Capítulo 29

Ansiedad, miedo, nervios, felicidad, amor. Soy un manojo de emociones y sentimientos a flor de piel.

Maldigo el momento en que se me ocurrió entrar a esa página de Internet en que se mencionaba todas las posibles complicaciones del parto tanto para el bebé como para la mamá. Todo marchaba bien hasta ese momento. Son tantísimos los posibles desenlaces, cada uno más fatídico que el anterior. Eso sin contar el dolor que tendrá que afrontar la madre de mi hijo de cualquier modo. Me tiembla todo el cuerpo de sólo imaginarlo. ¿Porque nadie habla de todos esos riesgos que conlleva traer una criatura al mundo?

El motivo de mi creciente angustia es que Olivia está en fecha de parto, lo que supone que en cualquier momento nuestra hija puede nacer. Si, es una niña, lo supimos en el séptimo mes de embarazo tras tres ecografías, la muy pilluela no se dejaba ver. Si bien, no preferimos ni uno ni otro, nos generaba mucha expectativa saberlo. Mi hermana, por supuesto, hizo una celebración en honor a "la princesa" y a sus recién descubiertas dotes de adivina. 

El nombre que le daremos es aún incierto, tanto Olivia como yo hemos pensado algunos que nos gusten pero lo decidiremos juntos cuando nazca, así lo acordamos, ni siquiera conocemos cuáles son los favoritos del otro.

Estos meses han sido los más felices de mi vida. Así, tal cual lo digo. Soy un afortunado, lo tengo todo y le agradezco a la vida por ello. 

Oliva es tan preciosa, en toda la amplitud de la palabra. Es una mujer íntegra y transparente, emprendedora y trabajadora, inteligente y divertida. Lo tiene todo. Nuestros meses de novios han sido intensos en emociones pero calmos, ella y su alegría innata se volvieron mi cable a tierra, mi lugar en el mundo. Su panza, ya muy abultada, la hace lucir más hermosa ante mis ojos. A su lado todo es bello, agradable y pacífico, su personalidad se transmite en su modo de vida e inevitablemente me lo ha conferido, me ha enseñado a encontrarle lo positivo a cualquier circunstancia, a ver el vaso medio lleno.

Nuestra relación se ha vuelto sólida, somos buenos amigos desde siempre lo que creo que facilita mucho todo. Desde el sexto mes vive definitivamente conmigo, no hemos tenido mayores inconvenientes entre nosotros, salvo las veces que se enoja porque compro cosas innecesarias como algún juguete extra para la beba, o algunos aretes para ella o cuando se exaspera porque no le dejo pagar la cuenta del super. Porque, vamos, los únicos defectos por los que se la puede culpar es lo obstinada y orgullosa que es.

 Leila se oponía a dejarla ir, extrañaría mucho a su mejor amiga y no quería perderla de vista ni un minuto, tambien porque no confia en mi, eso dijo, de hecho las primera semanas nos visitaba hasta dos veces por día y actualmente le mensajea o llama constantemente. Incluso Lena se mostró muy protectora con la embarazada, al punto de amenazar a mi par si tan sólo la hacia llorar. Aunque las chicas me intimidan, me encanta saber que mi novia y mi hija tienen a tanta gente defendiéndolas. Así mismo las advertencias son innecesarias, deseo hacerlas completamente feliz, protegerla, saciar cada uno de sus caprichos y necesidades, retribuir un poco de toda la luz que le dio a mi vida. Es difícil de expresarlo en palabras, por ella siento un cariño tan genuino y auténtico que supera la atracción física. Físicamente es bellísima, la tentación de cualquiera pero al conocerla su cuerpo pasa a segundo plano, al menos eso es lo que me sucede a mí.

Hemos imaginado un futuro juntos, quiero que viajemos, que conozca la provincia, el país, el mundo a mi lado. Los tres juntos. Si bien asegura que nunca pasó necesidades sé que ha llevado una vida austera y llena de carencias economicas y afectivas que yo no experimente gracias a la presencia de mis progenitores, ella merece todo el amor y la felicidad del mundo y eso es lo que quiero brindarle.

Diana y mi madre estuvieron acá la semana anterior, colaborando con los preparativos. Olivia ya tenía preparados un bolso con lo que necesitará ella y otro con las pertenencias de la beba para llevar a la clínica. La ropita correctamente lavada, doblada y ordenada en el armario blanco de su habitación, al igual que la cuna y un estante con pañales y peluches. Todo lo fuimos preparando juntos con mucho amor y dedicación.

Aún así mamá quería acompañar a Olivia como mujer y madre lo que le agradecí enormemente, para ella es muy difícil afrontar todo lo que está viviendo sin la guia de su progenitora y aunque es muy fuerte, también necesita de "la manada" y la experiencia de otras mujeres.

Para mí alivio, no se opuso cuando Mateo le propuso relevarla del puesto hasta que nazca la beba y se sienta preparada para su reinserción laboral. Aunque es sólo un indicativo de lo pesado que se está volviendo el proceso de la gestación.

 Estos últimos días la note más triste, quizá temerosa. Admiro su valentía frente a la vida pero ya no está sola, me tiene a mí y se lo hago saber en cada oportunidad que tengo.

-¿Estas bien Oli?- Le pregunto tras la décimo cuarta vez que se revuelve en la cama, girando hacia uno u otro lado, buscando una posición que le permita descansar poco más de unos minutos.

- Si, es que estas almohadas ya no sirven de nada.- bufa como nunca antes, no es normal oírla quejarse. Las múltiples almohadas fueron un consejo de la puericultora que nos estuvo instruyendo en lo que concierne al embarazo y parto, según comentó cuando la panza empieza su inminente crecimiento, dormir se vuelve complicado, hoy comprendo el peso de esas palabras. Llevamos una hora recostados sin que logre relajarse.- uff pequeña, ya, a mi tampoco me sienta bien esto de girar como calesita de parque.- musita llevando la mano hacia su vientre, hago lo mismo esperando percibir los movimientos de nuestra bebita, en su lugar me encuentro con una gran bola dura, firme, parece una roca gigante. Observo a Olivia angustiado, con temor.- Tranquilo, deben ser contracciones de preparación.- responde a mi pregunta tácita sin percatarse que esa palabra me agobia terriblemente.