Seducido por la Jefa

Capítulo 8

Despierto en mi cama, completamente desnudo y sólo, veo la luz del día que ingresa por la ventana, los recuerdos de la noche previa se cuelan en mis pensamientos y una sonrisa genuina se implanta en mis labios como prueba irrefutable de mí alegría.

Me decepciona que Isa no se haya quedado, pretendía seguir tomando alguna de sus clases especiales. Antes de entrar al baño veo una nota adherida a la puerta.

Buen día Leo. Espero que hayas descansado lo suficiente y que todo haya sido de tu agrado, la pasé muy bien. Te traerán el desayuno en un rato, tenes la mañana libre. Paso a buscarte pasado el mediodía y vamos juntos a la primera conferencia. Isabel.

Una mezcla de emociones me atormentó, me alegro que no intentará negar lo que pasó entre nosotros, así mismo su mensaje tan impersonal me desencantó bastante.

Sabía que teníamos la mañana libre, había presagiado que nos relajariamos en el hotel o visitariamos algún lugar emblemático local o tal vez continuar con lo que se nos dio tan bien en la noche anterior, mas no considere la posibilidad de que Isabel hiciera planes sin mi.

Procuro no pensar demasiado en mis sentimientos, me ducho relajando así todos los músculos de mí cuerpo. Mi celular reproduce música que hace más apacible el momento también canto en voz alta. Entro en mi habitación envuelto en una toalla dispuesto a vestirme recordando sin pudor el hermoso cuerpo de Isa y como reaccionaba ante mi tacto, para la segunda vez me sentía menos cohibido, dando libertad a mis deseos recorrí cada rincón de su piel tersa y suave. Rememorar despertó lo más primitivo de mi anatomía. En ese momento escucho un delicado golpe en la puerta, abro olvidando por completo mi casi desnudez encontrándome con una chica que aparenta tener mi edad, cargando una bandeja con lo que presumo es mi desayuno. Es una peliazul muy linda, se la ve sencilla pero con una mirada intensa. La saludo con una sonrisa a la que responde igual, me indica la bandeja con una seña, me inclino hacía delante para tomarla en mis manos y eso desencadena el momento más bochornoso de mí vida. El nudo flojo que sostenía la toalla en mi cadera se deshace y ésta se desliza por mis piernas rápidamente quedando tendida en el suelo, la muchacha baja la vista y observa sin recato alguno a mi intimidad aún predispuesto

. Intento cubrirme de algún modo, siento mis mejillas arder, ella parece no poder voltear la vista. No sé que hacer asique le agradezco y cierro la puerta. Se disculpa desde el otro lado y se despide. 

Decido no darle tanta importancia y desayuno mientras hablo con Lena, para reunirnos. Si mi amiga se entera que estuve en la ciudad donde vive y no le avisé se enojaría muchísimo y la verdad es que tengo muchas ganas de verla. 

Pasa a buscarme y caminamos a un bar a pocas calles del hotel donde me alojo. Hablamos y reímos como siempre que estamos juntos. Tomamos algunas fotos para enviarle a nuestros amigos que enseguida cuestionan nuestro encuentro. El tiempo pasa con prisa y aunque me gustaría estar un poco más con ella debo cumplir con mis responsabilidades asique iniciamos nuestro camino de regreso hasta el hotel donde debo esperar que me pasen a buscar y Lena dejó su moto. Cuando falta menos de una cuadra recibo una llamada de un número no agendado, sin pensarlo mucho respondo.

-¿Leonardo?- escuchar la voz de mí jefa encolerizada me recuerda que deje el teléfono de trabajo en el cuarto.-¿Se puede saber dónde te metiste? Llevo más de media hora intentando comunicarme con vos.

-Perdón Isa, estoy camino...- me interrumpe, claramente está fastidiada.

-Leonardo no me importa que carajos estas haciendo, si en cinco minutos no estás acá nos vamos sin vos.- finaliza la llamada sin esperar mi respuesta.

Camino más apresurado tirando de la mano de mí amiga que se ríe divertida. Cuando llegamos al estacionamiento nos despedimos con un beso, un abrazo y la promesa de que antes de irme nos reuniremos de nuevo. Veo el auto de Isabel y me acerco, está en frente hablando con alguien que no conozco, se ven muy cercanos como si estuviesen compartiendo un secreto. Al notar que me acerco se separan y suben al vehículo, subo en el asiento trasero y mascullo un 'buenas tardes' por lo bajo. La presencia de ese hombre me altera, no puedo evitar sentir celos y mucha curiosidad, parece que Isabel sólo se vincula con varones. Aún así deseo besarla, abrazarla, tocarla...

-Por fin aparece el señor.- La voz de mí jefa me saca de mis cavilaciones.- Creo recordar que tenes un aparato exclusivo para la empresa.- está enfurecida y no lo disimula.

-Disculpame Isa, lo dejé en el cuarto, asumí que nos encontraríamos acá a tiempo.- la forma en que me mira me pone nervioso.

-Mmm, asique hay confianza ¿Isa?- escucho por primera vez la voz de su acompañante.- Hola muñeco, soy Teo.- voltea hacia Isabel quien lo fulmina con la mirada.- ¿Que? Belleza nadie te llama así a menos que te tenga confianza o no valore su vida.- repone y se ríe. 

Lo que dice y sobre todo la manera en que lo hace me hace sonreir. Me cae bien de inmediato. Los diez minutos de trayecto transcurren enfrascados en una conversación trivial con el conductor. Isabel sólo mira hacia el frente sin emitir sonido alguno.

Al ingresar al salón donde se llevarán a cabo todas las disertaciones durantes estos días nos topamos con muchísima gente, y todos parecen conocer a mi superior quien saluda discretamente sin relacionarse demasiado con nadie, hasta que aparecen dos tipos que atraen todas las miradas. Parecen el típico modelo de hombre perfecto, el que parece más joven saluda a todos con cordialidad y toma asiento, el otro, de nombre Rafael, irradia seguridad en si mismo y testosterona por doquier, podría asegurar que es un golfo redomado; toma a Isabel de ambas manos y la acerca hacía su cuerpo depositando un beso en la comisura de sus labios que se prolonga más de lo debido, saluda a Teo con falsa amabilidad y, luego de que me presenten, hace lo mismo conmigo mientras me examina con la mirada. Ya me cae mal, muy mal. No tolero la familiaridad con la que se tratan.




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