Epilogo.
Después de una década por fin había encontrado a la persona que había unido las piezas de un corazón destrozado por la pérdida dolorosa de un amor que se instaló en mis recuerdos, Mellea reunió las piezas y volvió a restaurar el poder del amor en mí, al principio de la relación tuve el inmenso temor de volver a fracasar en el intento, temía perderla por mis experiencias traumáticas, la culpa de la muerte de Gabrielle me envolvía por completo y no dejaba pasar por el incognito pasaje de los sentimientos a una nueva persona, agradezco a su gran personalidad que realmente me hizo reaccionar sobre lo que tenía a mi alrededor, si no lo hubiese hecho el trayecto de hoy sería totalmente distinto, tal vez nunca habría aceptado que la culpa no era mía y seguiría atormentándome las pesadillas del llanto de un bebé y los cabellos rojos de Gabrielle.
Ahora miro la situación con calma, la sensación de soledad ya no está instalada en mi pecho, las pesadillas fueron reemplazadas por las caricias al vientre abultado de Mellea, por las carcajadas que emite Laia cuando juega con su mascota, la calidez de mi familia es maravillosamente genial, si tan solo hubiera sido conocedor de lo que me esperaba en el futuro las ideas locas de quitarme la vida se hubiesen disipado en el aire.
Nuestra boda fue muy pequeña y con personas de nuestro alrededor, los pocos familiares de ella solo eran su hermana, pero ella no estaba triste por eso, se sentía muy feliz con la presencia de Alessia y su sobrino.
En estos momentos en donde las lágrimas empañan nuestros ojos y el sudor que cae por la frente de Mellea es causado por la llegada de nuestro hijo, es tan pequeño y frágil, cuando se lo llevan Mellea se apoya en mi brazo y sonríe cerrando los ojos de manera lenta, la doctora se acerca a mí y me dice que no me preocupe que está cansada luego de horas de parto, al salir de cuarto todos están con globos y ramos de rosas.
—Ella está descansando. —digo en voz baja.
Diviso a Laia durmiendo en las piernas de Arabella la cual pasa su mano por sus cabellos, camino hacia mi pequeña y la cargo en mis brazos, susurro un “gracias” en voz baja para que ella no despierte, es muy tarde para que ella este aquí, pero no quiso quedarse en la casa de mi hermano Adler, el sol ya empezaba a ponerse, fije la mirada en mi reloj y exactamente ya eran las seis de la mañana, habían pasado más de dos horas en la que se llevaron al bebe para llevarlo y cambiarlo.
La obstetra se acercó a nosotros y nos dio permiso para ingresar a la habitación, Mellea alimentaba al pequeño al vernos dibujo una leve sonrisa, Laia se removió en mis brazos y paso el torso de sus manos por sus ojos, cuando los abrió una gran sonrisa se dibujó en su rostro.
—Varick es muy pequeño todavía, parece que le hubiesen lamido el rostro papá. —dice.
—Tú hermano es un recién nacido pequeña.
Ella asiente.
Ya con los pies en el piso ella camina hacia Mellea toca su mejilla con delicadeza, le canta una canción y todos quedamos en silencio cuando ella canta, su voz es esplendida.
Todos dejan el regalo sobre el sofá y se retiran con cautela, no quieren interrumpir el momento familiar, Mellea me entrega al bebe y lo cargo con absoluta delicadeza, él bebe sonríe por un momento y Laia se pone feliz al verlo hacerlo.
***
Tres meses después:
Mellea está sentada sobre la mecedora, nuestro pequeño yace en sus piernas su rostro no hace más que mirar a lo que estoy haciendo, estira sus manos para querer tocar el pincel, pero Laia lo distrae ella deja un tierno beso sobre su cabeza.
—Terminé. —digo alzando el pincel, Mellea sonríe y se acerca con rapidez al cuadro.
Laia tiene una gran sonrisa.
—¡Papi! ¡Es un gran artista! —dice dando saltos por el patio, Vadrick empieza a reírse e intenta arrojarse a mis brazos, pero Mellea lo sostiene.
—La próxima vez que hagamos un cuadro familiar llamare a uno de mis alumnos para que lo realicé.
Laia corre hacia el interior de la casa y nos dice que la sigamos, Mellea se encoge de hombros al no saber de qué trata, la pequeña está sentada en el piano que está en la sala.
—Se tocar el piano.
La melodía que toca es suave y delicada, abro los ojos con asombro.
—¿Cómo es que Laia aprendió a toc...
Mellea susurra y dice que solo escuche sin emitir palabras, al terminar de tocar ella espera la reacción, aplaudimos con entusiasmo, Vadrick sonríe y estira sus manos para sostener el brazo de su hermana.
—Te escuché tocar todos los domingos, me aprendí la melodía que tocabas.
—No cabe duda de que tenemos a más artistas en casa, ¿dime Vadrick tú que piensas ser? —el pequeño emite sonidos de silabas.
La calidez reconfortante de ver a cada miembro de mi familia es muy placentera, Mellea me abraza y me ve a los ojos.
—Nuestra pequeña será una artista, le gusta el piano, la escuchaba tocar y ensayar mientras tú ibas al trabajo.
—Me sorprende que a su edad haya aprendido una canción como esa.
Laia carga a su mascota y empieza a bailar con él.
Editado: 18.01.2021