Sedúceme Despacio (editando)

Una advertencia definitiva

Hannah.

—Necesitamos un descanso. —Suspira Patricia reclinando la cabeza sobre nuestra mesa, Theodore le acaricia el cabello poniendo uno de sus mechones por detrás de la oreja.

Las parejas y grupos de amigos se pasean por la pista del bar, las luces tamizadas alumbran las paredes del local, haciendo del ambiente un poco más animado. La música se mezcla con el bullicio de la clientela, meneo la cabeza suavemente al ritmo de la melodía, contagiándome de esa energía que rodea el local. 

—Vale, inicio yo. —Reprimo un jadeo cuando el sabor amargo del licor quema mi garganta. Dejando la copa vacía sobre la servilleta, ante la mirada divertida de Theodore.

—Buen inicio, ¿Quieres apostar quién soportará llegar sobrio a casa esta noche? —El dulce susurro de David resuena sobre los oídos con ese tono lleno de picardía, muy característico suyo.

—Mmm, me subestima señor Lacroze —arqueo una ceja, demandante, agradecida por ese notorio cambio en su humor—, y me fascinan los retos.

—¿Dónde está Carlton? —Inquiere Theodore, observando de reojo el reloj sobre su mano.

Unos suaves labios de posan sobre mi mejilla derecha, una sonrisa cómplice se escapa de los míos. Después del arrebato de Joyce esta tarde, no consigo buscar las palabras correctas para confesárselo a David, no soportaré ocultarle más que Joyce ha sido un hombre importante en mi vida y que no fue del todo, un cariño fraternal. 

Mis sentimientos están divididos por una extraña cercanía, David y Joyce, los dos hombres que han dejado huella en mi vida, ahora son el motivo de mi desconcierto. No me atrevo a confesarle mi error a David pero tampoco soy capaz de permitirle a Joyce cruzar esa raya, esa constante riña interna no me deja en paz y no lo hará, hasta que decida aclarar mis ideas. 

—Está en el estacionamiento —avisa—. ¿Siempre es así de cuidadoso con ese auto? —Cuestiona, haciendo reír a los hermanos.

—¿Su auto? Ese deportivo es su vida, la única amante que conocerás. —Bromea Theo, a lo que su hermano blanquea los ojos con una expresión medio divertida.

—Escuché lo del viaje, nos sentaría bien descansar —Patricia miró a Joyce con grata atención—. ¿Cuándo partimos? —Quiso saber.

—De poder ser, mañana mismo. —Acortó David, tomándome de la cintura. Sus dedos se aferraron a mi piel, tal y como en ocasiones suele hacer en la intimidad, con esa autoridad que le caracteriza.

—Me dejarán a cargo de la presidencia durante unos días, me gusta el voto de confianza, hermano. —Carlton se unió a la mesa con una sonrisa de agradecimiento, claramente, haciendo referencia al acontecimiento de esta tarde.

—Tienes mejor compañía en esta mesa, con nosotros Carlton, que la que tendrás con ella. —Las palabras de David me generaron un grato orgullo, aquella hermandad se mantenía intacta a pesar de las circunstancias por las cuales ya se habían enfrentado, la sonrisa que soy capaz de observar en sus rostros me reconforta. 

—¿Qué pasará con Sarah? Inevitablemente no se quedará cruzada de brazos, si ha intentado destituir a David de la presidencia, se las ingeniará para afectarnos de alguna manera. —Añade Joyce, quien de manera sensata, piensa en las posibles consecuencias que se desatarán a partir de ahora. 

—¿Qué te pasó en el rostro? —Cuestionó Patricia, observando los golpes que Joyce había recibido esta tarde. Y en cuestión, cuando no han deseado decirme la verdad, no es casualidad que ingresaran en el apartamento llevándose consigo objetos de sumo valor sentimental.

—Lo golpearon después de que forzaran la cerradura del apartamento, Sarah ha querido darnos un pequeño adelanto de lo que pasará a partir de ahora —acortó David—. Y no me tranquiliza que los involucre en una disputa en la cual, solo nos compete a nosotros, Sarah no se detendrá hasta obtener lo que desea.

—¿Qué es lo que busca de nosotros? 

—Sarah no es una hija reconocida por su padre, Conrad tiene solo dos hijas dentro de su matrimonio. Por lo que ella ha sido excluida de la herencia que también le pertenece, por lo que su padre haría una excepción si conseguía destronar a Lacroze Publisher de su puesto en la industria. —Aclaró Carlton. 

—Entonces es más peligrosa de lo que pensamos. —Susurro para mí misma, sin embargo, mi pensamiento resuena en la mesa en presencia de mis amigos.

—Mucho más de lo que piensan.

Sumidos en el silencio, observamos la imagen de Ana cerca de nuestra mesa, con su vestido color vino que deslumbra su perfecta figura y ese turbante que rodea su cabello con gran elegancia. La clarividente nos deja mudos, asombrados de su presencia aquella noche en el bar, después de que sus predicciones por fin se volvieran realidad. 

—¡Ana! —Exclamamos en medio de una perfecta sincronía, estupefactos. 

—¿Les importa si tomo asiento? Hay un par de temas de los cuales me gustaría hablar con ustedes, antes de que se vuelva tarde. —Tomó asiento, cruzando las manos y fijando la mirada sobre Carlton, quien no parece comprender la indirecta. 

—Vamos por un trago a la barra —distrajo Joyce—, esa morena de la esquina no deja de mirarte hermano. —Consigue llamar su atención y orgulloso de ese efecto atractivo de su personalidad, se levanta abandonando la mesa sin decir ni una sola palabra. 

—¿Qué ocurre ahora? —Interviene Paty. La mano de David se aferra sobre la mía con cierta fuerza, en un intento por retener las expresiones que delatarían sus sentimientos, esa manía suya por mantenerse firme y frío. 

—Tuve un sueño anoche, lo que quiere decir que la maldición ha iniciado definitivamente y es muy posible que, ya no exista vuelta atrás —dice—. Lo que quiero decir con esto último es, que ustedes deberán tener cuidado con las decisiones que tomen a partir de ahora, una mala acción podría ser un gran retroceso e incrementar las posibilidades cercanas al accidente. 

—Eso quiere decir, que esta era la primera prueba —susurra Theo—. ¿Será inevitable verme involucrado en el accidente? ¿Cuántas probabilidades existen de que no muera en el accidente? —El pánico que apreciamos en su tono de voz nos hace sentir impotentes, era casi una realidad que se enfrentaría a la muerte de cerca, un cercano encuentro traumático que lo marcaría. 




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