Capitulo treinta

¡A leer!
 


 

¿Que es lo que sucede cuando eres demasiado buena en tu trabajo? 
 

No es dificil saberlo.

Por desgracia ese era mi caso. Mi superior y jefe de especialidad se encontraba ausente a causa de sus vacaciones, y no hay mandamiento mas sagrado para un médico especialista que las vacaciones. Sabía de primera mano que el Dr. Olsen estaba fuera del país durante al menos tres semanas más y eso dejaba muertos de miedo a la mayoría, y si, también me incluyo dentro del paquete.

Por desgracia no puede hacerse mucho en cuanto a la situación.

Pero lo peor de todo es que, a la primer persona hacía la que corren cuando hay casos difíciles no es a la junta directiva; ser estudiante de honor y la estrella de las prácticas en el hospital en el que hice mi residencia no siempre era bueno.

Cada vez que mi localizador vibraba no era para atender un caso de mi campo precisamente, pero era algo que podía manejar sin mayores complicaciones. Y aquello no era lo que me tenía precisamente con los nervios de punta.

Amo mi trabajo y amo cuidar de mis pacientes, pero estaba preocupada por dos pacientes que estaban del otro lado del edificio. Y es por aquello que tenía un oído puesto en cierta manera en esa direccion.

Desarrollar tareas de manera autónoma era algo que se me daba muy bien últimamente y en esta ocasión no era para menos, aunque de alguna manera también tenía mi atención en el bullicio que se hacía notar desde la sala de emergencia hasta la UCI. Por fortuna el dicho de "el que mucho abarca, poco aprieta" no encajaba precisamente conmigo.

Por desgracia, no pude mantener mi enfoque durante mucho tiempo. 
 

Según los números de Derrick, el 1% de la población militar se inscribe voluntariamente al programa de Hendryk y solo el 0.27% de ellos lograban sobrevivir hasta el final, pero sin tener resultados del todo sarisfactorios.

Las cifras de por si ya eran alarmantes y el saber que era un número anual me ponía la piel de gallina.

Traté de dejar mi mente en blanco luego de darle un repaso a las estadísticas, pero un nuevo mensaje de parte de Derrick hizo que todo en mi se alterara.

El 97% de los portadores había establecido su residencia permanente por todo Seattle, pero aquello no era una casualidad o simplemente una estrategia. Todos obedeciamos la ley básica de la agrupación pro supervivencia. Así que el hecho de que yo haya escogido Seattle para completar mis estudios universitarios y el que Sean se haya quedado era predecible.

En total el número actual de bestias confirmadas eran 107, de los cuales 18 son infantes nacidos en su mayoría de madres humanas. Aunque parezca poco para la cantidad de habitantes de Seattle, es un número alarmante.

Hice un paseo visual desde el teléfono hasta la persona que estaba recostada en la camilla y viceversa. No tenía ni la menor idea de que hacer y por si fuera poco mi mente estaba hecha un revoltijo a causa suya.

Al principio no lo supe, de hecho, estaba ingresado en este hospital, el y 37 personas más a causa de un accidente de tránsito, en los que estuvieron involucrados multiples vehiculos, el mayor de ellos, un autobús.

De entre todos, el fue quien resultó menos dañado a causa de las colisiones. Una contusión era lo único que lo mantenía inconsciente de momento. 

Al ver su nombre en la lista de heridos no tardé en inventarme una excusa con la cual podía estar a cargo de su progreso y así evadir la norma del trato hacia familiares.

Para ese punto, mis sospechas sobre él aún no habían comenzado. Lo hicieron cuando había enviado a la enfermera que estaba conmigo en ese turno por un par de informes que nada tenían que ver con el paciente pero eran importantes.

Estaba confundida, mi cabeza daba vueltas y no tenía idea de la razón por la cual repentinamente me encontraba pensando en una mujer que reconocía como "mi esposa". Era una locura, pero las cosas no se detuvieron allí. Cada pensamiento era mas extraño que el anterior.

Casi de inmediato reconocí aquellos pensamientos como ajenos y una señal de auxilio. La última vez que senti algo como eso fue cuando conocí a Roman.

Al principio creí que se trataba de alguien en la cercanía que intentaba meterse conmigo de manera malintencionada, pero al pasar los minutos sentí que la angustia y el dolor me comenzaban a consumir. El temor a morir me asfixiaba.

Y entonces la respuesta llegó a mi en automático.

El miedo.

Recientemente habia descifrado la manera de entrar en la mente de otras personas. Aunque no las llamaria como tal. Si, solo funcionaba con portadores. Aunque no siempre ocurría a voluntad, razón por la cual he pillado a Cris en un par de situaciones bochornosas, mas para mi que para el.

Volví a observar con detenimiento al hombre que tenía frente a mi y tenía que admitir que escuchar su respiración acompasada era algo hipnótico.

Conocía aquel rostro y aún siendo hace un par de años que lo conocí no había cambiado en nada.

El era la única razón por la que Sasha y yo nos distanciamos.

Su esposo, TJ.

Nunca, por mas que lo intentamos, pudimos llevarnos bien. Y ahora que lo pienso, era normal que no lo hicieramos.

La posesividad en nosotros hacia Sasha fue un tema a tratar desde que nos presentaron como familia.

Y si me aventuraba un poco más, el conocía lo que era muchísimo antes que yo misma, teniendo en cuenta el tiempo que tenía siendo un portador.

Intenté rebuscar dentro de sus pensamientos una pista, algo pequeño, un indicio de lo que hacía en Seattle. No tardé mucho en encontrar la razón.

Mi hermana hacía un par de semanas había intentado comunicarse conmigo, pero por falta de tiempo no había podido devolverle la llamada.

Hubiera sido extraño el que ellos no se establecieran aquí si no fuera por el hecho de que hay algo mas fuerte que el lazo entre especies, algo que aman y anhelan mas que la auto preservación. Algo mucho mayor a lo que nos hace lo que somos y nos obliga a sucumbir.