Salgo al balcón a tomar un poco de aire, la fiesta de graduación estaba en su mejor parte y yo tratando de tomar un respiro. No es que me sienta cansada… solo tengo muchas cosas en mi cabeza como para seguir adentro bailando con todos mis amigos de generación.
Suspiro, si… fue buena idea salir, las brisas de aire a esta hora son lo mejor.
Observo mis dedos con cuidado, vuelvo a suspirar… supongo que esta fiesta significaba el fin de la universidad. ¿Era bueno o malo? No estoy segura de cuál es la respuesta correcta.
Al parecer ninguna de las dos.
Efectivamente, había podido conseguir graduarme a los veintidós años en la carrera de escritora, era la más joven de mi generación. Y probablemente de otras generaciones, aun así, aquí estamos… Nerviosa por este fin. Nunca planee acabar tan temprano la carrera, para ser honesta quería que se alargara más, pero no podía aplazarlo porque no podía permitírmelo. No podía seguir manteniéndome con trabajos de medio turno, tenía que acabar lo más pronto posible para así poder conseguir un trabajo a tiempo completo.
Para la fiesta reservamos en un hotel, por lo que la terraza se encontraba en el último piso de este. Puedo ver todo desde aquí, o bueno así lo sentía yo, las luces de la ciudad nocturna eran bastante hermosas. Me generan un poco de tristeza aquellas luces tan brillantes, nunca tuve el tiempo para tener una vida nocturna como muchos otros estudiantes universitarios, pero cuando tenía tiempo subía a los techos que tiene la universidad y podía apreciar todas esas luces que iluminaban altas horas de la noche a otros estudiantes con más tiempo, solo eran escasos de mi tiempo en la noche que tenía libres.
Viendo todas esas luces… hace que me dé cuenta de que he perdido muchas cosas que no podré repetir. Suspiro, algunos les toca esta suerte donde no puedes darte lujos de la diversión, y los escasos minutos que tienes para disfrutar parecen demasiados cortos y tristes.
Aunque no todo fue triste, había cosas felices en los últimos años. Pero se sentía una balanza a la par.
Le doy un trago a mi bebida, tomar solo champagne definitivamente no era lo mío, pero a esta hora era lo que quedaba de alcohol ¿A quién se le había ocurrido comprar tan poco? Quien fuera quien se haya encargado de la organización de la parte de consumo de alcohol lo maldigo en estos instantes. Bajo mi mirada a mi copa y observo como burbujas empiezan a subir a la superficie del líquido. Rio por lo bajo, que gracioso de ver subir las burbujas a superficie es lo que me entretiene en estos momentos de mi corta vida.
Quiero irme a casa… Vuelvo a reír otro poco, en estos instantes puedo parecer una loca, estoy segura de ello.
Disfruté mucho de la noche, pero me encontraba nerviosa por mañana, mi cabeza no dejaba de pensar en ello. Realmente quería que llegara mañana, no podía esperar, quedaban unas cuantas horas y yo me encontraba todavía aquí riendo mientras observaba burbujas en mi pequeña copa. Porque para esto, la copa era tan pequeña que fácil podría pasarme el alcohol en un solo intento.
Mientras observo los edificios iluminados desde la terraza siento una gran tristeza y tranquilidad al mismo tiempo.
Suspiro de nuevo.
No disfruté mi etapa universitaria, no salí a suficientes fiestas como para perder memoria, no salí con chicos porque no tenía tiempo ni de arreglarme para que alguno prestara atención en mí, no hice suficientes amigas como para seguir en contacto con ellas después de esta fiesta, solo compañeras de equipo de materias, no visite lugares fueras de la ciudad por lo que jamás fui a viajes que organizaba la universidad y mis compañeros iban… Debería dejar de suspirar tanto.
Siento que me perdí tantas cosas…
Cosas que no podía permitirme, que todavía no puedo.
Siento tristeza porque se bien que, si todo eso no fue en la etapa universitaria, ¿Entonces cuando?
Y por otro lado la tranquilidad de que si consigo trabajo muy pronto me sentiré menos presionada con mis gastos personales y de la casa.
Por desgracia no tuve la fortuna de hacer cosas como cualquier universitario, es una pena… Pero siempre estuve dispuesta a cambiar esos lujos por mi bienestar. Siempre estuve enfocada a lo que podía permitirme en esos instantes e intercambiarlos a lo que podría lograr por mi propio bien y para mi futuro que ahora se ha vuelto mi presente. No tenía otro camino, sigo sin tener otro camino.
─Quiero irme a casa ─Le digo a nadie. Al aire quizás.
Estoy nerviosa por mi entrevista de mañana, mi tranquilidad puede depender de todo lo que suceda mañana.
─¿Y por qué no lo haces? ─Una voz que no es nada femenina se escucha en la ligera brisa de aquel lugar.
Doy un grito mientras brinco hacia atrás, escucho reír a la persona que me acaba de sorprender. Estaba segura de que nadie me había visto salir. Es más, estaba segura de que no había nadie en el balcón y podía hablar a libertad propia. Pero por lo visto me he equivocado y con ello me he sacado un gran susto.
Por esa razón no es buena idea hablar al aire, tal vez haya alguien escuchando tus delirios, como en este preciso momento me encuentro yo.
Levanto mi cabeza con cuidado y encuentro unos ojos conocidos, unos ojos azules bastantes conocidos, es el reconocible Aston. Aston, uno de los pocos chicos que había en la generación en el curso de escritura. Cuya cara era reconocida por todas las chicas de la universidad. Claro el chico de los ojos azules que muchas chicas morían por conseguir y ninguna había podido alcanzar. “Inalcanzable” lo habían apodado las chicas de varias generaciones que intentaron alcanzarlo.
Editado: 29.03.2023