Diez dias antes
-Anda, di que si morenaza, salgamos todos juntos aunque sea por una vez en la vida.
Arquee una ceja mientras la observaba y sopesaba la idea. Ya no me quedaban mas excusas como para rechazar ir con ellos. De hecho, no sonaba tan mal hacer un viaje hacia El Gran Cañón para acampar.
-Dejame consultarlo con mi almohada- fue lo único que dije antes de tomar mi bolso y salir del aula de clases. Sabía que no habíamos zanjado el tema, solo quise buscar un lugar mas calmado.
-¡¿Con tu almohada?!- Ayudame Señor Dios mio a controlar mis manos porque donde me des libertad la ahorco.
Si hay algo que caracteriza a Lihuén es su capacidad de chillar las veinticuatro horas al día sin perder la voz. Incluso la he escuchado hacerlo dormida. Gracias a ello a veces me pregunto por que razón la dejo respirar el mismo aire que yo tan de cerca pero luego recuerdo que es mi mejor amiga y las ganas de cometer un homicidio disminuyen. Solo un poco.
-Si-
A ver, hoy es el día que presenté mi exámen final y dentro de unas dos semanas sabré si me gradúo o no.
Finalmente después de casi siete años de dormir por lo mucho cuatro horas al día podría decirse que era libre. Solo una mentira es mas grande que eso y es que la primera vez no puedes quedar embarazada.
Ya puestos, Lihuén estaba organizando dicha salida grupal junto a algunos otros compañeros. En total seriamos siete.
La idea no dejaba de ser menos encantadora por más que busque fallos, a decir verdad cada que pensaba en ello me convencía a mi misma de ir. Y ¿como decir que no? Después de todo, siempre he querido ir a acampar al Gran Cañón de Colorado. Incluso tenía pensado hacer un viaje una vez tuviera mis primeras vacaciones del trabajo, porque siendo recién graduada y todo tenía un puesto en el Seattle Grace Hospital como medico traumatólogo infantil. Gracias al trabajo duro pude terminar mi carrera, o eso quiero creer yo, y mi especialidad a mis 24 años en la Universidad de Seattle (Seattle University).
Luego de 20 minutos de cháchara inservible sobre las razones por las que debo ir, no sabiendo ella que habia aceptado, la interrumpí.
-Razón número cuarenta y cinco...-
-Iré-
-¿Que?- estaba segura de que le habia tostado la mitad de las neuronas que le sobraban con mi respuesta.
-Creí que no te iba a convencer nunca- pero es que no lo hizo, solo pensé em mi misma, porque si hay algo que a lo largo de esta vida he aprendido es que no debo tomar desiciones en base a lo que las otras personas digan al respecto.
-Iré pero con una condición-.
-Lo que tu quieras solo no nos canceles a ultima hora morenita-. Esa era otra mia, decir que si y luego, a ultima hora cancelar bajo la excusa de que estaba enferma o algo similar. Cosa que solo una vez fue cierta.
-Aplaza el viaje. Quiero tomar al menos tres días para visitar a mi familia-.
Como sospeché, ni siquiera lo pensó dos veces cuando ya estaba asintiendo energicamente, por un momento llegué a creer que se rompería el cuello mientras lo hacia. Sencillamente era plena y estoy segurísima de que en estos momentos se encontraba sobre algodones y flores. Lo dicho. No la culpo. Estos ultimos años no he tenido vida social y que hablar del sexo, no era virgen pero creo que allá abajo ya se ha pasado de polvoriento por falta de atenciones.
Tampoco tuve mucho tiempo para visitas, me refiero a la familia.
Mi familia.
Por mucho tiempo fui considerada la oveja negra. ¿La razon?
Naci en el seno de una familia militar. Mi padre, mi hermano y mi hermana, todos ellos son parte de una nueva generación de militares. Incluso mi madre lo fue.
Aun puedo recordar aquella mañana lluviosa en la que tocaron a nuestra puerta, y aunque no escuché nada de la conversación no era tonta. Sabía perfectamente el significado de aquello. Un soldado entregando una bandera pulcramente doblada a mi padre. Mi abuelo me habló mucho de ello cuando era mas pequeña. Desde entonces no supe nada mas de mi madre.
Tenía ocho años cuando la perdí y me prometí a mi misma que no dejaría que mis hijos pasaran por algo similar. Así que le di un giro completo a los planes que tenía en ese entonces, aunque no fue de inmediato que supe lo que quería, descarté la milicia para mi. En cambio para mis hermanos se intensificó el deseo por "servir a su país".
Amén a los militares, los seals, los marines y los miembros de la fuerza aerea de los Estados Unidos. Pero yo en lo personal siempre he considerado que servir a mi país no necesariamente tiene que ver con vestirse de un uniforme militar, tomar un arma y viajar a sabrá Dios donde. Tambien se puede servir desde los hospitales, otfanatos y escuelas. En mi caso, a los 14 años acabé decidiendo por la medicina.
Estudié, me esforcé, me quemé las neuronas en incontables noches de desvelo y finalmente obtuve una beca para estudiar en la Universidad de Seattle.
Y aunque obtuve la beca, mo dejé de esforzarme, di lo mejor de mi y ahora tengo el fruto de ello guardado en un sobre y encerrado en una de mis mesas de noche. No fue fácil pero lo logré y al fin podré restregarle a mi padre y mis hermanos que si pude lograrlo, decirles que no solo tengo todas las aptitudes para ser militar, sino que también puedo decidir por mi misma que es lo que quiero. Tambien abrazaré a Molly, mi madrastra, ella ha sido lo contrario a lo que todos dicen de las madrastras malas. Ella de mala no tiene mi el pelito en el dedo del pie. Es un pan de Dios que me apoyó desde que les expuse a todos mi desición. Me defendió a capa y a espada cuando mi padre quiso enviarme a un colegio militar.
Editado: 29.01.2021