso y este se arrodilla para agarrarlo.
—Gracias querido amigo. —agarra mi hombro y en un movimiento ágil doblo su brazo, este se retuerce.
Estira su brazo y me señala el piso de arriba.
—Mellea se encuentra allí con la pequeña. —este niega y yo intensifico el agarre.
—Ella está jugando en el patio.
Lo suelto y camino hasta la ventana, jalo las cortinas y veo a la pequeña correr acompañada de un cachorro.
—Mellea no está aquí ya que casi pierde a su bebe, ¿sabías que tiene tres sema... —mi puño aterriza en su cara antes de que siga hablando, levanto su cabeza con fuerza y lo miro a los ojos.
—¿Me estas jodiendo Maksim? —le pregunto y este asiente.
—Todo por tu culpa, la maldita ambición te corroe, no me sorprende que todos se alejen de ti.
Este sonríe y se limpia la sangre que emerge de su boca con el borde de su camisa negra.
—¿Poder? ¿Quién no lo desea? Actualmente tú tienes el poder y yo igual en que línea marcamos la diferencia, no todos los que pertenecemos a esta clase de vida significa que tenemos que ser malditos idiotas que solo piensan con el puño, si hubiera sido más ambicioso te hubiese destruido en segundos lo sabes ¿verdad?
—Si lo que quieres pensar es eso, pues tómalo como tú quieras.
Subo las escaleras, pero este sigue hablando.
—A pesar de toda esta mierda te respeto Jassel, sé que has pasado por toda esta mierda y sé que algún día buscaras mi apoyo ya que toda la vida no estaremos en la cima.
No le contesto y camino hacia las habitaciones, la última del pasillo es donde ella esta postrada en cama.
—¿Por qué demoraste tanto? —sus ojos están cubiertos de lágrimas.
Empieza a llorar y apretuja las sabanas con fuerza.
—No pude hacerlo, no pu..
Me siento en la cama y la atraigo hacia mi pecho.
—No debí poner eso sobre tus hombros.
Su mano descansa sobre su vientre, mi estomago revolotea ante la noticia, no sé cómo sentirme.
—Tuve un pequeño accidente y estuve a punto de tener un aborto en ese momento, pero Maksim me ha cuidado de la mejor manera Jassel. —dice secándose las lágrimas escurridas.
—Es lo menos que pudo hacer, con toda la mierda que ha hecho.
—Es una persona después de todo, los humanos cometen errores, Maksim no era nada de lo que me imagine, es realmente alguien bueno que se oculta tras las tinieblas efervescentes de su frialdad.
—Pero no es de confianza.
Ella se remueve y se pone de pie.
—¿Nos vamos?
—Claro que sí, pero iras a la cama. —le digo y la cargo en mis brazos.
Cuando bajamos ya no hay nadie en la sala, en la mesa hay un pequeño sobre “No dudes en pedir mi ayuda si lo necesitas, te debo una”
En el patio esta Laia rodeada de las hojas secas junto a su cachorro, ella alza la mirada y me ve, corre hacia mis brazos.
—¡Te extrañe, papi! —dice tomándome de improviso, ella se apega a mi pierna.
Remuevo su cabello y ella se enoja, la sensación de algo nuevo se instala en mi pecho.
-***
Tres semanas después
—A mi pequeña hija no le gusta el rosa, ella desea un color más oscuro como el azul o el verde. —dice Mellea discutiendo con la diseñadora de interiores.
Voltea y la veo a los ojos, su respiración vuelve a la normalidad.
—Si ella no es capaz de armar la habitación de nuestra hija yo misma lo hare. —dice suspirando.
Poso mi mano en su vientre y ella niega.
—El doctor dijo que ya estoy bien y que no corro peligro.
Mellea lleva sus brazos a su pecho y rechista.
—Debes despedir a esa mujer, solo viene a observarte o comerte con la mirada y da su opinión de que el cuarto de Laia debe ser rosa cuando ya le recalqué que debe ser colores como el verde y azul.
Su postura es firme, avanza rápidamente y la sigo, ella camina con la mirada hacia arriba y no se percata del cachorro de Laia, sujeto su brazo antes de que dé contra el piso.
—Debes ser más cuidadosa cuando caminas mujer, contratare a un diseñador para que venga a poner en marcha la habitación de Laia.
—Esperaba que me dijeses eso, ¿Por qué demoraste? —gruñe como un felino.
Llevo la mano a mi cara y suspiro, los cambios de humor de Grecia van en pique, compramos una casa a las afueras de la ciudad, la casa era lo suficiente espaciosa, tenía alrededor de diez habitaciones algo que ha a Mellea no le pareció conveniente ya que creía que era mucho, ambos compramos esta casa, ella puso dinero para construir la casa.
Editado: 18.01.2021