Sedúceme Despacio (editando)

Dos Rivales Amorosos

Hannah.

Cuando nuestras frentes se unieron junto a nuestras descontroladas respiraciones, supe que el beso nunca tuvo que suceder. La adrenalina que recorría mi cuerpo me hizo sentir confundida y aislada de la realidad que enfrentaba.

Joyce me miró atento, como si el miedo al rechazo lo hubiese atemorizado. Mis brazos rodearon su cuerpo necesitando de su calor, me preguntaba si alguna vez yo había sentido el mismo cariño recíproco hacia él. Me causa un vacío en el pecho cuando pienso en el tiempo que ha permanecido enamorado de mí.

¿Tanto daño le había hecho?

—Joyce ¿Desde cuándo has estado enamorado de mí? —Pregunto oculta entre su pecho, sin el valor sufiente para verle a los ojos. Sabía que en cualquier momento era capaz de flaquear, sentía un remordimiento interno.

—Desde hace algún tiempo, posiblemente cuando me pediste entre súplicas que fuera tu primera vez. —Respondió, mi mente inmediatamente recordó el acontecimiento y el rubor de mis mejillas me delató infraganti.

—Joy, me arden las mejillas. —Sonrío sobre su pecho, evadiendo sus constantes miradas llenas de una ternura particular.

—Me pediste que no te lastimara, me entregaste una parte de ti que jamás será borrada de mi cuerpo. —Tomó mi rostro entre sus manos, acarició mis mejillas con sus pulgares y dibujó el contorno de mis labios.

—Joyce no sé qué decirte, me siento confundida —admito—. Siento un gran cariño por ti pero David se ha instalado en lo más profundo de mi corazón. —Concluí.

Sonrió de la manera más preciosa que jamás había visto, suspiró con ánimo y finalmente me abrazó con todas sus fuerzas internas. El debate que se desenvolvió dentro de mí mente no tenía una respuesta coherente, las dudas y temores me acosaron ferozmente.

—Eso no me importa, Nana —dijo—. Estaré dispuesto a ganarme tu corazón y no me importará competir con Lacroze si es necesario. —Su competitividad me hizo sonreír como nunca, no entendía el por qué mi corazón latía desenfrenado sobre mi pecho.

—Te quiero. —¡Pero no de la misma manera que tú!

—Yo también te adoro, mi pequeña.

                               (...)

Parecía mentira todos lo giros que la vida me había dado desde entonces, todo parecía una conspiración que trabaja a favor y en contra de mí. Un balance que hasta el momento me deja desconcertada, mi madre era una fiel creyente del destino, de las cartas y de las predicciones, estoy segura que estaría emocionada por mis recientes vivencias.

La mañana siguiente desperté con cierto desánimo, mi cuerpo se sentía pesado y me mente estaba perdida entre mis pensamientos. Thomas me avisó del juego de polo que se realizaría, esta mañana iríamos a la campiña en compañía de mis abuelos y mis primos, tal vez aquello me daría la oportunidad de distraerme de todos.

—Buen día, Nana. —Saludó Maggie ajustando sus botas de cuero, el uniforme del polo era verdaderamente coqueto. Thomas se veía de igual manera apuesto y elegante que nosotras.

—Buenos días, querida Maggs —le sonreí a Thomas con el mayor de los cinismo, hasta la fecha sabía perfectamente lo competitiva que resultaba ser la familia Horch y nosotras no éramos precisamente la excepción—. Du wirst heute Staub essen, Thomas.

(Vas a comer polvo el día de hoy, Thomas.)

—Ich glaube nicht, Honig.

(No lo creo, preciosa.)

La carrera prometía ser entretenida desde sus inicios, por lo que me tranquilizó bastante no ver a Joyce o a David rodear por los alrededores hasta llegar a la campiña. Mi hermana y mi cuñado me animaron a seguirles adelante una vez pisamos el establo, pues antes de saludar a la familia tenía un cometido por realizar.

El caballo blanco de gran linaje relinchó de alegría al verme entrar, su cabello sedoso y reluciente me recordaron a mis primeros años jugando al polo, donde por cierto no era muy buena. Mi madre adoraba tanto los caballos como yo, recuerdo con cierto cariño cuando se perdía dentro del establo a cepillar el cabello de su ejemplar favorito, el regalo de bodas de mi padre.

—Ha pasado mucho tiempo, camarada. —Mi pecho no sabía cómo asimilar la felicidad que desbordaba de mí, éste es uno de los pocos recuerdos que poseo de mi querida madre.

Intenté distraerme con una canción, seguidamente busqué la silla y la ajusté a mi hermoso caballo el cual se dejó montar con una facilidad explícita. Salimos del establo saludando a mis primos, tíos y también a mi abuelo a quien por poco le salían las lágrimas al vernos a todos reunidos.

En la gradería visualizo a David en compañía de Theo y una absorta Patricia, quien parece adolorida por alguna razón. Ese par de iris grisáceos me examinaron con ternura y admiración, supongo que antes de conocernos jamás imaginó a una Hannah en todo su esplendor y mayor habilidad.

Joyce apareció minutos después, parecía tranquilo y concentrado con el juego que daría inicio en cuestión de momentos. Los chicos contra las chicas, nuestros primos y amigos más cercanos estaban reunidos para presenciar una verdadera carrera después de dos vergonzosos años sin que las chicas ganaran el juego.

El pitazo de salida dio inicio a la jugada, observo de vez en cuando a Margareth quien me indica como moverme dentro del campo. Thomas como buen observador intenta derribar la jugada interponiendo su caballo en la línea de juego. Joyce le adelanta y me quita la pelota la cual es capturada por Maggie segundos después.

Siento la mirada de David sobre mí, tan pesada como lujuriosa, conozco perfectamente cuando me mira de esa manera tan provocadora. Con el orgullo rozando mis talones, logro capturar el pase de mi hermana y en un giro de Inesperados acontecimientos, ingreso la pelota en la esquina superior derecha de nuestro feroz rival.

Una sonrisa victoriosa se dibuja sobre mi rostro, Theodore y Patricia parecen entretenidos con la precisa jugada que acaban de presenciar. Escucho a papá desde lo lejos festejar tal anotación y me indica enseguida que mantenga los ojos sobre las líneas de juego. Ante el descuido que los chicos acaban de presenciar, Thomas logra posicionarse sobre la defensiva bloqueando el pase que Maggs lanzó sobre la esquina derecha.




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