"Seducida por la Bestia (saga Charmed #1)"

Capitulo Siete


Cuando Sean me advirtió de la presencia de alguien en mi piso todo mi cuerpo se puso tenso y no hace falta decir la razón.
Era obvio que ya se habían enterado y que deducieron cual sería mi proximo movimiento o el nuestro en todo caso y una vez frente a la puerta me dije a mi misma: "que sea lo que Dios quiera".

Con una mano en el pomo de la puerta y la otra sosteniendo las llaves de la misma, hago un movimiento rapido haciendo que la puerta ceda rápidamente y en un solo movimiento.

Por un par de segundos el sonido estruendoso que siguió al movimiento de la puerta se disolvió en el aire para dar paso a lo que cualquiera distinguiría como un auto con un grave fallo de motor.

Hay cosas que no puedo tolerar y esta es una de ellas. A riesgo de parecer loca delante de Sean, cosa que poco me importaba estando ya a estas alturas, me adentro al apartamento y voy directo hacia la cocina en busca de un vaso para posteriormente llenarlo de agua.

Entre todas las cosas que detesto lo que encabeza la lista es el no ser avisada simplemente porque soy precavida, puntillosa y organizada, y las sorpresas por mínimas que sean no las recibo bien, aun si se trata de mi mejor amigo el que en este caso está durmiendo a pata suelta sobre un colchón inflable en medio de mi sala. No me gusta el no haber estado presente al momento de su llegada.

-¿Que haces? - pregunta Sean deteniendome a mitad de recorrido.

-¿No es obvio?- le regalo mi sonrisa inocente.

-Recuerdame no quedar dormido en tu sala jamas.

Ya, mucho que voy a correr el riesgo de despertarle de esa manera sabiendo lo que puede hacerme. No gracias, he visto como ha quedado aquel animal, no quiero ser la siguiente.

Una vez estando lo suficientemente cerca del castaño le volteo el contenido del vaso sobre la cabeza. Si hay algo que distingue a Thomas de todos los demás es su capacidad de dormir.

Puede estar estallando una bomba a 200 metros y el ni enterado. Pero si le cae una minúscula partícula de agua encima salta mas rápido que gato en una tina de agua.

-¿Pero que...?

-Arriba, ¿cuando has llegado?

-Anoche a las 19:00 señora - hace un gesto de saludo - ¿puedo saber en donde estabas?

- Me fui de viaje a Denver, pero llegué antes de tiempo.

Al parecer no habia deparado en la presencia de Sean, y cuando lo hizo abrió los ojos como platos y cuadró los hombros. ¡Joder...!

-No es necesario Quinn. No estamos en la base y tampoco soy uno de ustedes ya.

Me di cuenta que estaba apretando tanto el culo cuando su cuerpo se relajó. Al parecer en poco tiempo la vida se ha ensañado conmigo y con el. No pudo haber puesto a otra chica con una vida distinta, una bailarina quizas. Tuve que ser yo. Y aunque fuese exactamente lo que necesitaba suena algo cliché, pero ya que.

-¿De donde lo conoces?- pregunta Thomas en tono serio.

¿Les dije alguna vez que es demasiado posesivo conmigo? Pues si no lo hice ahora ya lo saben. De hecho, en el instituto fue mas de lo mismo desde que el idiota de Turner quiso, y de hecho logró, meterse en mis bragasha sido así.
En ese instante pude contemplar la mueca de desagrado que mantenía Sean.

-Eh, ¿pero desde cuando tengo que rendirte cuentas a ti?

- Desde que nos casamos querida- ah, pero que lindo. Yo lo mato ¿como se atreve?

Rápidamente me suelto de su agarre y me alejo unos cuantos pasos de el.

-Thomas Quinn, ya basta. Lo siento - me dirijo a Sean esta vez en tono conciliador -, no estamos casados, simplemente es su manera de defenderme y marcar territorio.

Con solo sonreir me hizo sentir mas tranquila y luego de sostener una leve conversación con el luego con Thomas le dirigí a la cocina con toda la intención de hacer el desayuno para los tres, pero al ver mi intención Sean me detiene.

-Ve y tomate una ducha, yo me encargaré de hacer el desayuno.

-¿Cocinas? - es lo único que puedo preguntar con lo cansada que estaba mi mente. 

-Lo hago -sonrie como niño pequeño.

Media hora después estaba sobre el taburete de la cocina metiéndome el ultimo pedazo de tortit mientras veia a Sean mirar a lo lejos desde la ventana con semblante serio. Estoy por pensar que aquella era su actividad favorita. Lo de estar sentada en donde estoy en este momento es una mala costumbre que tengo desde muy pequeña y no pienso corregirlo.

-¿En que piensas? - si, ya les dejé en claro que soy curiosa.

-En mi siguiente paso.

-¿De que hablas? ¿Ya te vas? ¡Pero mirate, estas herido!

-Lo se, pero ya has hecho demasiado por mi y no quiero incordiar aún mas.

-¡Patrañas! Nos las arreglaremos hasta que estes al cien ¿vale?

-Gracias Simone-. Dice y me dedica esa sonrisa tierna.

-De nada Sean.

 

Dos semanas después

Quien sea que  haya dicho que vivir con un hombre es la crónica de un desastre anunciado no conoció al que vive conmigo en estos momentos.

Contrario a todo, Sean vale su peso en oro y lo digo porque en estas dos semanas no me ha permitido hacer casi nada en mi apartamento. Se ha ocupado para desempolvar, lavar mi ropa, cocinar, incluso sacar de caminata a Loyalty. Y yo, bueno, según el, me ha dicho que lo menos puedo hacer mientras cumple el reposo que yo misma le infrinjí y no voy a decir que ambos cedimos a las buenas. Al primer dia quiso salir a buscar trabajo y no le dejé. Cedí sencillamente porque supe que si no me callaba el lo haría por mi de bonita manera.




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