Seduce al jefe

Capítulo 13

Después de que Cameron abrió la puerta y nos observamos a los ojos por escasos segundos no habíamos vuelto a cruzar miradas en gran parte del trayecto a mi casa. Para ser sincera me encontraba un poco nerviosa debido a que tenia toda la noche intentando escuchar su respuesta.

Pero lo único que escuchaba de él era comentario acerca de las personas que habíamos conocido para que tomara nota mental acerca de esto, lo cierto es que no me molestaba porque al final de todo de eso se trataba mi invitación de la noche, prestar atención en estos detalles.

No se que esperaba realmente de una persona como Cameron, digo quizás pude ver destellos en sus ojos que me hacían desear más de él. Pero… ¿Qué significaba eso realmente? O más bien… ¿Qué deseaba yo realmente con ello?

Sin más hubo instantes de silencio donde lo único que podía hacer era observar la noche por mi ventana o de vez en cuanto observar un Cameron conduciendo con mucho cuidado. No traía el Google maps pero no me preocupaba por alguna extraña razón porque conocía parte de la ciudad y podía decir que vamos en dirección segura a mi casa, aun así me desconcertaba el cómo conducía hacia mi lugar con tan solo haber estado ahí una sola vez.

Creo que era momento de decir algo, no es que fuera un silencio incomodo, pero aun así por el efecto de la noche quería decirle que había sido una noche agradable (A pesar de que tuve que trabajar un sábado en la noche, eso si no te lo perdonaría mucho Cameron Hall).

Abro mi boca para decir cualquier cosa, pero él me gana al momento de hablar.

─¿Sabes Adele? ─¿Por qué arrastra tanto mi nombre de una manera tan lenta? Podría jurar que cada vez que lo decía así mi cuerpo se congelaba por escasos segundos─. Nunca tuve la oportunidad de agradecerte por lo del elevador.

─Y creo que todavía no lo ha hecho como tal ─Puedo jurar que esto último me salió sin pensarlo.

 Lo escucho reír un poco y de nuevo mi corazón se hace pequeño. Esto no se estaba convirtiendo bueno para mi salud. Demasiado pequeño.  

─No, no lo he hecho de manera adecuada. Tienes razón ─Hay un semáforo rojo de por medio y sin más se detiene el auto. Mueve su cabeza con cuidado y nos observamos a los ojos, pero ahora no es una guerra de miradas para saber quien la sostiene más tiempo, no, ahora es otra cosa─. Gracias por actuar de manera rápida y ayudarme en ese momento, estaba por explotar un poco, pero sentir tu toque hizo que me calmara.

Por esa razón ese día solo se dedicó a observarme mientras le pasaba la pequeña toalla por una parte de su cuerpo, estaba tratando de calmarse, aunque no lo juzgo cualquiera llegaría a su limite en ese tipo de situaciones.

Aun así, es sorprendente escuchar a una persona así hablar de manera tan sincera. Se podría decir que esto es lo más sincero que me ha dicho hasta el momento de la semana.  

─De nada ─Esas dos palabras con trabajo salen de mi en un susurro tan delicado.

─Para ser sincero algo que me estaba cuestionando tanto también en esos instantes era “¿Por qué esta mujer carga con una toalla y un abanico en su bolsa?”. Era muy extraño para mi verlo en un instante dos objetos tan poco probables.

Empiezo a reír, empiezo a reír muy fuerte. Todo lo que representaba una “mujer seria y firme” se había ido por la borda, solo quedaba enfrente de él una chica de veintidós años riéndose porque su jefe por fin hizo un chiste o quizás no lo era tanto, pero convirtió esto en algo gracioso.

El semáforo cambio a verde y Cameron continúo manejando no sin antes dejar en su rostro un ligero gesto en sus labios, una sonrisa apenas visible.

─No sabía que podías reír así ─Carraspeo un poco y empieza a cesar mi risa escandalosa─. No me malinterpretes, no es malo, ni me molesta. Simplemente… Las personas no suelen reír de esa forma conmigo. Casi siempre mis comentarios…

─Suenan un poco bruscos aun cuando no intentes decirlo de esa manera ─Aunque no aparta la mirada del camino puedo observar que abre un poco sus ojos a modo sorpresa. Creo que empezaba a entender como funciona un poco Cameron, solo un poco─. Eres un poco serio que las personas suelen tenerte un poco de miedo, pero no creo que sea tanto miedo como crees. Así que yo no te tengo miedo jefe Hall.

─¿Por qué no? ─Porque no podía, aunque quisiese, claro que no le daría esa respuesta a su pregunta.

─Porque no creo que seas una persona que de miedo o sea insensible ─Y esto si lo podía confirmar─. No porque tengas actitudes frías, tu tono de voz sea grave o seas alguien serio significa que deba tenerte miedo. Es cierto que en un inicio me sorprendió, pero pude notar que no había maldad en tu forma de hablar. Simplemente… Simplemente eres así…

Hay un momento de silencio.

La escena de este momento es tan rara que no entiendo como llegamos a este punto. Pero no me incomoda en lo más mínimo, por alguna extraña razón se siente bien decirle esto.

Observando el camino me doy cuenta de que no falta mucho por llegar a casa. No estoy muy segura de si esto me tranquiliza o me decepciona. Creo que es un poco de ambas.

─Eres la primera empleada, a parte de Santiago, que no agacha su cabeza a los pocos segundos de hablarle ─Y a esto señores le llamaba un gran avance de comunicación─. Me gustaría que continuara así.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.